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Marinette subió a su habitación y se dejó caer sobre la cama, tapándose la cara con sus manos.
--¿Estás bien? --preguntó Tikki, algo preocupada.
--No lo sé. ¡No entiendo qué me ha pasado! ¿Cómo he podido besar a Chat noir? ¡Si yo estoy enamorada de Adrien!
--A veces el corazón tiene razones que la cabeza no entiende --la consoló la kwami--. Y, dime... cuando has estudiado su rostro, sabiendo que es alguien a quien podrías reconocer... ¿no te ha recordado a nadie?
--Es que no podía concentrarme, ¡cuando lo miraba solo podía pensar en Adrien! Supongo que mi corazón me recordaba que es a él a quien quiero de verdad, y sus imágenes se mezclaban en mi cabeza. Fue extraño.
--Ya, ya, claro... muy extraño --resopló Tikki, algo exasperada por la ceguera de su portadora.
--¿Cómo he podido hacer algo así?
--¿Cómo te sientes al recordarlo?
--Fue... agradable. Pienso en Chat, y me dan ganas de sonreír. Pero Adrien... Ay, Tikki, me estoy volviendo loca: ¿cómo puedo tener sentimientos por dos chicos tan diferentes?

La kwami ahogó una risilla.

--Misterios del corazón. ¿Qué te atrae de cada uno de ellos?

Marinette se levantó de un salto, enumerando con sus dedos mientras paseaba nerviosamente hacia un lado y hacia otro de la habitación.

--De Adrien, todo. Su amabilidad, su sonrisa, su tranquilidad. ¡Y es guapísimo! De Chat... su lealtad, su valentía, la forma en que me apoya cuando yo empiezo a dudar. La manera en la que me miraba --se quedó absorta un momento, coloreadas sus mejillas--. ¡Cómo respondió a mi beso! Creo que ninguno de los dos esperaba esto; dijimos unas cosas, pero demostramos otras. ¿Qué pasará cuando por fin pueda revelarle que soy Ladybug? Por un lado deseo que ocurra, por otro lo temo. ¿Seré capaz de renunciar a mi amor por Adrien y corresponderle como Chat merece? --se llevó la mano a la frente, preocupada--. Ay, no, ¡no podré tener un hámster con él, ese gato es capaz de jugar a atraparlo!
--No le des más vueltas, Marinette. Cuando llegue el momento, lo sabrás.
--Tienes razón. De momento, tengo claro que mi actitud con él siendo Ladybug no puede cambiar. Tenemos que centrarnos en derrotar a Lepidóptero, y no puedo permitir que nada nos distraiga de nuestro objetivo --dijo con firmeza.
--Ay, Marinette: tan centrada para unas cosas, y tan despistada para otras.
--Intentaré no coincidir con él sin el traje de Ladybug. Mientras actúe como debe hacerlo una heroína, puedo mantener la cabeza fría, y los sentimientos a raya: puedo ver con claridad...
--Mientras que, como Marinette, a veces no puedes ver lo que está frente a tus narices. ¡Cuidado!

La chica frenó en seco justo antes de tropezar con un montón de carpetas apiladas en el suelo, manoteando para recuperar el equilibrio.

--Gracias, Tikki; menos mal que estás aquí para guiarme.
--Recuerda, tú eres Ladybug tanto con el disfraz como sin él. Yo solo te ayudo a abrir los ojos para que puedas escuchar a tu propio corazón. Cuando tengas la suficiente seguridad en ti misma, estoy segura de que sabrás interpretarlo, y de que harás lo correcto.

***

--Chico, has estado transformado toda la mañana para poder darte un atracón de croissants, ¡espero que me hayas preparado una recompensa en forma de delicioso Camembert a la altura de las circunstancias!
--Aquí la tienes, pequeño glotón --exclamó Adrien tendiéndole una cajita repleta del oloroso manjar.
--Debes de estar contento, ¿eh, muchacho? Creo que has tenido incluso un postre inesperado, ¿eh? ¡Muack, muack! Jajajajaja.
--¡Plagg!
--¿Quééé? Ha sido divertido notarte tan nervioso. Aunque luego se volvió todo un poco empalagoso, a decir verdad. En fin, ¡este queso está tan rico que te lo perdono! ¿A qué sabe la chica de las coletas? --preguntó con curiosidad.
--Mucho mejor que ese queso, te lo aseguro.
--Mmmm, ¿estás seguro? Eso son palabras mayores.
--Pues es una de las pocas cosas de las que puedo decir que estoy seguro esta mañana... --respondió el rubio, frotando sus ojos.
--Un momento, un momento... por cómo te sentí, ¡pensé que estarías eufórico! ¿A qué viene esa cara? Está claro que cada vez entiendo menos a los humanos.
--Solo estoy confundido, Plagg. Eso es todo.
--¿Dejarás ahora de suspirar por tu compañera enmascarada para hacerlo por la chica que huele a dulces?
--No es tan sencillo.
--A mí me lo parece: esta te invita a croissants, la otra no se ríe de tus chistes; ¿por qué deberías dudar?
--Es que estoy enamorado de Ladybug, y prometí que amaría también a la chica bajo la máscara. Y Marinette... --suspiró--. Creo que también me gusta. Cuando se ha acercado a mí, simplemente he sido incapaz de apartarme, aunque en el fondo supiera que lo que hacía no estaba bien. Porque ella, además, es mi amiga: ¿cómo podría arriesgarme a hacerle daño?
--¿Hacerle daño? No me pareció que ella estuviera sufriendo, precisamente.
--¿Y si no consigo olvidar a Ladybug? ¿Y si a Marinette le decepciona que sea yo quien se esconde bajo la máscara, el traje negro y las bromas? Ha sido raro estar hoy con ella, ver cómo actúa desde otra perspectiva. En clase me ha costado mucho llegar a tener confianza con ella; aún ahora, que puedo llamarla mi amiga, y la valoro mucho como tal, parece incómoda en ocasiones cuando yo ando cerca. Quizás le agrade Chat, pero tenga sus reservas con Adrien; ¿cómo voy a aprovecharme de la situación sin que ella sepa a quién está besando en realidad?
--¿Qué quieres que te diga? Yo amo al Camembert, adoro al Brie, y ninguno de los dos se pone celoso. Ambos son quesos, y mi corazón los reconoce como tales, aunque cada uno tenga sus matices y a simple vista parezcan diferentes. ¿Te queda claro? --indagó, esparcimiento pequeños fragmentos de comida al hablar con la boca llena.
--Clarísimo... --bufó Adrien, sarcástico.
--Pues no deberías burlarte, listillo, porque lo que te he dicho tiene más sentido de lo que piensas --se indignó el pequeño gato negro, cruzándose de brazos.
--Gracias por escucharme, Plagg. Pero las chicas no son queso: tienen sentimientos, ¿sabes? No importan solo los míos --suspiró largamente, cubriendo sus ojos con las manos--. Y, en esta encrucijada, siento que, pase lo que pase, al final tendré que renunciar a algo importante para mí.
--A veces eres muy dramático, ¿sabes? Y un poco ciego, también --añadió en voz baja, meneando su cabecita a un lado y a otro.

Desayuno con croissants (Una historia dulce)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora