MESA PARA CUATRO.
Había sido un día muy agotador.
Con sus últimos ánimos, selló la hoja que le faltaba de aquella pila de papeles que se había empeñado a terminar hasta la hora de su salida.
Miró su reloj de pared.
Se había atrasado por quince minutos.
Abandonó la oficina en silencio, sin antes acomodar los papeles que revisaría el día siguiente.
El año estaba por terminar y el trabajo era más arduo, ya que le papeleo que tenía que revisar aumentaba por los comerciantes extranjeros que llegaban a la aldea, trayendo consigo sus tradiciones y mercancía.
La soledad era su fiel compañera desde hace años.
Era rara la vez que salía con su hermano mayor a comer fuera de su mansión.
Pensaba llegar a su casa, cenar, darse una ducha y dormir directamente. Como todos los años, pero...
El ya no solo era encargado de sí mismo.
Apenas llegó a casa, tres figuras lo recibieron, saliendo de la cocina.
― Bienvenido a casa, padre.
Shinki habló por los tres.
El asintió a respuesta.
Era cierto.
Hacia un par de meses que recién los había hospedado en su casa, con la intensión de entrenarlos, ya que los tres poseían un talento superior al normal.
― Kankuro, ¿no llegó? ―preguntó con cierta intriga, mientras miraba de reojo, que la cocina estaba hecho un desastre, junto con los niños, que al parecer habían intentado cocinar su propio alimento, ya que eran muy independientes, pero... carecían de nociones básicas de cocina.
Fue entonces que recordó que la cocinera se tomaba libre, siempre esos días festivos, Kankuro y él comían lo primero que encontraban y se dormían, o este primero cocinaba si estaba de humor, cosa que no pasó, ya que todo indicaba que había optado por salir a la aldea, posiblemente a beber con sus iguales o alumnos.
― Si, pero se bañó y se fue ―respondió Yodo, mientras hacía hervir algo en una cazuela, un intento de sopa tal vez―, pero deme unos minutos, que ya estoy a punto de...
― Yo no confiaría en ella, le echó un montón de cosas al azar, no sabe bien, ni se ve bien ―señaló Araya, quien seguía revisando la heladera en busca de algo más agradable que comer, pero sin éxito.
Gaara sintió una ligera preocupación.
Nunca antes se había enfrentado a una situación similar.
Por él, se hubiese resignado con una fruta cualquiera, pero esa no era cena aceptable para unos niños en crecimiento como lo eran ellos.
Tampoco tenía ánimos para cocinar, su vista estaba cansada.
Fue entonces que esa idea cruzó por su mente.
― Saldremos a cenar fuera, tienen quince minutos para alistarse.
Los niños lo miraron con cierta confusión.
― ¿Comer afuera? ―preguntaron al unísono, pero con respeto.
― Si, así es. No tarden, me daré una ducha.

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MESA PARA CUATRO.
FanfictionLuego de un largo día de trabajo, el Kazekage seguirá despierto... viviendo momentos inesperados con los niños a su cargo, trayéndole viejos recuerdos de su niñez ESPECIAL NAVIDAD. ONESHOT FAMILIAR.