Tsukuyomi.

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—¿Estás seguro de que es él, Eros?—analizaba con la mirada a la criatura reflejada en el agua, que servía como un espejo para ver otros lugares. En este caso, un Jiin* de Japón, de apariencia importante por cierto.

—Muy seguro mi señora, he buscado en los pensamientos de el señor Muerte y este es el ser que necesita para acompletarse—respondió con seguridad el pequeño dios alado.

—Bueno... Es japonés. ¿Cuál es su nombre?

—Es bien conocido como el dios Tsukuyomi, pero su nombre de pila sería Hiro. Hiro Tsukuyomi, entonces.

—¡Tiene un nombre de pila! Parece que en algo se ha parecido a Miguel. Qué afán por agregarle más nombres innecesarios al ya impuesto, por Zeus—negó levemente con la cabeza.

—Bueno, mi señora, lo cierto es que la criatura japonesa pertenece a el linaje de el principal Tsukuyomi; es el nieto, de hecho, pero ya ha tomado en lugar de su padre en la línea de dioses.

—¿No es de existencia totalmente pura?, pues no estoy segura de que él sea la mejor opción, pequeño Eros. La idea es que haya paz entre Miguel y yo, no más odio—se alejó del líquido con efecto espejo en su suelo. Empezó a dar vueltas por el lugar; después de pensarlo mucho, esta era la mejor oferta de tratado de paz que podía ofrecer: una pareja perfecta para él. Pero ahora parecía difícil—No puedo permitirme seguir con nuestra enemistad, últimamente mi nivel ha bajado y la Muerte podría ser una amenaza para mí.

Y es que los dioses no intentan arreglar conflictos por buena voluntad. Debía obtenerse un bien común de la amistad entre ellos.

—Podría investigar más sobre él, si lo desea. Iré con Perséfone —de hecho, la mujer en cuestión tiene información de las deidades de distintos lugares, debido a su poco contacto con lugares que no fueran el Inframundo. Ocupa su tiempo en investigar sobre el exterior; sería catalogada como chismosa, sin embargo Perséfone era discreta, y no decía nada de lo que sabía a menos que fuera realmente necesario. A vista de Afrodita ésta sería una gran comunicadora para saber si había algo realmente "especial" que podría tener una criatura que aunque, debía admitir, era hermosa, tenía piel pálida y apariencia frágil.

Conocía el carácter de Miguel, una persona débil y sumisa no sería buena para él. Debía tener una fuerza igual a la de él, para mantenerse en armonía.

Sabía de antemano que a la Muerte le gustaban las cosas/personas interesantes.
Y no encontraba nada peculiar en los suaves movimientos y sonrisas delicadas de el ser reflejado en el agua.

—Investiga sobre él, Eros. Busca algo que lo haga digno—y no es que le importara qué tan pobres podrían ser los gustos de el dios, pero no mancharía la reputación de todo el olimpo porque uno de los miembros más inportantes tuviera una pareja tan indigna.

—Como diga, señora.

...

—No. Ni hablar. No pienso revelar datos sobre deidades japonesas. Son tan delicadas y finas las damas de la corte, que de hecho no estoy segura de que una de ésas mujeres sea buena para Miguel. Quiero decir, son hermosas, pero no es el tipo de belleza que a Miguel le gusta; deberías saberlo mejor que nadie, Eros—arrugo la nariz. Ese pequeño ser alado siempre se metía en lo que no le importa.

—No es una dama de la que hablamos, señora. Es un joven de puesto alto en la jerarquía.

La mujer arqueo una ceja, pero no dijo nada al respecto. Ya se había hecho una idea de sus gustos desde que su buen amigo Tánato no quiso reposar en su cama. Bien, no sería ella la que lo juzgara; amaba la diversidad.—Bueno... Depende, ¿de quién se trata?

—Tsukuyomi Hiro.

La mente de la diosa divago por un momento, intentando recordar de quién se trataba.—¡Oh, el dios de linda piel!, sí, ya lo recuerdo.

—¡Muy bien!, ¿podría darme una descripción de él?

—Explosivo y cambiante. Éso es todo lo necesario para describir a alguien como el joven Hiro. Su apariencia es hermosa, ciertamente, pero su carácter es delicado. Se ofende fácilmente; una verdadera muestra de que el buen Tsukuyomi es su abuelo... Mira que matar a Ukemochi, oh sí...*—se desvío del tema, aunque pronto lo retomó.— Es una criatura muy bella, y sus emociones cambian tanto como la luna todos los días. Podría ser... Una buena pareja para Miguel. Sí, éso creo.

Eros se quedó en silencio durante un rato, pero terminó por concordar. Sus instintos no fallaban, y si éstos le decían que la pareja perfecta para la Muerte era un chinito con algunos problemas de humor, pues así sería— Gracias por su ayuda, señora Perséfone—hizo una reverencia—Mandele saludos a Hades de mi parte, si no es molestia.

—Claro, yo le diré...—al momento en que el más pequeño se proponía irse, la voz de la diosa lo detuvo— Eros, consigue que ése cabeza hueca de Miguel cambie su cara seria a una feliz. Es también una petición de mi parte.

—Claro que sí, haré todo lo que esté en mis manos.

Y se alejó.

A miles de kilómetros de distancia, Hiro sentía ser observado. Un escalofrío viajó por su columna vertebral.

El año estaba empezando...

Su suerte dictaba gran fortuna.

...

* Templo.

* En la Mitología japonesa, Tsukuyomi, tercer hijo noble, mata a Ukemochi (diosa de la comida) al sentirse ofendido de que ésta le ofreciera comida que había extraído de su ano, boca y nariz.

Hola, buenas madrugadassss, si alguien lee esto, comente :(
Me siento tan solita con mis fanfics feos unu

What Is Love? -[Higuel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora