capitulo 1

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El bendito bip bip del teléfono me hizo abrir los ojos. Aun estaba oscuro, hacia frio, y creo que hasta estaba lloviendo. Ahora, ¿Quién, en su endemoniado juicio, me estaba llamando?

Cuando volvió a sonar de nuevo, me levante para agarrarlo del piso. Pise el botón para contestar.

            --¿hum?--  respondí con tono adormilado.

            --oh, dios, Sami, ¡tengo rato llamándote!--  chillo Amanda, mi amiga de la infancia y vecina de al lado  --hay…-- 

            --¿sabes qué hora es?--  gruñí.

            --ah… las dos am-- 

¡¿Dos?! Mis ojos se abrieron.

            --¡¿se puede saber por qué demonios llamas a esta hora?!-- 

            --tengo una emergencia-- 

Esas tres palabras me hicieron olvidar mi enfado, ahora remplazado por miedo.

            --¿Qué paso?-- 

            --mi hermano… el…--  un sollozo  --el… ayúdame--  colgó.

Uh… ¿hermano? ¿Qué hermano? ¿Ayuda?

Me puse una chaqueta, zapatos y mis lentes, por ser un poco ciega. Ni siquiera sali por la puerta principal, ya que nuestras casas solo estaban separadas por una pequeña cerca nada más, no, sali por la ventana.

La lluvia helada me golpeo la cara, y el frio lo hizo peor. Los lentes se empañaron cuando empecé a correr hacia la cerca. Sin esfuerzo, la salte, y a unas pocas zancadas más, llegue a la casa de Amanda. La ventana ya estaba abierta, así que entre, mientras secaba los lentes y me los ponía. Mi respiración se estanco cuando vi el cuarto desordenado; las almohadas en el piso, la ropa regada y vidrios rotos. ¿Qué…? Ni siquiera escuche nada, ¿Cómo paso esto así…? De repente mi boca fue tapada, y un brazo rodeo mi cintura.

            --no vayas a gritar--  me susurro una voz masculina en el oído.

¿Yo? ¿Gritar? Para nada.

Mordí su mano, clave mi codo en su estomago, lo que le saco el aire y luego le pise el pie. Mi agresor soltó una maldición, lo que me hizo sonreír. ¡Así se hace, Sami! Me felicite. Como aun seguía de pie, lo que me confundió, me agache y le hice un barrido de pies con mi pierna. Cayó con otra palabrota. Vaya, hay que lavarle la boca con jabón. Rápidamente me monte a horcajadas sobre él, agarrando sus manos sobre su cabeza.

            --¿Quién eres y que hiciste con Ami?--  pregunte.

Antes de que pudiera responder, la luz se encendió. Gire mi rostro hacia la puerta, encontrándome con una muy sorprendida Amanda.

            --¿Qué haces?--  pregunto confundida.

            --no, ¿ qué haces? Me llamas a las dos de la mañana diciendo cosas incoherentes y cuando llego tú cuarto esta hecho un desastre y para colmo, hay un chico--  gruñí  --explica-- 

Amanda me miro con sus inocentes ojos claros… siiii… no. Esta vez no. Arquee una ceja, sabiendo que no le gusta cuando lo hago. Su fachada se derrumbo. Sonrió.

            --bueno, Sami, te llame porque necesito tu ayuda, y él es mi hermano-- 

Entrecerré los ojos hacia ella.

            --¿Qué hermano? Tú no tienes ningún hermano-- 

            --bueno, la última vez que revise, si lo tengo. Hasta te mostré una foto-- 

Hice memoria. Mmm…

            --la foto donde aparece un enano, todo pecoso, gordo y con cara de cervatillo asustado. ¿Esa foto?-- 

            --no tengo… tenía, cara de cervatillo asustado--  

Gire mi rostro hacia la persona que estaba aplastando y… wow. No, no tiene cara de cervatillo asustado. Solo tenía unas pocas pecas alrededor de la nariz, y por lo visto era más alto que yo, y para nada gordo. Pero no había nada de cervatillo en el, de hecho era todo lo contrario. Entrecerré mis ojos hacia él. Con esa cara de bebe tímido, debe tener a muchas babeando. Y esos labios…

Carraspee, mirando a Amanda, que estaba todavía en la puerta. Se había puesto a jugar con un mechón de su cabello negro. Nos miraba entre divertida y burlona.

            --¿esta cosa en verdad es tu hermano?--  pregunte.

Sonrió –sip. Te lo presento, el es…-- 

            --no, no lo hagas--  interrumpí, de pronto molesta. Me había llamado por gusto.

            --¿Por qué no?--  hizo un puchero. Realmente odiaba cuando hacia eso.

            --porque no, no quiero que me lo presentes-- 

            --¡pero es mi hermano!-- 

Iba a responderle a eso, pero el movimiento debajo de mi me alerto de que iba a hacer algo. Cuando lo mire, estaba sonriendo de oreja a oreja.

            --bueno, ¿y si me presento yo mismo? No hay problema, ¿verdad?--  pregunto, todavía sonriendo. Sus pecas se veían muy bien a esta distancia.

            --¿Y si me presento yo primero?--  dije, apretándolo con mas. En serio que quiero quitarle la cabeza y jugar futbol con ella.

            --no, yo primero. Mi nombre es Alexander, soy el hermano mayor de Amanda. Me ha hablado mucho de ti, es bueno conocerte al fin--  sus ojos destellaron con diversión –aunque nunca imagine que sería de este modo-- 

Hice una mueca, separándome de él y levantándome.

            --bueno, ya sabes quién soy, pero de todas maneras lo diré; mi nombre es Samantha, mejor amiga de tu hermana y no me han hablado de ti--  me cruce de brazos y mire a mi amiga --¿para esto me llamaste?-- 

            --no--  Amanda me dio esa sonrisa loca, la cual hacia cuando de verdad pensaba cosas locas  --te llame porque mamá está haciendo el turno de noche en el hospital y no sabíamos que Alex llegaría hoy, así que pensé en darle la sorpresa en la mañana-- 

No me gustaba hacia donde estaba yendo esto. La mire, recelosa.

            --¿y yo que tengo que ver en esto?-- 

            --que el se va a quedar en tu casa hasta que amanezca-- 

Lo decía como una afirmación, no como una pregunta. Negué con la cabeza y empecé a reír. Esto debía ser una broma. ¿Verdad? empecé a negar con la cabeza.

            --no, no y mil veces no--  dije rotunda.

Media hora después, estaba colocando sabanas en el piso. Amenace al hermano de Amanda con castrarlo si se llegaba a acercar a mí y después me acosté en mi cama. El solo rio, se saco su camisa y se acostó en el suelo. Esta iba a hacer una noche larga. 

Mi pequeño mentirosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora