Capítulo 1 (Parte 1)

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«Esto es una pérdida de tiempo»

Resoplé, sentándome sobre la cama y haciendo las sábanas a un lado. Ni siquiera me molesté en mirar el reloj, porque sabía que tan solo me ayudaría a sentirme más frustrada. Por el frío que sentía y la falta de luz, asumí que aún debía ser de madrugada. La ausencia de ruido me indicó que probablemente eran las dos o las tres de la mañana.

Tomé mi celular. Aún era media noche.

- Genial- murmuré entre dientes y me puse de pie, buscando mi computadora. Era una de las pocas cosas que aún se encontraban sobre mi escritorio, ya que todo lo demás estaba empacado o se había ido a la basura.

Pasé los dedos sobre mi escritorio vacío. Nadie volvería a sentarse sobre él en al menos dos años.

Sentí un nudo en el estómago y meneé la cabeza. «Si no estás dispuesto a ayudar, no estorbes» reprendí a mi propio cerebro y abrí mi página de Facebook. El observar fotos y publicaciones de amigos y gente que no había visto en mucho tiempo siempre era una buena idea cuando necesitaba dejar de pensar en mí.

Lo primero que hallé fue una selfie de mi mejor amiga con su familia. La foto no tenía leyenda, simplemente un emoji de una cara triste, un avión y un corazón rosa. Sonreí mientras leía algunos comentarios de personas que le deseaban mucha suerte, le enviaban besos y le decían lo mucho que la extrañarían. Me sentí triste y afortunada al mismo tiempo. Iba a extrañar a muchas de esas personas, pero al menos no tendría que extrañar a Mayah.

No me cabía la menor duda que Mayah era la única razón por la que estaba dejando la comodidad de mi hogar en Wisconsin para viajar miles de kilómetros a Toscana para estudiar un Másters que me tomaría varios años terminar de pagar. Si no fuera por su insistencia y su increíble poder de convencimiento, ni siquiera hubiera aplicado para obtener la beca. Y, siendo honestos, lo había hecho con la convicción de que no la obtendría. Nunca había sido una estudiante excepcional. Siempre había sido responsable y atenta, pero jamás destaqué. Era la estudiante callada cuyo nombre no duraba en la mente de mis profesores. Era solo una chica más; no destacaba en ningún deporte o actividad extracurricular, y no me esforzaba por participar en las actividades del campus. ¿Qué posibilidades había que me tomaran en cuenta? No era buena en matemáticas, pero hasta yo sabía que eran muy pocas.

Pero la vida ya me había demostrado en varias ocasiones que todo podía pasar y aquí estaba: a unas cuantas horas de dejar todo atrás y vivir dos años en Italia.

Sentí que mis manos comenzaban a hormiguear y me giré hacia el frasco de pastillas. ¿Era muy temprano para tomar una?

El sonido de un mensaje entrante evitó que tomara el frasco. Cogí el celular y sonreí al notar su nombre en la pantalla. ¿Cómo sabía que estaba despierta?

"Vete a dormir, Wenzler. Tenemos un largo día mañana!", Mayah me sorprendía una vez más con lo bien que había llegado a conocerme.

Respondí con una cara sonriente y continué con mi navegación. Me entretenía con un vídeo sobre gatos y sus divertidas travesuras, cuando otro mensaje llamó mi atención.

Mi corazón pareció detenerse cuando noté su número en la pantalla. No estaba guardado, pero yo aún lo recordaba.

«No lo leas», me suplicó el sentido común. «Por favor, no lo leas...»

Pero lo hice. Porque a pesar de que ya había pasado algún tiempo, yo aún necesitaba saber de él.

"Buena suerte en Toscana. Recuerda que eres genial."

Mis ojos se nublaron casi de inmediato. Había estado reprimiendo las lágrimas todo el día, negándome a llorar un minuto antes de despedirme de mis padres, pero las emociones que él me provocaba siempre habían sido demasiado fuertes para que pudiera controlarlas.

Dejé mi celular sobre el escritorio y apagué la computadora. No había manera de que pudiera dormir ahora, pero tampoco me sentía con ánimos para continuar indagando en la vida de los demás. Así que hice lo que siempre hacía en una noche fría de insomnio. Pensar en nosotros...

Y llorar.






Después de la TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora