5. En el peor momento...

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El oso grizzly, quien acompañaba al paranóico pie grande a casa, se hallaba algo irritado por los dramáticos llantos de éste, pues no había contado aún el problema que había pasado; gran parte del camino se la pasó caminando "sigilosamente", entre muchas comillas, pues se ocultaba en arbustos... y tomando en cuenta su estatura, se le veía todo el cuerpo.

– ¿Y... ya me vas a contar? —el oso abrió la puerta con algo de temor, no sabía si los demás se hallaban dentro, por lo que abrió la puerta lentamente—. ¿Charlie?

– ¡Sí, sí, te contaré! —apareció de repente frente al pardo, dándole un susto inmenso que lo hizo abrazar a la puerta abierta con una respiración rauda.

– ¡Charlie! ¿Po-Por dónde entraste? —preguntó sin despegarse de su amiga puerta.

– Por la puerta, estaba abierta —señaló a la ventana que acababa de romper con suma tranquilidad y la sonrisa en su rostro bien dibujada.

– ¡Pero...! Esa es la ven... Ugh, no importa —cerró la puerta y caminó hasta la ventana de la sala principal para cerrar las cortinas de ésta y sus hermanos no lo vean.

Tomó una escoba para comenzar a recoger los cristales rotos que ahí yacían, no eran muchos, pero quería evitar heridas a toda costa. En el transcurso de la limpieza, se cuestionó si aún debería llamarlos hermanos, pues ellos no lo reconocían como tal, era como un conviviente en aquella cueva. Se sintió triste por no poder llamar hermano a ninguno de los dos, pues ésto le causaría alguna mirada extrañada o distanciamiento posiblemente.

Acabó de barrer los cristales y realizó el proceso común que cualquier ser pensante haría, botar los cristales al bote vacío de basura, sorprendentemente no había nada ahí, salvo los cristales de ahora.

Miró una vez más a la bestia amiga que se hallaba sentada en su sofá; si quería saber qué había pasado, tendría que hacerlo sentir bien primero, por lo que fue a la cocina y buscó entre los cajones un tarro con bolitas de queso, las favoritas del pie grande. Se aseguró de tomar el más grande para luego volver al sofá con él y entregárselo, luego escuchó ese alegre "¡gracias, Pardo!" que tanto le hacía sonreír.

Volteó a ver a los lados, Panda y Polar habrían salido, tal vez a la ciudad en busca de un entretenimiento mayor que el estar en casa sin nada que hacer. Se fueron, en verdad se fueron. Su preocupación aumentó por no saber qué serían capaces de hacer en el exterior, más aún con sus formas de ser tan cambiadas.

“Si Lucy encuentra a Panda, no dudará en alejarse de él cuando vea su actitud tan... coqueta o como sea, pero si Kyle está con ella”, pensó el oso con una mano tomando su barbilla, “por otro lado, si Chloe se encuentra con Polar, cabe la posibilidad de que venga preocupada a preguntarme sobre qué diantres le ocurrió y podría reprobar química si la meto en este caso”.

– Debo buscarlos —concluyó finalmente.

– ¿A quiénes? —preguntó el pie grande con la boca llena de bolitas de queso, por lo que se le entendió poco lo que había dicho.

– ¡A mis hermanos! No sé dónde pueden estar o qué están haciendo, con quién están, cómo están. Yo —se alteró por la preocupación, su instinto de hermano mayor le decía algo.

Charlie se limitó a escuchar y silenciarlo acercándole el tarro de bolitas de queso para que comiera, el oso aceptó y se sentó en el sofá junto a él.

El pardo agradeció con una sonrisa algo preocupada, pues aún pensaba en sus hermanos y cómo seríala vida de ahora en adelante así como están ahora. Le costará acostumbrarse nuevamente al Polar Cool, que se hacía llamar "Ice B" por sus fans; ya no habrían lloriqueos de Panda porque una chica lo dejó, pero ahora estaría menos tienpo con sus hermanos por lo que se mantendría en constantes salidas y compromisos con chicas.

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⏰ Última actualización: Dec 18, 2018 ⏰

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