Furihata llego a su "hogar" tras todo ese embrollo en el mercado, acomodo la capa que kagami le había dado y contó hasta diez para luego ver esa casa.
Y sin mas entro a la maldita cada de sus pesadilla.
La cual apenas piso la primera loza del piso comenzó a llenarse de gritos.
-¡Sakurai! ¡El agua esta fría!
-¡Takao!¡apúrate con mi peinado!
-¡Takao! ¡Deja de peinar a la nena y ven a ayudarme con mi vestimenta!
-¡¿A quien le dices nena?! ¡Idiota!
La discusión se torno más intensa. Furihata soltó un suspiro de cansancio y decidió ir a ayudar a sus amigos, siempre era lo Mismo con sus hermanastros.
Un par de medios hermanos donceles malcriados.
-Furihata - una potente voz hizo al castaño detenerse y girar sobre su eje algo asustado.
Zero haizaki, era un varón de cabellos grises, complexión delgada y mirada dura, la pesadilla numero 1 de Furihata y Sin poder evitarlo un recuerdo lo invade, una hermosa mujer castaña, su madre, casándose con aquel ser tan despreciable y malvado, junto a él sus dos hijos, los medios hermanos: shougo haizaki y makoto hanamiya.
- Haizaki-san -el sonido de un puño al estrellarse contra la pared de la habitación hizo al chico de cabellos castaños quedarse callado, observando con cautela el rostro lleno de odio del hombre de cabellos grises, un rostro tan horrible que deseaba no volver a verlo.
-para ti.... soy señor o zero-sama ¿entiendes pequeña sabandija? - el hombre avanzo a grandes zancadas, estaba molesto con el castaño, ese molesto e inútil chihuahua observándole con esos ojos chocolate tan parecidas a su inútil y difunta esposa. Lo odiaba, deseaba des hacerse de ese chico de una vez pro todas, no volver a ver su rostro en la casa, pero no podía matarlo,por una simples razón.
Toda la herencia de los furihata le pertenecía al pequeño doncel.
el hombre tomo al pequeño de sus sedosos cabellos castaños y los jalo con fuerza, provocando así un quejido de dolor de parte del castaño, acción que le causo gran placer al mayor, aunque debía admitirlo. Por mas que le vistiera de sirviente, el chico era un hermoso doncel, pero no le interesaba como juguete, mas bien le encantaba mas hacerlo sufrir con maltratos, el poder destruir al chico sin la necesidad de llegar a un abuso mas intimo, unas palabras y golpes eran suficiente, claro, si sabias donde dirigir esos golpes tanto verbales como físicos.
-señor.. ¿podría soltar mi cabello por favor?..si no lo olvida, tengo que ayudar a el joven haizaki con sus clases de música y a el joven hanamiya con sus clases de etiqueta y modales, recuerde que le ha llegado una advertencia sobre los modales del joven hanamiya por el incidente en la fiesta de primavera -los delicados dedos del castaño sostuvieron con suavidad el brazo del hombre, en un intento de "suplica" para ser soltado, cosa que paso, pero el menor termino en el suelo.
-Solo lárgate a hacer tus cosas, maldita sabandija y mas te vale comportarte, no quiero escuchar quejas de esos mocosos por tu inútil servicio -fueron las ultimas palabras del hombre antes de irse a su habitación.
Un suspiro salio de los labios del chico castaño al quedarse solo en la habitación, recordaba cada cosa que paso en su casa desde que paso a manos de Haizaki, por ejemplo cuando su habitación le fue arrebatada para poder dársela a uno de los hijos de ese hombre y el termino en el ático, un espacio pequeño para un adulto pero para el niño que era en ese entonces no lo fue, acepto esa habitación sin queja alguna, no podía quejarse o de lo contrario hubiera terminado durmiendo en los jardines de su casa. También recordaba a las mujeres que el hombre había triado a la casa para complacer sus deseos carnales, mujeres de la vida galante, mujeres provenientes de casas nobles y mujeres normales, clasificadas como parte de la plebe del reino. Algunas fueron amables con el, otras fueron igual o quizá peor que su padrastro, llenas de deseo por el dinero y poder, mujeres que se creyeron la reinas de la casa y terminaron siendo desechadas como un juguete de niño de casa noble.
Ahora que recordaba hubieron hombres también, algunas de buen ver, otros con un rostro que no deseas ver nunca. La mayoría había venido por negocios, otros por intereses mas íntimos, incluso algunos de ellos se colaban en las habitaciones de la servidumbre, acosando a las jóvenes que trabajaban junto al castaño, incluso el sufrió de esos acosos, una vez, cuando tuvo el cabello largo como el de una mujer, al final el hombre que había ingresado a su habitación salio de esta despavorido, había tocado a un hombre.
Cuando su amigo Takao llego a la casa a causa de un intercambio entre un señor de clase alta y su padrastro. Habían acordado un sirviente a cambio de algunos trabajadores del campo, a decir verdad cuando lo conoció tuvo algo de miedo, aunque fuera un sirviente y tratado como basura por su padrastro, ese chico de cabellos negros seguía siendo igual de bromista como el primer día que llego. Sakurai fue una historia completamente diferente, a el no habían encontrado revisando la cocina de la casa, sus hermanastros habían pensado que iba a robarles, así que comenzaron a golpearlo y el pobre chico casi termino muerto de no ser por cierto castaño y cierto peli-negro, quienes intercedieron por el chico, alegando que seria bueno tener tres sirvientes en la casa, uno para cada señor y al parecer su propuesta fue del agrado del hombre.
-Supongo..que no ha sido tan malo vivir aqui, por lo menos tengo con quien hablar sin que me vea con desprecio..mama..no sabes cuanta falta me haces - pronuncio en voz baja, aun manteniéndose en el frió piso de la casa, esta era su horrible vida desde la muerte de su madre, aun recordaba ese fatídico día que vio a su madre dar su ultimo suspiro a la corta edad de 8 años, su padrastro se había hecho cargo de el, si pudiera decirse enserio lo de hacerse cargo. Haizaki mayor le había dicho ese mismo día que si quería seguir viviendo en esa casa debía trabajar como un sirviente mas de la casa, atendiendo cada uno de los caprichos que ese hombre tuviera y igual que sus molestos hijos de anteriores matrimonios. Ahora que lo pensaba también recordaba a su madre, una bella mujer de cabellos castaños y ojos chocolate, de piel pálida y de estatura promedio, le gustaba sembrar flores en los jardines de la casa, principalmente los girasoles, su madre creía que esas flores surgieron a causa de una gota dorada que cayo del cielo, siendo preciso del sol y eso por eso que las flores poseían ese parecido al sol, no importaba cuantas veces el lugar fuera oscuro, su madre decía que los girasoles le brindarían luz...
girasol.
Así le decía su madre "mi pequeño girasol"
Cuan equivocada estaba su madre.
El no brillaba como un sol
El no era un sol ni un girasol.
El era un sirviente.
ESTÁS LEYENDO
El Cristal De La Media Noche
Random-¡espera no te vayas! -Un pelirrojo corría tras un hermoso doncel castaño quien bajaba rápidamente por las escaleras de su Castillo hacía la entrada donde un carruaje lo esperaba.-¡Por favor! ¡dime tu nombre!- noto a sus guardias saliendo de los pas...