- Kris, no puedes irte, recuerda que ya es diciembre, por favor amor -pedía desconsolado, mi esposo se iría a la guerra.
- Bebé, debo ir, es mi deber -habló, dejó el pesado bolso en el piso y sujetó mis hombros con delicadeza.
- ¡Papi! ¡papi! -gritó alegre mi pequeño hijo de 5, se lanzó a los brazos de su padre y lo abrazó con fuerza.
- ¡Buenos días, campeón! -contestó de igual forma mi esposo, mis lágrimas bajaban rápidamente por mis mejillas, sentí como mi corazón latía con fuerza, martillando mi pecho, queriendo salir.
- ¿por qué mami llora? -hizo un pequeño pucherito, miró a su padre con tristeza- ¿papi se va?
- Así es mi amor, me voy pero te prometo que volveré y te mostraré los fuegos artificiales, ¿está bien, pequeño? -el chiquillo asintió feliz dando muchos besos en el rostro del apuesto castaño el cual sonreía con naturalidad como siempre, su vista se cruzó con la mía y comenzó nuevamente hablarle a nuestro hijo- Mi niño, hay algo más que quiero pedirte...
- ¿Que cosa papi? -preguntó su vocesita aguda, mirándonos atento, preguntándose quizá que ocurría.
- Quiero que cuides a tu madre en mi ausencia, ¿sí? No quiero que nada le pase y a ti tampoco, serás el hombre de la casa desde este momento hasta que yo esté de vuelta, no permitas que ningún chico se le acerque a mamá ¿está bien, campeón? -me sonrió y luego miró al menor, el cual asentía con rapidez, soltó una risita y se abrazo nuevamente al castaño, escondiendo su rostro en el hueco de su cuello, Kris se limitó a abrazarlo con fuerza también, disfrutando el cuerpo tan débil y pequeño de su hijo.
Luego de unos momentos bajo al chiquillo, volvió a sujetar su bolso cuando escuchó la bocina del auto militar fuera de nuestra casa, los tres salimos, al llegar a la acera uno de los militares dentro del auto se bajó y acomodó las cosas de mi esposo mientras el nos miraba.
- Adiós bebé -se agachó a la altura del pequeño Kook y besó su frente, el menor tocó la nariz de Kris y viceversa, ambos rieron.
- Adiós capitán -sonrió para su padre e hizo una despedida militar.
- Tao... -susurró, mi corazón comenzaba a rendirse al tratar de salir, pronto mis sollozos se escucharon, abracé lo más fuerte que pude a mi amado y lloré en sus brazos, mientras los otros hombres nos miraban con pena - no llores mi vida...
- No vallas, por favor, no lo hagas... -mi voz sonaba tan apagada, no quería que se fuera de nuestro hogar para que fuera a un lugar lleno de muerte, no quería.
- Debo ir, bebé, no llores más -susurró antes de sujetar mis mejillas con suavidad, acunando mi rostro con sus fuertes manos y besándome, con amor, con delicadeza y ternura, transmitiéndome su "volveré" sin ninguna palabra de por medio- te amo, no llores más por favor, te prometo que no los dejaré-murmuró luego de haberse separado, junto nuestras frentes y trazo una pequeña cruz sobre mis labios, sellando una promesa.
Sonreí casi sin ganas, el también lo hizo, vi esa sonrisa de alegría antes de que me abrazara con fuerza y se despidiera finalmente para subir al móvil.
A medida que el auto se alejaba sentía como mi cuerpo temblaba más y más, cargué en mis brazos a mi pequeño hijo, el cual se abrazó a mi, me sonrió tan tranquilamente, besando mi mejilla y limpiando mis lágrimas, susurrando un "papi volverá, él lo hará, mami"
Sólo eso esperaba.