No tardaron más y salieron de la casa, se subieron al auto y el comenzó a conducir.
Estuvieron todo el camino en silencio, tampoco tenían mucho para decir; las excusas de Fernando siempre eran las mismas y Gloria ya estaba cansada de oírlas.
Llegaron y bajaron del coche, no había nada preparado en esa casa, pues la sorpresa estaba en el restaurante al que ella no quería ir.
Entraron a la propiedad y se sentaron en los sillones del living.
- ¿Quieres algo para comer? - preguntó él sabiendo la respuesta de ella. Quería parecer atento, pero temía que ella dijera que sí, pues no sabía cocinar.
- No, gracias.
- Si quieres algo me avisas.
- Ésta casa también es mía. Si quiero algo, lo busco y ya.
- Tienes razón, lo siento. Aún así, ¿estás segura que no quieres nada?
- Sí.
- Está bien. Entonces, vayamos al punto.
- Sí, mejor. Ya quiero ir a dormir a mi casa.
- Tú lo dijiste, ésta es tu casa. Puedes dormir aquí
- Lo sé muy bien, pero me gusta tener la cama para mí sola.
- Entonces si regresa a tu otra casa, porque ésta como es tuya, también es mía.
- Bien. - tomó su bolsa y se incorporó, pero enseguida él hizo lo mismo y la tomó de un brazo.
- Perdón, en serio. No quiero que te vayas, quiero que hablemos.
- ¿De qué? Creo que ya no tenemos que hablar de nada, estamos bien así, separados. - se soltó de su agarre.
- Te equivocas. Yo no estoy bien estando separado de ti, yo te amo y muchísimo, y sí, cometí un error pero ya estoy pagando por ello, me está matando el sentirte tan lejos, Gloria. Te extraño demasiado y te necesito, cada día más. - quiso acercarse, pero ella se alejó.
- ¿Por qué no pensaste en eso antes?
- Porque a veces tienen que pasar cosas malas para que vengan las mejores.
- Quizás, pero todavía me dueles, y con eso no se puede hacer nada. - fue sincera.
- Si le echamos ganas, se podrá.
- No lo sé, yo quiero estar sola, al menos por el momento.
El río irónico.
- Claro, para no sentirte culpable cuando me pongas el cuerno con Alejandro. ¿Es eso, no? Él te gusta.
- ¿Eso crees? Bueno, piensa lo que quieras. A estas alturas, me da igual lo que tú pienses de mí.
- Me castigas por algo que tarde o temprano vas a terminar haciendo.
- Yo estoy separada de ti, tú no lo estabas cuando lo hiciste.
- ¿Quién dice que estamos separados?
- Yo, y con eso es suficiente para que me dejes hacer mi vida en paz.
- A mí no me importa lo que digas tú, tengo papeles que demuestran lo contrario.
- ¿Qué estás buscando? ¿Un divorcio? Bien, si eso es lo quieres, lo tendrás pronto.
- Ay, ya. Sabes que de mí no vas a obtener ninguna firma para nada de lo que signifique separarnos.
- Ve buscando un abogado, Fernando. Quiero mi casa, mi coche, y todo lo que es mío.
- ¿Es una amenaza?
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El favor de la soledad
FanfictionEl matrimonio de Gloria y Fernando se acabó debido a una infidelidad, y en medio de esa sed de venganza, apareció el encantador pero a veces prepotente Alejandro, haciéndola dudar sobre el favor que le haría la soledad, la venganza o el verdadero am...