Para el Rey

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Tu eres mi Rey.

Loki siempre escuchaba ese susurro cerca de su oído y siempre contestaba con un jadeo y una sonrisa, amaba escuchar la voz ronca de su hermano mayor pronunciando tan dulces palabras; era una simple frase que lo hacía estremecer.

Pero llevaba días, semanas sin escucharla.

El primer día en que se vio evitado por Thor, lo tomó como algo normal pero aún así, lo hizo ponerse a pensar.

—Hey, Thor — vio a su hermano caminando con sus amigos por los jardines del palacio.
—Hermano — contestó Thor de una forma un tanto seca, pero Loki lo dejó pasar.
—¿Terminaron de entrenar? Me gustaría enseñarte un hechizo nuevo que aprendí — ese día estaba entusiasmado por el gran avance que había conseguido en un hechizo que siempre explotaba en sus manos.

—Lo siento, Loki, tengo cosas que hacer. Será más tarde.

Loki miró los ojos turquesa de Thor y frunció el ceño, su hermano jamás se negaba cuando él le pedía algo.

—Está bien, te veo después.

Recibió una sonrisa como respuesta y se quedó observado a su hermano partir. Después de eso, no vio a Thor en todo el día y se quedó solo en su habitación pensando.

¿Había hecho algo para hacerlo enojar?

—No le he hecho ninguna broma — se dijo a sí mismo.—¿Oh sí?

Sentado en su cama se puso a enumerar todas las bromas que le había hecho a Thor en los últimos días, ninguna de ellas ameritaba enojo, o eso creía.

—Quizás está enojado con alguien más— se tumbó en la cama y desordenó las sábanas, girando de un lado a otro con frustración.— O quizás es imaginación mía.







Los días siguieron su curso con normalidad, sin nada novedoso, sin nada interesante excepto por el hecho de que Loki seguía siendo ignorado por Thor.

Cada vez que trataba de hablar con él, una nueva excusa aparecía y Loki se quedaba con un vacío que poco a poco iba creciendo en su interior.

—Thor ¿Te gustaría ir a cabalgar?— Loki detuvo a su hermano después de que desayunaron juntos, increíblemente en el gran salón también se veía ignorado.
—Lo siento, hermano, iré a Niðavellir por un par de espadas que encargué hace tiempo.
—¡Niðavellir! ¿Quieres que te acompañe?— Una enorme sonrisa iluminó su rostro cuando creyó que, por fin, podría romper esa extraña distancia que había entre ellos.

—No, gracias. Sif me acompañará.
—Ah... Está bien— trató de mantener la sonrisa cuando Thor acarició su cabello para después alejarse.

Y así se le fueron un par de días más. Y lo volvió a intentar.



La noche ya se apoderaba del reino y Loki vio a Thor caminando solo por un pasillo.

—Hermano — se acercó por detrás y lo abrazó por la cintura mientras recargaba la cabeza en su espalda. Oh, cómo extrañaba el contacto directo con ese cuerpo musculoso y grande.
—Loki... ¿Qué estás haciendo?— Thor trató de girarse.
—¿Dormirás conmigo esta noche?

Loki pasó por debajo del brazo de Thor sin dejar de abrazarlo, en su sonrisa había algo de miedo y esperanza.

—No, hermano. Estoy muy cansado.
—Pero...— Nuevamente estaba tratando de sostener una sonrisa.— Han pasado muchos días. Yo te ext...
—Lo sé, Loki— Thor le sonrió dulcemente.— Será otra noche ¿Te parece?

Decidió ya no contestar, dejó de abrazarlo y fue a encerrarse a su habitación con las lágrimas atrapadas en los ojos.

Esa noche fue la peor de todas. Una pesadilla lo hizo despertar entre jadeos y temblores. Siempre tenía a Thor cuando pasaba pero esta vez estaba completamente solo. Quería salir en busca de Thor y reclamarle por el abandono, quería refugiarse en sus brazos y al mismo tiempo gritarle por todos los días que llevaba alejándolo. Pero decidió ocultar todos esos sentimientos.






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