TUMBLR

7 0 0
                                    

Siempre andamos de prisa, pensando que el tiempo se termina; y somos nosotros los que nos acabamos. Dejamos que sean manecillas y kilómetros las que controlen lo que sentimos, los que determinen cuánto amamos, o cuán grande es el amor. Medimos las distancias con los ojos abiertos y la cercanía por cuán juntos estén unos cuerpos. Porque nuestra mente finita no puede procesar que dos se amen con océanos de por medio. Caminamos siempre pensando en el abismo, no en cuán fortalecidos han estado las piernas luego de tantas cuestas, o cuánto hemos caminado. El cielo nublado nos asusta, los vientos nos acobardan y ver las carencias del otro nos hace huir. Andamos de prisa, buscando un amor, o alguien que nos diga quédate. Corremos a los primeros brazos que se abren y odiamos estar con nosotros mismos. De prisa. Sin esperar, pero la vida dura lo mismo para aquellos que esperan y para aquellos que van rápido. ¿Por qué dejar de disfrutar el recorrido para llegar, si el final siempre es el mismo? Veloces intentamos llenarnos las manos para disimular. Miramos con recelo a aquellos que esperan, que se quedan, que no van a nuestro ritmo. Lo importante es que no se nos note lo que nos falta, que los otros vean lo que sí aparentamos tener. Perdemos la paciencia. Las miradas. Los sueños. Perdemos lo importante por andar de prisa. Por querer olvidar al conteo de tres, un te amo que nos marcó la piel. Por querer encontrar el amor cuando ni nosotros podemos amarnos. Por querer que todo sea diferente sin movernos. De prisa. Avanzamos. Dejamos que nuestros pasos los dicte el calendario. Nos asusta cuando alguien habla del amor eterno, o de los abrazos que detienen el tiempo. Nos da vértigo que otros sientan alboroto en la distancia y que cierren los ojos para respirar el silencio. Por andar de prisa, por querer llegar primero, por no andar solos. De prisa. Por el famoso “la vida es una”, pero al final, ¿cuán vacío llegarás a tu destino?

DESAHOGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora