Parte II

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Kate no sabía que había pasado, era una simple despedida y de pronto la estaba besando con tanto fuego que la iba a quemar. Nunca la habían besado así y nunca se había sentido tan excitada por un beso como ahora.

Oliver cortó el beso y la miró, esperando tal vez que le reclamara, que lo rechazara o lo abofeteara, tal vez que hiciera todo lo que debía hacer una mujer decente, pero lo único que Kate pudo hacer, fue abrazarlo y besarlo nuevamente. Esta vez, el beso fue más intenso, Oliver la abrazó a su vez, la acercó a su cuerpo y la aprisionó en su calor, hasta que creyó que iba a derretirse en sus brazos.

―Oliver... por favor... detente, debo irme. ―dijo Kate intentando alejarse de él, pero fallando miserablemente, sabía que no era correcto besar a un hombre que acababa de conocer, pero sus besos se sentían tan correctos como ningún otro beso se sintió antes.

―No... por favor, quédate conmigo. ―respondió él mientras besaba su cuello y volvía a sus labios para enloquecerla, mientras recorría su espalda y cintura con sus manos, acercándola aún más a él. ―Quédate Kate, se mi regalo de Navidad.

Cualquier rastro de fortaleza, salió por la puerta, quería ser su regalo de Navidad, de año nuevo, de reyes, de cumpleaños, de lo que fuera; solo quería estar con él. Quería pasar esa noche fría y se suponía solitaria, entre los brazos de ese hombre fascinante y cautivador. No sabía qué le sucedía, porque se sentía de esa manera, pero quería quedarse con él, ya se lamentaría mañana de esta locura.

―Si, me quedo.

Antes de terminar de decir esas palabras, Oliver ya estaba conduciéndola hasta el ascensor, sin apenas soltarla. Una vez dentro del elevador, la llevó contra una de las paredes y la besó sin descanso. Apenas podía pensar y tal vez era lo mejor, no fuera a reconsiderarlo y saliera corriendo del hotel.

Cuando las puertas finalmente se abrieron, llegaron a un solitario pasillo del elegante hotel y Oliver la llevaba abrazada sin dejar de besarla. Paraban cada dos por tres para besarse, antes de continuar el camino hasta llegar a la habitación que buscaban. Él abrió la puerta casi con desesperación y entró con ella entre sus brazos.

―Te necesito. ―dijo Oliver empezando a quitarle el morral y el abrigo que ahora llegaba puesto.

―Espera, necesito darme una ducha. ―dijo Kate intentando alejarse un poco.

―Pero si hueles delicioso ―dijo Oliver oliendo su cuello.

―Por favor, llevo de un lado a otro de la ciudad desde temprano, no me siento bien así.

―Está bien. Tal vez sea divertido. ―dijo Oliver con una sonrisa de grinch que la fascinó.

―¿Qué planeas? ―preguntó ella.

―Ya verás.

***

Oliver descubrió rápidamente que el que Kate quisiera darse un baño era una idea estupenda. La llevó al baño entre besos y se detuvo solo un momento, para abrir la llave del agua caliente y empezar a llenar el jacuzzi, junto con las sales y el jabón espumoso que habían dejado los del hotel y él no se había siquiera planteado usarlo, pero con Kate, valía la pena utilizarlos.

―Pero ¿qué estás haciendo? Oliver, solo necesito una ducha rápida, no un baño completo.

―Puede ser, pero es mucho más divertido y relajante darnos un baño.

―¿Darnos? ―preguntó ella, levantando la ceja.

―Por supuesto, creías que te iba a dejar solita bañándote. No hermosa, voy a aprovechar cada momento que pueda tenerte a mi lado. ―dijo antes de besarla y empezar a quitarle la enorme camiseta que traía puesta y descubrir su cuerpo.

El Regalo PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora