Narra: Gi Hyun.
Eran las dos de la tarde de un día caluroso, las calles de la ciudad estaban desoladas, los árboles no respiraban, ni daban el más mínimo indicio de que en algún momento de la tarde sus hojas por fin se moverían.
Iba caminando sin rumbo alguno. En momentos como éste, no hacía más que pensar. Pensar sobre las cosas buenas y malas que me han ido pasando a lo largo de mi corta vida, en las personas buenas que han llegado y que se han ido, en personas tóxicas que me vi obligada a sacar de mi vida, sólo por mi bien.
Pensaba en mamá, la extrañaba.
He perdido la noción del tiempo, pero me he dado cuenta que han pasado más de cinco horas, ha anochecido.
Creí estar perdida, pero me di cuenta que estaba frente al Río Han, en el puente Mapo Bridge, tenía una vista jodidamente hermosa en la noche.
Me senté en una banca y me invadió una sensación bastante conocida en mi, a la que igual temía, nació un terror profundo en el centro de mi pecho, sentí como se extendía por cada centímetro de mi cuerpo. Siento por cada poro de mi cuerpo ese miedo tan conocido, ese miedo arrollador, ese miedo que no termina, sigue, crece. Ni siquiera sé a que le tengo miedo, pero tengo miedo, mucho. Me quise levantar, necesitaba salir de ahí, pero como estaba temblando, me fallaron las rodillas, me di cuenta que mi corazón iba a mil por hora, incluso puedo sentirlo latir en cada una de mis arterias. Traté de calmarme y respirar profundamente, claramente fracasando en el proceso. Además del miedo comencé a sentirme terriblemente estúpida.
¿De qué tengo miedo?
¿¡De que carajos tengo miedo!?
En ese momento mis pensamientos empiezan a jugar un partido de ping-pong en mi cabeza, a tal velocidad que temo que las pelotas se rompan.
< No debiste haber salido hoy. >
< Tienes miedo. >
< Eres débil. >
< Te vas a morir. >
< Nadie muere de un ataque de ansiedad, idiota. >
< Yo no he dicho que te vas a morir ahora, aunque, inténtalo, veamos que pasa. >
Entonces me di cuenta que mi corazón, que iba a una velocidad de los mil demonios, ha duplicado su velocidad.
En un reflejo veo mi rostro pálido, mis labios tiemblan y mis ojos están húmedos.
< Te vas a morir. >
< Vas a dejar de existir, a ser nada. >
< Te mueres. Te muerees. Te muereeeeeeees~ >
< AAAAAAAAH >
< Te-Mue-resssss~ TE-MUE-RES. >
Mi corazón me va, como mínimo, a doscientos latidos por minuto. Necesito respirar más rápdio de lo que mis pulmones me permiten, siento un cosquilleo en mis manos y en mis mejillas. Tengo náuseas, siento como un puño de acero retuerce mi estómago, siento una mano invisible apretando con fuerza en la boca de mi estómago. Quiero gritar, de verdad quiero, con todas mis fuerzas. Quiero gritar tan fuerte como lo hacen esas voces en mi cabeza, pero no puedo.
Casi sin darme cuenta alguien me pide que respire más despacio. Siento todo muy lejano, pero creo reconocer esa voz, ese aroma. No logré darme cuenta en que momento ese alguien me abrazó.
< Oh, oh. >
< Algo no está bien. >
< ¿Qué sucede contigo? >
Ese alguien era mi madre.
< Tanto tiempo sin verla~ >
Me molesta, el abrazo de mi madre no ha podido calmarme ni en lo más mínimo. Y me siento mal por eso.
Intento concentrarme en los hermosos recuerdos que debería traerme su aroma, siento que me aprieta más fuerte y me acaricia el brazo.
- Dime que hacer para ayudarte. - Oh, dios, me cuesta creer que es ella.
No respondí. Ni siquiera yo sé que hacer para ayudarme a mí misma. Lentamente trato de mirarla a los ojos, eso sólo lo empeoró todo. Yo que había dejado de temblar, volví a hacerlo.
La volví a mirar a los ojos y traté de imaginar si lucirían así, si ella estuviese viva. Trté de recordar sus dulces ojos, pero mi mente era un constante ping-pong.
< ¿Y si cierras los ojos y te mueres? >
< Grita. Loca. >
Basta, por favor, ya paren.
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《Lower》 | Kookmin |
Fanfic- ¿Qué carajos te pasa? - gruñó frente a mi. - ¿En serio? ¿Realmente no lo sabes? - pregunté mirándolo con incredulidad. - ¡¡Ya me cansé!! - dije resaltando lo obvio, para luego suspirar y bajar el tono. - Ya crucé los límites que uno cruza cuando...