Capítulo uno.-El incidente.

1.2K 43 52
                                    

 El exceso es parte de mi naturaleza, necesito el peligro y la excitación. -Freddie Mercury 

Ya habían pasado seis meses desde que Liz entró a la preparatoria.

Seis meses que serían de lo más normal si no fuera por algo...o mejor dicho por alguien.

Aquel hijo de perra promiscuo que solía acosarla a ella y a todas sus amigas.

Todas las chicas de escuela habían caído ante él. Incluso alguno que otro hombre, ¿Cómo es que los había logrado convencer? Nadie, si quiera los mismos chicos sabían la respuesta.

Lo único que sabían es que estar con él en la cama era algo maravilloso, algo que nunca antes habían sentido e incluso...algo que querían repetir.

Se decía que su chica "favorita" había estado con él en más de 50 ocasiones, ¿Cómo, cuándo y dónde? Era el misterio.

O bueno... ni tanto así.

Ya los habían atrapado en las duchas femeninas, las chicas lo corrieron a insultos, arañazos e incluso a golpes.

Aun así la "favorita" de ese hombre se molestó muchísimo ya que no pudo llegar al clímax cuando le faltaba tan poco...cuando el chico presumía que no estaba ni si quiera calentando.

Pero a todo esto, ¿Quién es ese "Superman" del que todos hablan?

Pues muy simple, se trata de Kazuto Kirigaya...o mejor conocido como "Kirito", aunque también le dicen "el espadachín negro" en algunos sitios web para citas...y algo más.

Se podía escuchar a todo volumen, eran gemidos que venían del salón de pintura.

-¡No tan fuerte, nos van a descubrir! –Exclamó él.

-Pe-perdón, pero es que...

-Shh, solo tapate la boca. –Ordenó, dándole a su chica favorita un trapo para que se amordazara.

Lo que había empezado como un simple de juego de pintarse el uno al otro terminó en algo bastante loco.

Liz estaba pasando por ahí, contoneando felizmente el trasero hasta que escucho rechinidos en la sala de pintura.

-¿Otra vez están desacomodando?, ¡ya es la tercera vez en la semana! –Exclamó, molesta.

Ella era la jefa de su grupo, por eso debía cerciorarse de que todo estuviera bien y de que todos siguieran su buen ejemplo.

-¡Esta vez sí que los atrape! –Gritó al abrir la puerta.

Pero lo que vio no fue para nada de su agrado.

Se veía la luz prendida del almacén, la sombra que se veían era la de un medio cuerpo y unas piernas encima de los hombros.

-¡Rápido, ponte los pantalones! –Susurró una voz.

-¡En eso estoy, tu acomódate la falda! –Contestó Kirito.

Liz fue a abrir la puerta para ver qué pasaba.

-¿Qu-qué están haciendo? –Preguntó mientras iba a la puerta.

Cuando la abrió, vio que Asuna estaba abotonándose la playera y Kirito se sujetaba el cinturón.

-¡Asuna! –Gritó Liz.

-¡No es lo que parece, esto solo es un malentendido! –Trataba de tranquilizar Asuna.

-¡Tu, maldito perro! –Le gritó a Kirito.

-¡¿No se te ocurrió un peor momento para interrumpirnos?! –Preguntó.

El semental de mi clase KiritoXLizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora