capitulo 3

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--¿en verdad dijo eso?--  pregunto Amanda por decima vez.

Después de tratar de explicarle a mi padre lo que sucedió en verdad, lo que fue inútil ya que no me creyó, me escape con mi perro Donatello al parque. Todavía estaba algo molesta y aturdida, sobre todo aturdida, con lo que paso en la mañana. ¿Quién se creía que era? Mi padre estaba todo feliz porque tenía “novio” y porque ya no era su “niña”. Dios, qué vergüenza. ¿Y como se le ocurría pensar que yo era lesbiana?

Todavía estaba maldiciendo cuando Amanda me encontró.

            --¡sí!--  respondí.

Las carcajadas de Amanda llenaron el lugar desolado. Al ser medio día, y vacaciones, todos estaban o en su casa o en la playa. Nosotras éramos las únicas que estábamos aquí, aparte de Donatello, que aun seguía acostado a mis pies. La mire, molesta.

            --¿Cómo puedes reírte?-- 

            --perdón, pero es que es imposible no reírse--  se limpio una lagrima –no puedo creer que tu padre pensara que entre nosotras había algo. No te ofendas, pero no eres mi tipo-- 

Me hice la ofendida –pero si yo soy una gran persona-- 

            --si, si, querida, lo sé. El problema es que tus estados emocionales son raros-- 

            --no estoy loca-- 

Bufo –claro. No es que seas loca es…-- 

            --tampoco soy bipolar-- 

            --…que eres muy explosiva--  termino.

Arquee una ceja --¿ah?-- 

Amanda sonrió –si, pequeña. En un momento estas tranquila y al otro estas ahorcando a alguien. No, no digas nada--  me freno –sabes que es cierto. Eres muy tranquila, hasta que alguien te provoca y entonces ¡zas! Es toda la ira de un tornado combinado con un tsunami-- 

            --como si tú fueras una bola de azúcar--  rodé los ojos        

        --no lo soy. Pero al menos si estoy molesta, doy a ver que lo estoy. Contigo nunca se sabe, un momento estas riendo, y al otro estas sobre la garganta de alguien--  

No pude evitarlo. Solté una pequeña risita. Ella era tan sincera; me hacia quedar como si fuera una loca o bipolar. Por eso la amaba. Amanda se podía ver tierna con su largo cabello negro y el flequillo sobre sus grandes ojos claros, y también porque era diminuta y hacia unas caras graciosas cuando estaba molesta, pero tenía una lengua afilada y garras enormes. Nos cuidamos mutuamente.

Yo, por el contrario, era un tanto alta, con lentes y cabello castaño claro un poco corto. Yo era, por lo general, tranquila. Pero Amanda tenía razón, si me provocaban, respondía. De las dos, era la que siempre pensaba antes de actuar, excepto cuando de verdad me sacaban de mis casillas.

Sonriendo, me levanto. Le silbo a Donatello, que se levanta con su colita marrona moviéndose. Era lo único marrón en el, ya que todo su cuerpo era negro.

            --vámonos. Papá dijo que iba a cocinar, y me dijo que te podía invitar--  le digo.

Se levanta, aplaudiendo. Empezamos a caminar hacia la salida.

            --me encanta cuando cocina tu padre. ¿Puedo invitar a Alex y a su amigo?-- 

            --¿tan rápido hizo amigos?--  murmure.

            --es un amigo que vino de España con el-- 

Asiento, pensativa. Ahora que me doy cuenta, no sé nada de este hermano que de repente apareció de la nada.

            --¿ustedes son hermanos por parte de quien?--  pregunte.

            --de ambos padres. Cuando se divorciaron, papá se llevo a Alex a España con su otra familia--  

Cierto. Su padre le fue infiel a su madre, se divorciaron cuando ella tenía siete. Yo apenas me acababa de mudar con mi padre, ya que mi madre murió en el parto de Joshua. No recuerdo a ningún niño en ese momento. Y si era el gordito pecoso que provocaba amasarle los cachetes, pues no lo vi.

            --Alex no quería irse con él--  siguió Amanda –pero al día siguiente llego llorando y dijo que si se quería ir, que no lo dejara con la “niña hermosa pero mala”, nunca me dijo a que se refería-- 

Soltó una risa, pero yo no podía reír. Me pare en seco.

“eres una niña hermosa pero mala”.

Por alguna razón, la frase me llego a la memoria. Jum… niña hermosa pero mala... Algo hizo clic en mi cerebro. No pude evitar encogerme.

Uh… estoy metida en más problemas de los que creía.

Mi pequeño mentirosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora