Au Lait

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El castaño se aproximaba hasta su trabajo con cinco minutos de retraso, esperaba fielmente que el gerente no tuviera la suerte de llegar antes que él. Corrió hasta doblar la esquina y empujo la puerta con la poca fuerza que le quedaba.
— Buenos días, enamorado.  — Saludo Dahyun desde la caja. — ¿Acaso la belleza de ayer paso la noche contigo? — Pregunto observando la mancha rosada en el cuello.
— ¿Qué? — El castaño palpó su cuello apretando en ciertos puntos hasta que encontró el lugar correcto al que miraba su compañera. — Se le llama acné. — Respondió ligeramente harto de la situación.
— No puedes atender así. — La castaña desenvolvió su femenina pashmina amenazando con colocarla en el cuello del más alto.
— ¿Sabes el calor que hace aquí dentro después de dos horas cerca de la máquina? — Jungkook empujo levemente las manos hacia su dueña, negándose a utilizar la prenda.
— ¿Sabes las impresiones que causaras con esa marca ahí? — El castaño mordió su labio preocupado.
— Te pondré maquillaje, ven. — Lo tomo de la mano y lo llevo hasta la habitación trasera donde estaban sus pertenencias. El barista se recargo en la pared esperando a que Dahyun tomará lo necesario de su bolso.
Decidió perderse en sus pensamientos, recordando el peculiar olor de Jimin. Bien podría ser cualquier loción para bebés o una loción masculina con pimienta.
Era tan atrayente.
Su cuerpo se sobresalto al sentir la fría fórmula en su cuello, la menor la esparcía y difuminaba con maestría esperando alguna palabra o halago para cuando termino, sin embargo su compañero se limito a agradecerle y a regresar con la máquina. Bufo enojada aproximándose a la caja con la persona que menos quería ver en ese momento.
— Hola, Jimin. ¿Qué necesitas? — La chica colocó su peor sonrisa y evito el contacto visual a toda costa.
— ¿Jungkook no está aquí? — Pregunto alzando su cuello intentando encontrar la bonita cabellera del barista.
— Hoy estoy en la caja, ¿vas a pedir algo o me permites atender al cliente detrás de ti? — Dahyun miro sus uñas en un gesto desinteresado esperando la respuesta del mayor.
— Un mocca, por favor. — Jimin no lograba entender el cambio de actitud en la chica, ayer estaba sonriente y con mucha disposición de ayudarle por su error, pero hoy parecía casi odiarle. Le tendió el dinero confundido y de la misma manera tomo el cambio, buscando un asiento cerca de la máquina.
Su corazón se negó a latir cuando sus ojos encontraron al castaño, los orbes avellana estaban extremadamente concentrados en su deber. Sus manos se movían con profesionalismo, sirviendo crema, tomando las tazas, apretando botones aquí y allá.
Parecía que él aún no se percataba de su presencia en aquel lugar.
Ese día se había arreglado lo mejor que pudo, intento embellecer cada centímetro que lo componía para sentirse atractivo y levantar miradas, pero la única que le importaba aún no lo encontraba.
Jungkook sentía el sudor correr por una de sus sienes, deslizándose lentamente hasta perderse en el interior de su ropa. Respiro hondo tomando un descanso de pocos segundos para volver a la contienda. Su sexto sentido le estaba avisando de una mirada examinándole, pero no le tomó importancia hasta que un ticket llego a sus manos con aquel nombre tan detonante en sus pensamientos.
Jimin.
Una sonrisa se dibujo en sus labios y con ella misma busco al rubio por todo el establecimiento hasta que lo encontró.
El mundo se congeló y todos sus sentidos se dedicaron a contemplarlo. Su cabello parecía tan suave, los ojos brillando, mejillas nuevamente rosadas y los labios, oh, los lindos belfos que poseía. Estaban decorados por un color provocativo que encendía los instintos más salvajes en él, deseaba poseerlos y probarlos con necesidad.
Su garganta repentinamente estaba seca y sentía que cada cliente, por más lejos que estuviera, podría escucharlo tragar con fuerza. Sus extremidades ansiaban tocarle y descubrir lo agradable que su piel era al contacto con la ajena. Todo su cuerpo se sintió desfallecer al verlo caminar hacia su dirección, quería tomarlo entre sus brazos y declararlo como suyo, pero su ensoñación acabo cuando las típicas manos femeninas se enrollaron en la cintura.
— ¿Qué haces, Dahyun? — Preguntó aireado, quitando las manos con rapidez.
— Nada. — Respondió pasando ambos brazos detrás suya y moviendo los hombros en un acto inocente. — Me causa gracia que mi maquillaje no te combine. — Pico su acné y regreso a la caja.
