Día 5 Infección - Medusa

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Sus respiraciones algo erráticas, sus ojos miraron muy dentro de los ojos dorados, el verle temblar un poco, apenas algo, la adrenalina del momento, ¿era felicidad o miedo lo que veía en esos ojos? ¿Qué era?

-¿Qué esperas Yuto? -Fue la simple pregunta por parte del otro hombre...no, del monstruo que se supone debía matar -¿No tienes un reino que salvar? -otra cuestión que era cierta, tenía un reino que salvar...un prometido por el cual volver, una vida que tener pero...

Dejo caer su mano con el puñal a pocos centímetros de la cabeza del otro, que se sorprendió y por unos segundos cerro los ojos esperando su final, cosa que no paso, antes de dejarle que hablara o se quejara de su falta de voluntad, simplemente lo beso con fuerza.

Lo beso devorando su boca, adentrando su lengua, tomándolo de los muñecas para que no pudiera moverse ni oponerse pues empezaba a resistirse, queriendo separarse, ya no había vuelta atrás

Por un momento que pareció eterno se permitió recordar que lo había llevado allí, a esa isla no tan alejada del reino del cual venia

-.-.-.-.-.-.-.-.-

-¿Qué? -se quejo hacia su amigo

-lo que escuchas, me van a casar -se quejo Yugo que estaba que se retorcía en agonía - con la maldita del reino floral

-ese no es

-si ya sé que no es el nombre del reino -volvió a hablar -pero para lo poco que me importa, ¡no me quiero casar con Yuzu! -grito siguiendo dando vueltas como animal enjaulado en la habitación

Simplemente se quedo observando pensando en cómo ser de ayuda, dado que no es como si pudiera hacer mucho, ni nada de eso, solo que quedaba ver al heredero al trono que estaba lanzando pestes al mundo

-¡tengo una idea! - Paro su caminata, mirándole -vas al reino y la matas, y fin de la historia

-Yugo, no voy a viajar durante 2 días a caballo a montarme un intento de asesinato que va a traer más problemas -negó, si, le gustaba el humor, su manera de idear cosas de su amigo pero ahora no quería nada de eso, porque sabía hablaba enserio y que iba a causar muchos problemas

-¡no me quiero casar Yuto! ¡Toma mi lugar!

-Yugo, mi cabello es negro y el tuyo azul, podremos tener la misma cara pero el azul y rubio no se confunde con el negro y violeta -quiso hacerle recapacitar

-esa tonta no se dará cuenta

-no Yugo

-oh vas y la enamoras, te la robas y la abandonas después

-no, tampoco voy a hacer eso -negó, porque la chica en cuestión tampoco le agradaba y dicho sea de paso no se cree capaz de fingir tanto

-...tengo una mejor idea -la sonrisa que el monarca le dio no le dio buena espina

-.-.-.-.-.-.-.-.-

-¿QUE SOY TU QUE? -exclamo sin creérselo, las locuras de Yugo eran divertidas pero esto era demasiado

-si, ahora eres mi prometido -sonrió triunfante inflando con orgullo el pecho -eso les pasa por insistirme tanto en aprenderme las normas y leyes del país, encontré una muy cutre pero que pude aplicar

-pero para que voy a ser tu prometido, no me quiero casar -se desespero

-míralo por el lado amable, nos casamos, nadie tiene que saber si consumamos o no el matrimonio, gobernamos tranquilamente y cuando seamos ancianos buscamos entre algún pariente mío digno del trono y fin de la historia

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