Baby [Jikook]

VII

Capítulo 7, muchos sentimientos.

Los ojos del pelirubio se abrieron automáticamente a las seis de la mañana. En cuanto vio a su pequeño Jungkook dibujó una sonrisa en su rostro. Se veía tan tierno e indefenso que parecía irreal.

Se levantó sigilosamente de la cama para abrir el maletín que no había abierto desde que llegó y sacó de él algunos libros y cuadernos de la universidad. Se había prometido que no descuidaría sus deberes y que seguiría siendo igual de responsable que siempre. Aunque tuviera al niño más dulce del planeta justo a un metro de distancia.

— Demonios —soltó en un susurro al darse cuenta de todo el trabajo que tenía que hacer.

Suspiró y cerró los ojos para procesar y planear en su mente cómo lograría terminar todo. Un par de minutos después decidió empezar por el ensayo sobre el acondicionamiento físico que tenía pendiente. Sacó el libro y comenzó a leer lo más rápido que pudo, pegando en todas las hojas post-its con anotaciones de lo más importante del texto.

— Ya casi —susurró al cabo de quince minutos, sintiéndose orgulloso. Echó un vistazo hacia la cama en la que había dormido y sonrió. Su pequeño bebé seguía durmiendo plácidamente.

Una vez que terminó de leer, tomó unas cuantas hojas y empezó a redactar el ensayo con ayuda de sus apuntes.

[...]

Jimin estaba muy nervioso. Había ganado una beca en una de las mejores universidades de danza y coreografía.

— ¿Cómo crees que se lo tomen? —preguntó el pelirubio a punto de comerse las uñas.

— Jimin —su mejor amigo lo regañó con la mirada—. Seguramente estarán muy orgullosos de ti, no te aflijas más.

Jimin se calmó un poco, pero aún así ese sentimiento de intranquilidad se instaló en la boca de su estómago.

— ¿Danza y coreografía? —el señor Park no estaba para nada contento—. ¿Tan inútil eres para querer estudiar algo así? Podrías ser un excelente abogado, no un marica desdichado.

Jimin rió con ironía y dolor a la vez. Él pensaba que quizás su padre lo escucharía y se diera cuenta de que ser abogado no era lo que quería para hacer el resto de su vida. Qué equivocado estaba. Amaba expresar todo lo que sentía mediante la danza y eso nadie lo cambiaría.

— No soy ningún inútil por querer ese futuro —el pelirubio no se dio cuenta que estaba llorando hasta que comenzó a hablar—. No me importa lo que tú pienses o no de mi, pero te aseguro que voy a estudiar danza y no me voy a rendir hasta conseguirlo.