— Ho-hola. — Susurro la linda voz que había esperado desde la ultima vez que la escucho. — Me preguntaba si mi mocca estaría listo pronto. Tengo un poco de prisa y… — El rubio luchaba por mantener su tono pleno, la presión en su garganta se apoderaba de él por cada segundo que pasaba. Sus ojos se posaron en la marca que había señalado Dahyun y supo que le era imposible quedarse más tiempo ahí, no podía seguir haciéndose ilusiones.
— ¿No te quedarás a tomarlo? — Jungkook frunció el ceño por lo serio que Jimin aparentaba.
— Olvídalo, tengo que irme. — Jimin le sonrió y camino hasta la puerta, haciendo sonar la campana.
— Cúbreme, en un momento regreso. — Le aviso a Dahyun mientras desenredaba el nudo de su  delantal. A unos pocos segundos de saltar la barra una mano lo detuvo. — ¿Qué haces? Suéltame. — Jalo de su mano intentando zafarse del agarre de la menor.
— No vayas por él. — Rogó con la mirada agachada.
— Es política de la empresa, no puedo dejar que un cliente… — Sus palabras fueron cortadas por otro jalón que lo hizo ponerse a la altura de la castaña.
— Por favor. — Las manos de la chica ascendieron hasta su rostro, acuñando su mandíbula.
— Dahyun. — Retiro las manos de sí, envolviéndolas en las suyas. Y antes de que pudiera decir cualquier cosa, ella misma se adelantó.
— Estoy enamorada de ti, Jungkook. — Dijo apresuradamente esperando la respuesta del contrario, pero este parecía haberse quedado mudo, sus ojos se limitaban a moverse frenéticamente por todo su rostro, pero no vio ningún atisbo de compresión.
— Lo siento. — Acaricio su mejilla y salto la barra.
La había rechazado.
Dahyun no entendía porque, era bonita, amable, buena en su trabajo, harían la pareja perfecta.
— Disculpa, ¿estás bien? — Una voz femenina la saco de su pequeño trance. Respiro hondo y parpadeo múltiples veces para alejar las lágrimas.
— Sí, ¿qué necesitas? — Le sonrió al cliente, anotó su orden y se dirigió a la máquina para prepararla. Tomo el ticket de la barra y lo arrugo, tirándolo a la basura.
Jimin.
Jungkook era un desastre de emociones y pensamientos mientras sus piernas se movían lo más rápido que podían en la dirección del rubio.
El mismo tenía sospechas de los sentimientos de su compañera, pero pensaba que era solo amistad, ambos se cubrían las espaldas y hacían un maravilloso equipo.
Su aliento le fue arrebatado cuando divisó el bonito cuerpo esperando por el alto en un paso de peatones. Con sigilo se aproximo hasta él, tomándolo por los hombros.
— ¿Podemos hablar? — La suave voz le susurro al oído, cual pecado a Eva y como ella, cedió ante la tentación.
Ninguno habló en el recorrido hasta un parque cercano donde las parejas adultas corrían, los solteros paseaban a sus perros y los niños jugaban. Tomaron asiento en una de las bancas cercanas a un pequeño estanque que estaba congelado.
— ¿Por qué me seguiste? — Jimin fijo la vista en sus anillos, jugando con ellos.
— Porque quise. — Respondió instantáneamente.
— Te despedirán.
— No, no lo harán. — Pasaron varios minutos hasta que ambos sintieron que la conversación no tenía sentido alguno.
— Hacen una linda pareja. — Elogio el rubio con cortesía.
— ¿Quién? — Pregunto el castaño con el ceño fruncido.
— Dahyun y tú. — Dijo con obviedad atreviéndose a mirarlo, pero encontró un rostro extrañado. — ¿No son pareja? — Jungkook negó con la cabeza y una sonrisa en los labios.
— Solo somos compañeros.
— Pero, la marca de tu cuello. — Jimin comenzaba a sentirse idiota, su hipótesis supuestamente comprobada era falsa.
— Es acné. Ella había colocado maquillaje, pero mi sudor hizo que se cayera.
— Oh. — Dijo con incomodidad. Aparto su mirada intentado concentrarse en el estanque que tenía enfrente. Blanco y silencioso, sin vida dentro de el, los árboles le favorecían, aunque todos estuvieran sin una sola hoja y cubiertos de una delgada capa de nieve.
Y nuevamente el tema se había terminado, no sabían que decir o como iniciar algo casual.
— Eres tan hermoso. — Susurro el castaño para sí mismo, sin esperar que Jimin volteara de pronto. Esta vez Jungkook vio dos medias lunas encima de una niebla rosada invitándolo a nunca apartar la mirada.
Con la casualidad de acomodarse se unió un poco más al rubio que ahora escondía la mitad de su rostro con una mano.
— Tú también eres lindo. — Concedió el sonrojado mayor.

coffe [kookmin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora