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Las sillas del hospital siempre han sido incomodas, la última vez que estuve aquí me encontraba en una habitación quejándome de la horrible comida que nos hacían comer.

Monse y yo nos habíamos ido de campamento. Resumiendo la historia nos perdimos y terminamos cayéndonos por un pequeño barranco. Ella se fracturo un tobillo y yo un brazo y una pierna intentando cubrirla. Ahora estamos nuevamente aquí pero no fui capaz de protegerla. Dejo caer mi cabeza entre mis manos y espero que algún doctor o enfermera se apiade de mí. Llamaron a nuestros padres hace tres horas cuando la internaron. En mi caso mis padres están en la cafetería, los mellizos se han quedado en casa con Sofía. Los padres de Monse se encontraban llegando de un viaje de trabajo y su madre casi muere al enterarse, ahora deben estar intentando comer algo en compañía de los míos. Y al idiota, las autoridades se encargaron de él.

- Familiares de la señorita Montserrat Ivanova- el doctor. Un hombre de unos cincuenta años. Por fin aparece. Me levanto rápidamente y me acerco a él.

-Yo soy quien la trajo. Sus padres están en la cafetería.

-Bueno ya que usted es su acompañante. Debo decirle que la señorita Montserrat se encuentra bien. Todo fue una herida leve en su brazo por causa del objeto corto punzante. En poco tiempo sanara y no quedaran marcas.

Respiro hondo y siento un peso abandonar mis hombros.-que bueno. Gracias doctor.

El duda antes de continuar.- No es todo. Creo que la señorita era víctima de abuso. En su revisión pude observar algunas marcas de moretones, unos más recientes que otros. ¿Sabía usted algo de esto?

Lo observo sorprendido y casi quiero ir a buscar a patricio para enterrarlo vivo.-No, si me hubiese enterado de algo, yo...

-No podemos pensar en lo que hubiese sido. Puedes cambiar las cosas ahora. Este es el momento. El ayer es pasado, hoy es un regalo y mañana es un misterio.-asiento aun sumido en mis pensamientos.- ¿Quieres verla?

-Si, por favor.-el doctor sonríe y me señala la habitación.- ustedes dos siempre han sido un equipo.- cuando lo observo con detenimiento, soy capaz de recordar a este hombre. El cual ha sido medico de nuestras familias desde hace mucho tiempo. Sonrió de vuelta y entro a la habitación.

Ella se encuentra cubierta por un camisón de color celeste y una sábana blanca. Su cabello es lo mas colorido de la habitación. En sus manos puedo observar los restos del paquete y sostiene a un lado el contenido del mismo.

-¿Te gustaron?-pregunto sin querer iniciar un tema delicado.

-lo siento-susurra.

-No creo que hicieras nada malo.- busco en uno de mis bolsillos y le extiendo un paquete de algo que espero le saque una sonrisa.

Ella sonríe un poco y lo toma. Abre el paquete con cuidado y observa con la emoción de una niña sus galletas favoritas.-Lo recordaste.

Me encojo de hombros-Espero sigan siendo tus favoritas.

Son oreos americanas, galletas de chocolate puro con crema en el medio de ambas. Lleva una a su boca y la mueca que hace es casi cómica.-esta deliciosa leo, gracias. Gracias por todo.- su gesto se opaca y me siento a su lado. Ella toma mi mano y no deja de observarme.-siento lo que viste hoy, la manera en la cual te trate.-sus ojos se llenan de lagrimas pero continua.-tú siempre has estado para mí. Hasta esto-señala las nuevas zapatillas que se encontraban dentro del paquete.

-Hago todas esas cosas porque quiero hacerlas pequeña.-observo su brazo cubierto por algunas vendas. El simple hecho de verlas me llena de una frustración arrasadora.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora