Los olvidados [Uchiha Shisui] PAUSADA

11- Honrar.

Ikari retrocedió unos pasos y apreció su gran trabajo, aún tenía lágrimas en los ojos y una presión en el pecho que no le daba tregua, pero aún así pudo hacerlo.

Frente a ella, con colores vivos y algunas mariposas atraídas por el polen, se encontraba una pequeña y desordenada lápida. Ikari la había hecho con un jutsu de tierra seguido de un poco de fuego para cristalizar el exterior. El resultado era bellísimo.

"Shisui Uchiha" se podía leer en la parte central de la lápida.

"Jamás olvidado" se leía mas abajo.

Justo al lado, rodeadas de flores amarillas, otras dos lápidas brillaban gracias a los rayos del sol.

Brillantes.

"Ikuto Uchiha" "Amado padre, héroe olvidado"

"Suzugeri Tomoko" "Amado sensei, confidente, protector, nunca olvidado"

Ikari sonrió satisfecha mientras las lágrimas aún descendían por sus mejillas, las lápidas brillantes en medio del bosque quizá serían arrasadas por el paso del tiempo en unos años, pero ella, ella no, Ikari había decidido vivir, al menos los años que fuesen suficientes para honrar la memoria de todos aquellos seres olvidados.

Honrar.

Se había decidido a ir en busca de aquellos nombres y rostros que fueron infravalorados, aquellas personas que dieron todo y no recibieron nada a cambio. Personas iguales a su padre, a su sensei.

Shisui.

Ikari sonrió levemente, al menos aquél insistente chico no sólo viviría en su memoria, tenía amigos y era querido por su clan, el viviría durante muchos años más.

Tomó asiento frente a las tres lápidas, sus ojos se volvieron acuosos y en su nariz sintió una punzada.

Los extrañaba.

Extrañaba a su padre, porque a pesar de no ser el mejor siempre tenía una abrazo cálido que ofrecer. Extrañaba a su sensei, porque siempre fué el adulto responsable que tanto necesitaba en su vida, extrañaba entrenar con él y comer ramen picante mientras hacían bromas, extrañaba cada maldito segundo de felicidad que le dió. Extrañaba a Shisui, porque fué el primer Uchiha además de su abuela y su padre que no la miraba como si fuese inferior, porque era insistente y le sonreía como si ella valiera la pena.

Extrañar.

Ese mismo día, Ikari dejó la aldea de la hoja atrás.