Salir de la oficina con las esperanzas en alto fue como ver el mundo por primera vez, todo se veía brillante y hermoso. La sonrisa gigante que estaba sobre mi boca, parecía que no desaparecería nunca más. Fue como si hubiera entrado a un mundo mágico y ahora no quería salir.
El señor se acercó a donde estaban las demás chicas esperando y una vez que estuvo cerca se detuvo, yo me detuve unos cuantos pasos detrás de él.
Me escapé unos segundos de la realidad para darle un vistazo a aquel amable señor.
Se veía algo grande, tal vez de unos setenta y tantos, su cabello era blanco y debo recalcar que no le quedaba mal, puesto que conservaba completa la cabellera. Llevaba puesto un traje que ya se encontraba algo arrugado, tal vez por estar sentado mucho tiempo. Era un hombre que a pesar de la edad que pudiera tener, se veía bastante fuerte.—Señoritas, debo informarles que gracias a la joven Leire, ya tengo todos los puestos ocupados, sin embargo, estén pendientes del periódico que pronto necesitaré algunas empleadas para mi humilde casa. Ya pueden retirarse, espero tengan un excelente día.
¿Entonces esta no es su casa?
Su voz sonó fuerte y clara para los oídos de las postuladas, puesto que en cuanto escucharon, empezaron a tomar paso fuera de la habitación y fuera de la casa.
Con esta nueva perspectiva, hasta las miradas de odio que recibía por parte de algunas de las mujeres me parecían agradables porque había cumplido con mi objetivo.
En cuanto estuvimos solos, llamó a la chica que nos llamaba para entrar a la entrevista y ella no tardó ni dos segundos en estar junto a nosotros.
El señor nos invitó a tomar asiento en la sala diciendo que tenía varias cosas que aclarar y como no podía estar sonriendo debido a la seriedad con la que al parecer íbamos a hablar, oculte a mucho pesar mi sonrisa.—Querida Leire, me presento, mi nombre es Nicholas Davis y ella es mi secretaria, su nombre es Clara Gold.
—Mucho gusto, señor y mucho gusto, Clara —les brinde una pequeña sonrisa.
—Empezaré por explicarte que esta casa no me pertenece —duda resuelta—, es de mi hijo mayor, sin embargo, debido a su empleo, no le veras mucho por aquí, así que no te preocupes por ello —Clara le extendió una carpeta y el señor Davis la tomó y de inmediato me la extendió—. Bien, mi hijo le ha entregado a Clara la carpeta de actividades que debes realizar —tome la carpeta y la puse sobre mis piernas—, el desconoce el hecho de que vas a quedarte de tiempo completo, por lo que supongo, las actividades cambiaran un poco, de igual manera, yo le haré saber cuanto antes el cambio y para mañana encontraras una nueva carpeta de actividades. ¿Tienes alguna duda?Tengo bastantes.
¿Cómo ha decidido él dejarme vivir aquí si no es su casa?
¿Su hijo va a echarme en cuanto sepa que estaré aquí?Sin embargo, la duda que expresé fue completamente diferente a la que pensaba decir.
—Sí, en cuanto a la oferta de la universidad... —fui interrumpida por la voz del señor Davis.
—Oh, dale tus datos a Clara, ella hará el papeleo correspondiente para obtener tus documentos y posteriormente te los entregará para que inicies con el trámite de los cursos preparatorios para la universidad.El señor Davis se levantó del sillón, al igual que Clara, por lo que yo hice lo mismo; estrechó la mano de Clara, se acercó a estrechar la mía y finalmente tomó paso hacia la salida de la casa.
Enseguida Clara empezó a tomar mis datos, lo normal como mi nombre, fecha de nacimiento, lugar de nacimiento, todo lo que era necesario para obtener mis documentos tanto personales como escolares.
Cuando acabamos me dijo que me mostraría la casa junto con mi habitación y fue así como empezó el recorrido.
Era un lugar realmente grande, era como un cuarto de las tierras para sembrar que tenían mis padres.
Todo el interior era color crema y todo el piso era de mármol. Al parecer todas las ventanas estaban cubiertas por las mismas cortinas que había en la sala.
En la parte abajo, la casa disponía de una sala, tres oficinas, un salón para cincuenta personas, dos comedores (uno para cincuenta personas y otro para diez), una cocina extremadamente grande y cinco baños sin regadera. Clara me explicó que de esta planta debía limpiar todo excepto la cocina, ya que era responsabilidad de los cocineros mantenerla limpia.
Al subir las escaleras, segunda planta se dividía en dos pasillos, una hacia la derecha y otro hacia la izquierda. A la derecha había una sala de juegos, un estudio de fotografía, un vestidor y un baño algo pequeño a comparación de los otros. A la izquierda había seis habitaciones, cada una con vestidor, armarios y baño propio que incluía tina de hidromasaje. De esta planta debía limpiar todo, incluso la habitación del hijo del señor Davis.
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Persiguiendo mi sueño
Teen FictionLeire, a la para nada corta edad de 26 años, al fin ha logrado zafarse de sus padres y salir del pueblo que no le ofrece nada de oportunidades. Ella tiene grandes aspiraciones: quiere ir a la universidad, convertirse en periodista y trabajar en el...