Min Yoongi se encontraba hasta muy tarde tecleando en su computador, eran aproximadamente las tres de la madrugada y aún no terminaba la jodida tarea que esa puta maestra de literatura había encargado, era malditamente injusto que le haya encargado hacer como un millón de biografías solo por dormir en su clase.
–Maldita vieja amargada, por algo está sola.–Murmuró amargado mientras tomaba notas.
Debería estar durmiendo ahora mismo, quería estar en su cama tan cómoda y no despertarse hasta después de un año, ¿por qué no nació siendo una roca?. Bufó ante sus pensamientos y harto de escribir se levantó de su cómoda silla, se estiró y bostezó, bajaría por algo de comer y beber para después seguir con el trabajo.
Salió de su habitación de estudios y cruzó el largo pasillo con poca iluminación, bajó unas escaleras en forma de caracol y ya estaba en la planta baja en la sala de estar, todo era iluminado por lámparas de poca intensidad. Estaba todo silencio y solitario puesto que los de servicio ya se habían retirado hace unas horas, cruzó de la sala a el comedor y de ahí a la cocina, era ridículamente inmensa pero eso era lo de menos. Se acercó al refrigerador de donde sacó una lata de refresco, cerró el refrigerador para pasarse a los gabinetes de arriba y de ahí sacar una bolsa de papas.
Se iba a regresar a su habitación pero el golpeteo en la puerta de entrada le hizo voltear y maldecir, ¿quién demonios era? eran las jodidas tres de la madrugada y no había encargado nada. Dejó sus cosas en una pequeña mesa con un florero y fue a abrir, en el momento que abrió esas puertas de color café se había condenado, pero no a algo malo.
Enfrente suya había un chico con harapos mugrientos, tenía el cabello teñido de gris plateado, sus ojos eran de un color azul cielo y su piel era tostada. El chico temblaba del frío y tenía una expresión triste.
–¿Necesitas algo?–Preguntó Yoongi.
–D-disculpe, ¿podría brindarme algo de comer?–Su voz era suave y relajante.
Yoongi lo dudó unos segundos, no conocía a este chico y posiblemente solo estaba actuando, posiblemente pudo haber huido de casa y ahora estaba en aprietos, pero al mirar los ojos tristes de ese chico le hizo aceptar y hasta invitarle a pasar. Algo no estaba bien, jamás dejaría que algo así sucediera pero algo en ese chico le estaba afectando.
–¿Cuál es tu nombre?–Preguntó Yoongi una vez que el chico había entrado.
–Park Jimin, ¿cuál es el suyo?–Regresó la pregunta tomando asiento en uno de los sofás de aquella inmensa sala.
–Min Yoongi, ¿Qué edad tienes?
–Dieciocho años.–Contestó, era menor que él.
–¿Dónde están tus padres, Jimin?–Preguntó Yoongi.
–No lo sé, no los veo desde hace años–Contestó restándole importancia.
Yoongi lo miró extrañado, ¿cuánto había vivido en las calles?, ¿no le habían mandado a buscar?. Ignoró sus dudas y mejor fue a la cocina donde tomó un paquete de galletas que se encontraba en una mesa junto a diversos panes, regreso con el chico que ya no se veía tan mal, su piel estaba más sana y la suciedad de esta había desaparecido.
–Toma.–Le dio el paquete.
–Muchas gracias, de verdad se lo agradezco.–Dijo tomando el paquete y sonriendo haciendo sus ojos desaparecer en dos líneas
Yoongi simplemente ignoró al chico y fue por su comida para después regresar y ahora podía sentirse como un loco, el juraba que el chico tenía solo ropa mugrienta y gastada, pero ahora portaba una camiseta negra de manga corta, unos pantalones ajustados negros y zapatos negros, hasta traía pulseras y anillos de plata. Su cabello estaba muy bien peinado y brillante, y pudo notar aquel pendiente que colgaba de su oreja.
–¿Pasa algo?–Preguntó Jimin al notar como Yoongi le miraba.
–Hace unos momentos parecías un vago y ahora luces en excelentes condiciones, necesito irme a dormir porque el cansancio me está haciendo daño.–Dijo frotándose los ojos muchas veces.
–Oh, solo me cambié.–Dijo encogiéndose de hombros.
–No me jodas, es prácticamente imposible, solo me di vuelta unos segundos.–Gruñó Yoongi, ¿acaso lo tomaba por idiota?
–Bueno, para mí no lo es, con un simple chasquido puedo hacerlo.
–Ajá, claro, y yo puedo cogerme a diez personas al mismo tiempo.–Rodó los ojos molesto.
–¡¿De verdad?!, Debe ser grandioso.–Dijo Jimin con emoción.
–¿Acaso eres estúpido?–Preguntó Yoongi.
–No más que tú.
Yoongi lo miró molesto, ¿quién se creía ese mocoso?
–Mira pequeña escoria, vas a salir de aquí si no quieres que te deforme la cara.–Amenazó Yoongi.
–Ni se te ocurra imbécil, te mataría antes de que lo hicieras.–Se defendió.
Yoongi sonrió con arrogancia y fue hasta con el pequeño bastardo, lo tomó del cuello de la camiseta eh hizo que viera directamente sus ojos.
–No me das ni un poco de miedo.–Dijo con arrogancia.
–Perfecto, ahora yo te digo que te vez malditamente caliente.–El chico mordió provocativo sus labios.
–¿Qué mierda te pasa?–Preguntó Yoongi soltándolo.
Ese chico estaba loco y claro que lo echaría de su hogar. El mencionado no le apartaba la vista de encima, le comía con la mirada.
–Que puedo decirte, eres ardiente.–Habló sonriendo.
–Estás enfermo.
–Lo siento, es mi naturaleza, soy un demonio adicto al sexo.–Se confesó
–¿Demonio?–Preguntó, definitivamente ese chico no estaba bien.
Jimin se levantó y con un simple movimiento de manos hizo aparecer unos cuernos pequeños sobre su cabellera, eran negros y puntiagudos, detrás suya una cola delgada se levantaba con orgullo.
–Soy Park Jimin, un demonio adicto al sexo.–Se presentó orgulloso.
Yoongi tragó saliva y no dijo nada más, era ridículamente extraña la situación pero no se iba a poner a discutir con un demonio -no por ahora-. Simplemente se limitó a ignorar a la criatura para irse.
–Bien, cierra la puerta cuando salgas y con un bididi badidi bu le pones seguro.–Dijo subiendo las escaleras.
El demonio le miró como si fuera un bicho raro para después reír, seria un humano interesante por lo que veía y estaba más que complacido. Estaba ansioso por estar en la cama con aquel humano de piel pálida y hebras azabaches.