Encuentro (Actualizado)

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-¿?-

En medio de unas llamas que parecían formar un abrasador infierno donde gritos de dolor y agonía hacían eco una con la otra, maldiciones heréticas y blasfemas escupidas con desdén y resentimiento, donde las figuras inhumanas se quemaban hasta las cenizas que pronto el viento llevaría una vez todo terminara.

Más en medio de aquellas llamas infernales que todo quemaban, un niño se encontraba parado en medio del caos infernal como si nada mientras miraba el cielo, donde un círculo dejaba caer una extraña clase de limo que daba una muy mala sensación.

Sorpresivamente el niño no se mostraba asustado ni confundido por aquel horripilante apocalipsis, simplemente miraba con paz el cielo contaminado e ignoraba todo lo demás, incluso las llamas que amenazaban con quemarlo hasta la muerte, más las mismas llamas no parecían interesadas en su vida no acercándose al niño en cuestión, como si ignoraran su presencia y dejaran esa zona libre de su destructivo poder.

El niño entonces dejo de mirar el cielo, o más concretamente el río de limo, una vez un blanco color llamó su atención no tan lejos de donde se encontraba, por lo cual sintiendo sumo interés comenzó a caminar como si las calles estuvieran como siempre.

Sorpresivamente las llamas parecían desaparecer cada que caminaba y aquellas zonas que parecían un oasis en medio del desierto, poco a poco fueron consumidas por las llamas de la aniquilación.

Solo un par de pasos, menos de un minuto y había llegado a su destino.

– ¿Onee-chan está usted bien? – Preguntó el niño.

Tirada en el suelo se encontraba una hermosa mujer extranjera.

¿El cómo lo sabía?

Sencillo, la hermosa mujer tenía desde su piel hasta su cabello un tono blanco como una paleta sin pintar, como la nieve misma o simplemente del color de una hoja sin colorear, además de su cuerpo era notoriamente más grande que las mujeres japonesas promedio.

Fue entonces cuando la hermosa mujer levantó la mirada y le respondió unos ojos rojos como la sangre misma, estas brillando en miedo como desesperación, donde en lo profundo de ambos rubíes se encontraba una pequeña pizca de esperanza, la cual parecía quebrarse repentinamente al mirar más allá de donde el niño se encontraba.

Lo que sucedió después fue un misterio, cuando todo el mundo quedó de un color negro puro, donde el niño confundido miró a su alrededor en búsqueda de la ciudad o la misteriosa mujer, donde no encontraba nada en lo absoluto más que oscuridad, solo hasta que dio una mirada en su espalda y una presencia oscura intentó atacar-le...

-¿?-

– ¡Ugwha! – Gritó fuertemente mientras levantaba las sábanas que cubrían su cuerpo.

En una habitación sencilla donde las paredes se encontraban totalmente puras sin ni un solo decorado como pósters de música o animes, con solo le necesario para una habitación habitable como un escritorio con una repisa un poco más arriba, una mesa de noche a un lado de la cama y del lado contrario pegado a la pared un armario.

Cortinas de un color blanco que poco o nada detenía la luz del sol, aunque principalmente fueron colocadas para evitar dicha acción.

En el centro del cuarto descansaba una cama matrimonial de una colcha rojiza donde se encontraba el dueño de dicho cuarto, el cual se encontraba con sudor frío recorriendo su frente mientras su respiración se encontraba agitada por el sueño que acababa de tener o al menos, eso era lo que parecía.

– Otra vez – Comentó el joven mientras llevaba su mano derecha a su frente sintiendo el sudor como esperaba – ¿Cuántas veces van ya en la semana? – Preguntó mientras calmaba lentamente su respiración.

Fate/Stay Night: El camino más allá del heroísmo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora