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El despertador lleva 20 minutos sonando con una alarma sumamente estruendosa. Estoy casi seguro que esto fue causa de la pequeña Sofía. Pateo la sabana e intento levantarme y si, intento porque mis ganas de levantarme me han dejado abandonado.

-¡Si no te levantas ahora te quedas enano!-los gritos de Axel, mi hermano mayor no se hacen esperar. Ruido y pasos de un sitio a otro crean el completo alboroto diario de la familia Vermont, sobre todo en los primero días del nuevo año escolar.

Termino de levantarme y me dirijo al baño. Al observar mi reflejo mientras me cepillo los dientes, noto las ojeras, consecuencia de tantas noches desvelado, tomo un mechón de cabello rojizo entre en mis dedos, necesito cortarlo ya que casi cae sobre mis ojos. Vuelvo a mi habitación y busco ropa para hoy. Un pantalón negro, camisa blanca y suéter negro. Un poco de colonia y listo.

En la cocina todo parece un completo caos. Mi madre está preparando los desayunos. Mis hermanos discuten por sus típicas cosas, Sofía corre de un lado a otro y papa solo toma su café mientras lee el periódico.

-Toma cariño, buen provecho.-mi madre me da una sonrisa y no puedo evitar devolvérsela. Es la mujer más dulce del mundo. De ella herede su cabello rojizo y los ojos azules de papá, comparto esos mismos rasgos con mi hermana Sofía. Los mellizos, bueno, ellos son otra historia.

Un golpe en mi cabeza me hace soltar mi emparedado sobre el mesón.- ¡Apúrate enano! -Axel camina hacia la nevera y toma un trago de la jarra de jugo.

-No te ahogues. Los entierros son tristes Leónidas- Alex su mellizo, suelta uno de sus típicos comentarios raros.

-Niños basta. Dejen a leo comer- dirige su mirada a la sala.- ¡Sofía! Busca tu mochila, vamos a llevarte en un momento.-Axel se coloca en su espalda y le da un fuerte abrazo. Los mellizos comparten otros rasgos, poseen la peculiar condición de heterocromía , uno de sus ojos es de color azul como el de nuestro padre y el otro es de color café oscuro como el de nuestra madre. Tenemos en común el color de nuestros cabellos y lo pálido de nuestra piel.- también te amo, pero a tus veintitrés años sigues comportándote como un niño. Además, ¿Cuando piensan los tres ir a que les corten ese cabello?.

Alex se encoje de hombros mientras se come unas galletas que creo eran de Sofía- Me gusta así. ¡Auch mama! ¿Por que jalaste mi cabello?.

Ella se ríe antes de contestar- casi parecen unos pordioseros, y yo no estoy criando pordioseros. Un poco más y van a andar chocando con las paredes por no ver.

-¡Mamá , vámonos!.- el pequeño torbellino de 8 años viene corriendo hasta chocar con las piernas de mamá. Observa a todos hasta detenerse en Alex.-¡Aleeeex! ¡Roba galletas!

-Hey algodón, yo no estoy criando tampoco niñas groseras, ni ladrones.¿Qué pasa en esta familia?.

Papá se encuentra de pie en el marco de la puerta, con un maletín en su mano y las llaves del auto en la otra.- Tal vez los cambiaron en el hospital y no son nuestros estos niños tan raros.- el solía ser muy serio pero el buen humor de mamá suele contagiársele.

-Puede ser eso.-contesta mamá antes de tomar a una llorosa y quejumbrosa Sofía.

-Nos vemos, los amamos.-antes de escuchar la puerta principal cerrarse la escuchamos gritar-¡No importa que tan raros sean!

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora