—No era necesario que me trajeras hasta mi casa.
—Ni loco dejaría que caminaras sola en la noche— dije mientras negaba—.
—Gracias— dijo ella con una sonrisa tímida—.
Sonreí en respuesta y me quedé observándola detenidamente.
Sus ojos realmente eran hermosos y sus finos labios rosados se veían tan suaves...
—Y-Yo... Creo que debería de irme— murmuró un poco sonrojada—.
—Te dejo ir si prometes que nos veremos otro día— dije con un intento de voz seductora—.
—Mándame un mensaje y probablemente acepte— dijo guiñando un ojo y saliendo del auto—.
—¿Estás provocándome?— pregunté mientras fingía estar sorprendido—.
—Tú llevas haciéndolo toda la noche— contestó antes de cerrar la puerta del coche y empezar a caminar hacia la entrada de su casa—.
Suspire como cualquier colegiala lo haría.