Capítulo 1: Cuando nadie nos ve

438 15 2
                                    

- No te vayas. - suplicó Fernando mientras intentaba sacar la ropa que Gloria había metido en la maleta.

- Ya no lo hagas más difícil. - respondió ella con la voz entrecortada.

- Tenemos que hablar, nuestro amor no merece terminar así.

- Tú decidiste que esto terminara de esta manera.

- Fue un error y estoy muy arrepentido.

- ¿De acostarte con otra o de confesarmelo?

Fernando bajó la mirada. Gloria suspiró, tomó sus maletas y salió de la habitación para luego marcharse de la mansión. Sí, luego de nueve años de noviazgo y trece de matrimonio todo se había acabado y esta vez parecía ser de verdad. ¿Qué voy a hacer sin él? se preguntó ella al salir de la casa. Pero un nombre se cruzó por sus pensamientos de venganza, el empresario Alejandro Sanz.

Esa noche, Gloria se instaló en la casa de su difunto padre junto a sus maletas desordenadas y su soledad. Ya tenía mucho tiempo de no visitar ese lugar en dónde fue tan feliz en algún momento de su vida. Estaba recostada en la cama, había pasado toda la noche pensando en su matrimonio, en su venganza de la cuál no estaba cien por ciento segura, llorando por los miles de recuerdos que le venían a la mente. Cerró sus ojos para intentar dormir unas horas, pero en ese momento sonó el timbre. 

Con algo de miedo por encontrarse a su esposo, bajó y abrió la puerta. Para su sorpresa, era su madre, quién luego de darle un fuerte abrazo le preparó el desayuno para poder tener una plática tranquila.

- ¿Qué ocurrió? - preguntó la señora Elena con algo de curiosidad.

- Pues.. - suspiró y miró algo apenada a su mamá. - Él no era lo que yo creía.

- ¿Te hizo algo? ¡Dime la verdad!

- Sólo fue la triste rutina. - respondió algo cortante.

- Esa no es la verdad y tú y yo lo sabemos, pero está bien, corazón. Hablaremos cuando tú puedas y quieras hacerlo. - le dedicó una sonrisa a su hija. - ¿Quieres más café?

- Sí quiero. - Gloria le devolvió la sonrisa. - Oye, mamá.

- ¿Sí? - sirvió nuevamente el café en la taza de su hija.

- Fernando me fue infiel. - confesó al fin.

- ¡Oh, preciosa! - se acercó a ella y la abrazó. - ¿Cómo te sientes?

-No estoy bien, me siento la peor basura del mundo.

- ¿Y eso, por qué? Tú eres muy valiosa.

- ¿Si recuerdas que hace unos meses atrás fuimos a una fiesta?

- ¿Y que hay con eso?

- Pues, esa noche yo conocí a un hombre. Sé que él siempre se sintió atraído por mí.

- Dime que tú no lo has engañado.

- No, no lo hice.

- Sé más clara entonces, por favor.

- No quiero quedarme de brazos cruzados, sólo eso.

- La venganza no está bien.

- ¿Y lo que él me hizo si lo está? - río un poco irónica.

- Claro que no. Hija, antes de hacer algo extraño, piensa en todos los años que compartiste junto a Fernando.

- Todos esos años que él arrojo a la basura por una calentura.

- Eso fue algo pasajero. Tú eres su esposa, su verdadera mujer. No arruines tu matrimonio por algo insignificante.

- Él lo arruinó, y yo soy una tonta por haber creído que era una persona muchísimo mejor, que jamás me traicionaría de esta manera. ¡Soy una imbécil!

El favor de la soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora