Ladybug corría con todas sus fuerzas, saltando de edificio en edificio, luchando por mantener su mente libre de cualquier pensamiento que no se refiriese al siguiente punto donde anclar su yo-yo o afianzar sus pies. Imaginar a Chat noir --y, por tanto, también a Adrien-- haciendo frente a solas a aquel monstruo generaba un nudo en su garganta que amenazaba con no dejarla respirar. «Él nunca me ha fallado», se recordó, sacudiendo la cabeza para despejarse.
El bip-bip de sus pendientes le informó de que estaba a punto de destransformarse. «Solo un salto más», pensó; deseaba acercarse lo máximo posible antes de tener que correr sin sus poderes, para ganar tiempo y regresar cuanto antes a la lucha. Pero cuando, aún en pleno salto, sintió el familiar cosquilleo y percibió el brillo rosado de su traje al cambiar; y cuando aterrizó rodando sobre el suelo, raspándose manos y rodillas y torciéndose el tobillo, fue dolorosamente consciente de su error de cálculo.
Aun así, magullada y sintiendo su tobillo protestar a cada paso, corrió lo más rápido que pudo hasta donde la aguardaba el maestro Fu.
***
El monstruo había terminado con toda la comida disponible, y elevaba su nariz al aire buscando un nuevo rastro que seguir. Chat noir no dejaba de molestarle, distraerlo, contenerlo; cada vez se sentía más cansado, pero no cejaba en su empeño. Además, el bicho comenzaba a rondar la puerta con mayor insistencia cada vez, y no estaba dispuesto a dejar que saliera de allí. La cafetería estaba ya absolutamente destrozada, y el chico había perdido la cuenta de los golpes recibidos, pero no podía permitirse flaquear.
Con un rugido ensordecedor, el akuma, furioso, cargó contra él, elevándose y girando en el último momento para clavarle sus afiladas garras de ave. Incluso con la protección que le brindaba el traje, el dolor fue muy intenso. El animal usó entonces un largo tentáculo para aferrar su tobillo, lanzándolo al otro extremo de la habitación. Al chocar contra la pared, parte de las latas de la estantería superior cayeron sobre él; con el camino libre por fin, el monstruo descendió por las escaleras tras celebrar su triunfo con una extraña mezcla de ladrido y cacareo.
Chat noir se revolvió para liberarse del peso que lo aprisionaba y trastabilló, algo mareado, al ir tras él. Al asomarse comprobó con preocupación que deambulaba, nariz en alto, por el vestíbulo. Cuando lo vio enfilar directamente hacia la puerta del vestuario, un angustiado reniego escapó de su garganta. Sin tiempo para pensar, ignoró las escaleras y, saltando la baranda, se arrojó sobre la espalda de la bestia. Esta se sacudió con fuerza, mientras el chico se aferraba a su pelaje, buscando la oportunidad de invocar su poder para destruir el collar. Sin embargo, pronto se encontró de bruces contra el suelo, sin aire en los pulmones. El bastón rebotó en el suelo y voló lejos de su alcance.
Desesperado al ver al animal cruzando el umbral de los vestuarios, se impulsó para agarrarse a una de sus patas traseras, hiriéndose en la mejilla con el afilado espolón, y sin conseguir nada más que ser patéticamente arrastrado hacia el interior de la habitación.
Como si se tratara de una pesadilla que lo enfrentara a sus peores miedos, gritó al comprobar que el olfato de la bestia lo llevaba directo hacia una taquilla concreta: aquella en la que había resguardado a Marinette. Junto a la cajita de macarons. Que habían preparado aquella mañana que pasaron juntos, que él mismo le había dado al despedirse. Y que ahora podía convertirse en su sentencia de muerte. Recuperando su bastón, se lanzó hacia el akuma, golpeándole con toda la fuerza que su desesperación le otorgaba. El animal gañó, dolorido, para luego contraatacar con furia, convirtiéndose en un torbellino de garras, dientes y tentáculos. Chat aulló de dolor cuando las poderosas mandíbulas se cerraron sobre su costado, zarandeándolo a un lado y a otro hasta escupirlo contra la pared. Sintiendo un hilo de sangre correr por su frente, y respirando a duras penas, reunió las fuerzas que le quedaban para incorporarse, pero las piernas le fallaron.
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Desayuno con croissants (Una historia dulce)
FanficBasado en el fragmento «marichat» del capítulo de la tercera temporada de MLB «Weredad», revelado en Brasil, añadiendo un poco de azúcar extra a la receta.