Parte IV

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A la mañana siguiente, Oliver despertó renovado, se sentía feliz y no quería salir de la cama. Era la mejor mañana de navidad de su vida y quería alargar el momento todo lo que pudiera. Quería seguir abrazando a Kate, que estaba tan adorable entre sus brazos, dormida como un angelito. No quería alejarse o despertarla, aunque tal vez podría despertarla para hacerle el amor nuevamente, pero era mejor que comieran algo primero. La quería llena de energía y no muerta de hambre y débil.

Se giró en la cama y vio su ropa sobre una silla, donde la había dejado la noche anterior después de recoger todo del baño, mientras ella había estado dormida y vio el sobre que ella le había entregado saliendo del bolsillo de la chaqueta. Recordó que nunca había abierto el sobre, ya que se había enfocado por completo en Kate, pero ahora sentía curiosidad.

Decidido que debía levantarse para salir de la habitación y pedir la comida sin molestarla. Le dio un beso en la frente y salió de la cama, tomó unos pantalones de chándal de un cajón, se los puso y tomó el sobre. Salió de la habitación y fue hasta el teléfono de la sala de su suite. Se sentó en el sofá e iba a pedir el desayuno, pero el sobre lo llamaba. Cuando finalmente lo abrió, no pudo creer lo que leía.

"Para Oliver,

Se que crees que me he olvidado de ti, pero nada más lejos de la verdad.

Para todos hay amor en esta vida, muchacho desconfiado.

Disfruta de tu regalo de Navidad.

De tu abuelo, Nicolas"

PD: Tu abuela espera que invites a esa linda muchacha, a una de las cenas de la familia, no la decepciones.

Oliver solo pudo reír a pleno pulmón. El metiche de su abuelo había enviado a Kate hasta él, sabiendo que eran perfectos el uno para el otro. Parece que su abuelo aún recordaba las épocas en las que fue él quien tuvo que unir parejitas y no había perdido su toque, porque sentía que Kate, era la mujer perfecta para él.

― ¿Que te divierte tanto, guapo?

Oliver se giró para ver a Kate, en la puerta de su habitación cubierta por la manta con la que se habían abrigado durante la noche. Y quedo cautivado al verla a la luz del día. Su cabello brillaba con la luz de la mañana, su piel se veía más clara y sus hermosos ojos color miel lo seducían. Definitivamente era la mujer más hermosa que había visto.

―Las ocurrencias de mi abuelo, el sobre que me entregaste anoche era de él, digamos que era su regalo de navidad.

Dijo mientras se acercaba a ella y la besaba, hasta casi devorarla. Encendiendo las pasiones de ambos.

―Buenos días. ―dijo él sonriendo como un niño que se encuentra justo con lo que había pedido para navidad y así se sentía, como a quien le habían dado exactamente lo que quería de navidad, su regalo perfecto.

―Buenos días ―respondió ella entre sonrisas, al descubrir que él seguía siendo el hombre encantador y apasionado, por la mañana, que había sido la noche anterior y no uno de esos patanes que a la mañana siguiente solo esperan que la mujer desaparezca y lo deje en paz. Pero eso no podía estar más lejos de lo que él quería, porque Oliver se moría por mantenerla a su lado, para siempre.

―Vamos a pedir algo de comer, te quiero con fuerzas, porque vas a pasar tu día de navidad en la cama conmigo y si después tienes ganas podemos ir a cenar a casa de mis abuelos.

Dijo llevándola a la cama y sonriendo como un tonto y provocando en ella nuevas sonrisas de deleite.

Definitivamente era la mejor navidad del mundo y eso es justo lo que sucede cuando tienes el regalo perfecto.

¡Feliz Navidad!

El Regalo PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora