Capítulo único

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Eran las cinco de la mañana, una hora perfecta para descansar. Sin embargo, había cierto chico que no podía dejar de dar vueltas en la cama, con una idea que quería compartir lo antes posible con su amigo.

Se resignó a la tentación. Tomó el teléfono, tecleó un mensaje corto y claro para el que esperaba sea su cómplice y se tiró en la cama inmediatamente.

“Laurens, ¿podrías venir a mi
casa, por favor?”

Para su fortuna, el mensaje fue respondido casi de inmediato.

Alexander, hay algo llamado
"hora de dormir", y creo que no
la estás respetando

“Lo sé, pero en serio te necesito”

“Bueeeno...ya voy :c”

“Pero luego de esto me das 10 dólares ;)”

Hamilton se sentó en la mesa de la sala. Vivía solo, así que no tenía miedo de despertar a nadie, y eso era una gran ventaja para él en esos momentos.

Unos minutos después, tocaron la puerta. Alexander se dirigió hacia la entrada y la abrió, hacia afuera se podía ver a un John con ojeras y el cabello al punto parecer peluca desordenada. Entornando los ojos entró sin decir nada y se sentó en
el sofá de su amigo.

─ ¿Y bien?

─ Necesito tu ayuda, ¿Recuerdas la pequeña mentirilla que les dije a los de la escuela y la familia de Thomas?

─ ¿La de que eran mejores amigos para nada gays? Sí, la recuerdo ─respondió, con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios─. Pero también recuerdo que no
era muy “pequeña” que digamos.

Hamilton alzó una ceja, ¿había
sido una buena idea llamarlo a
él? Es decir, tenía miedo de que
se negara por llamarlo justo a
esta hora de la mañana.

─ En fin, ¿Qué sucede con eso, querido amigo?

─ Necesito un favor.

─ Lo suponía.

─ ¿Ah, sí?

─ Dudo que me llamaras a las 05:30 AM para decirme que me gané la lotería.

─ Bueno, es cierto ─suspiró, luego mantuvo la compostura y respiró hondo antes de continuar─ Necesito que me ayudes a redactar unos e-mails simulando ser Jefferson y yo, ya sabes, hablando como amigos.

─ ¿Amigos? ─Laurens alzó una ceja, mirándolo de reojo.

─ Sí, amigos.

─ Está bien ─se levantó, alzando los brazos en señal de rendición. Se sentó en la silla del escritorio frente a la computadora, la prendió y abrió el ícono de mails─ ¿Vienes?

Hamilton se acercó, arrastrando una silla (que por cierto hizo mucho ruido), y se sentó al lado del pecoso, que ya tenía las manos listas para actuar.

Laurens comenzó a escribir.

Querido Alexander Hamilton; hemos estado muy fuera de contacto. Las cosas han sido locas, y apesta que no hablemos tanto.

Pero debería decirte que pienso
en ti cada noche. Acaricio mis pezones y empiezo a gemir de placer.

Hamilton se levantó de su silla, con un notable sonrojo que se hacía presente en sus mejillas.

─ ¡¿Por qué escribiste eso?! ─le preguntó a su compañero, que miraba satisfecho el trabajo que había hecho.

─ Sólo estoy tratando de decir la verdad.

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⏰ Última actualización: Dec 18, 2018 ⏰

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