4. Blanco y negro.

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A partir de ahora, será una historia interactiva, es decir, habrán decisiones que ustedes deberán tomar para armar la historia, armar rutas, descubrir finales o incluso ayudar/perder a un personaje. ¿Les gusta la idea?

...

– ¿Cha-Charlie...? —corrió hacia él— ¡Charlie, ¿qué pasó?!

– ¡Ah! —se asustó y dio un brinco en el lugar, se tapó la cara y comenzó a temblar más, estaba demasiado asustado y quizás algo traumado con lo sucedido.

El pardo posó su pata derecha sobre el hombro del pie grande para tratar de apaciguarlo, sobó aquella zona para que se relaje y así pueda hablar con calma.

El pie grande estaba asustado, aturdido y algo confundido, algo antes de la llegada del oso lo habría marcado de más, podrían haber sido humanos o aficionados buscándolo, pero algo más que fotografiarlo debieron hacer para dejarlo en ese estado de terror.

Se calmó un poco dejando de temblar, se limpió las lágrimas que estaban en sus ojos y sollozó un poco para terminar el llanto. “Ya, ya estoy mejor”, dijo aún sentado bajo el árbol con una sonrisa como acostumbraba tener cuando los osos estaban con él.

– ¿Y tus hermanos? —le preguntó.

– Están... por ahí —el pardo respondió con poca calma, no sabía cómo decirle a Charlie sobre la situación de sus hermanos.

¿Qué le iba a decir? ¿Que sus hermanos cambiaron mágicamente de personalidad? ¿Que Panda es un galán con chicas haciendo fila por él? ¿Que ahora Polar habla en primera persona? Charlie ni si quiera se había enterado de aquél suceso de amnesia.

– Espera, ¿por qué llorabas? —recordó la escena anterior y se dispuso a preguntarle, se encontraba preocupado por verlo así.

...

Un oso salió de la casa cueva. Vestía una camisa turquesa con un moño azúl en medio del cuello, un atuendo adecuado para una cita, el perfume francés con aroma a rosas se podía percibir a metros de distancia, su cabello estaba peinado y bien limpio, sus lentes de contacto acomodados.

Aquél oso caminó de frente viendo su celular de carcasa rosada para luego guardar aquél aparato en el bolsillo de la esquina superior izquierda de su camisa. Giró un poco su cabeza y soltó una risa baja al notar al individuo bajo el árbol cerca a la cueva, dormido, con la mirada baja, brazos cruzados y las piernas estiradas.

– ¿Dormido bajo un árbol? No me sorprende —comentó burlón cuando vio al menor en aquél árbol.

– Cállate —respondió sin abrir los ojos, estaba consciente de lo que el panda decía; se limitó a callarlo porque no quería pelear, aún.

– Y para colmo eres maleducado, ¿cuándo aprenderás algo de modales? —replicó.

– El día en que dejes de fastidiar —se levantó el polar después de lo dicho, se acercó a aquél oso molesto de pelaje bicolor y lo miró fijamente a los ojos—. ¿No tienes una cita a la que ir?

– ¿Cómo supiste lo de la cita?

– Tu perfume se huele a kilómetros de distancia, deberías empezar a usar agua para ducharte en lugar de perfume barato, ¿sabes?

– Basta —calló con molestia para desviar la mirada y luego verlo nuevamente con algo de vanidad—. ¿A cuál de las tres citas crees que deba ir primero?

– Al de la chica que más te soporte, así no morirás solo —le sonrió con orgullo, logró su cometido, devolverle aquella frase con la que inició su enojo en la cocina.

We Bare Reverse (YAOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora