Muros negros y neones rojos. Corredores y salas. Salas y corredores. Aquello era un laberinto. Unos puntos más oscuros y otros más alumbrados. La atmósfera estaba cargada. OlÃa a sudor, tabaco y alcohol. HabÃa muchos hombres. Ocultos por las sombras o bañados con luz rojiza. Una peli porno se oÃa de fondo. Gemidos, golpes y exclamaciones en inglés.
Caminaron agarrados de la mano. Su novio delante y Pablo detrás. Los hombres lo tocaban contra su voluntad. Le agarraban la polla y el culo. Pablo se sentÃa acosado, pero descubrió que le gustaba. Un hombre sobó a su novio y su novio lo increpó. Sin embargo, Pablo se callaba como una puta.
Se metieron en una sala rodeada de gradas. HabÃa hombres sentados. Fumaban y bebÃan amparados por la oscuridad. ¿Qué miraban? Las luces rojas enfocaban el centro... Su novio tiró de su mano y la cruzaron con rapidez. Pero las imágenes quedaron grabadas en su memoria.
Un columpio de cuero sujeto con 4 cadenas y dos chicos musculados en pelotas... solo con zapatillas. No sabÃa qué edad tendrÃan. En esa época, todos le parecÃan mayores, pero calculaba que unos 25. Uno yacÃa bocarriba. El otro estaba de pie... y lo follaba. Le daba embestidas con brutalidad. Resultaba fácil con el columpio. El sonido era bestial. Los gemidos, el choque de la carne, el tintineo de las cadenas... Era la primera vez que veÃa a dos tÃos follando en vivo. Se quedó con la boca abierta. Todo el mundo los veÃa follar. Le impactó su falta de decoro, moral, vergüenza, dignidad... Luego, Pablo terminarÃa haciendo lo mismo.
Su novio se detuvo en un cruce.
-Joder -dijo-. No recuerdo dónde están las habitaciones individuales.
Pablo no respondió. Estaba encantado de que no las encontrase tan pronto. QuerÃa seguir inspeccionando aquel lugar. Descubrió una pequeña ventana y se asomó.
-¿Qué miras? -le espetó su novio, sin querer alzar la voz.
-Un segundo... -le susurró.
La sala era pequeña. HabÃa un televisor y dos sofás. Un chico miraba la peli porno y un hombre le comÃa la polla. En el otro sofá, otro hombre se hacÃa una paja viéndolos. Le pareció muy sórdido... Sin embargo, no podÃa apartar la mirada. La mesa entre ambos sofás estaba llena de cubatas vacÃos. Uno de los muros también estaba cubierto con un collage de re...
Su novio le estiró del brazo y no pudo ver nada más. Siguieron cruzando corredores. Algunos estaban totalmente a oscuras y otros no tenÃan salida. Pasaron junto a una puerta entreabierta. HabÃa una silla barbero. ¿O era una silla eléctrica? No quiso preguntárselo. En una pared habÃa agujeros a la altura de las caderas. Luz roja brillaba al otro lado. Pablo miró por uno y...
-¡Aparta! -le gritó su novio.
Se alzó asustado.
-¿Por qué?
Una polla erecta se asomó. Era grande y gruesa. El neón centelleaba en el glande y su único ojo parecÃa mirarlos con curiosidad. Su novio tiró de su brazo y se alejaron a toda prisa. En un rincón, vio una gran moto deportiva. Era negra, a juego con el local.
-¿Cómo se atreven a guardar aquà la moto? -preguntó Pablo con inocencia.
-Pablo. La moto es para...
Se fijó bien y... estaba anclada. Visualizó a un tÃo en pelotas a horcajas sobre el sillÃn, el culo bien abierto... y tuvo que sacudir la cabeza para que desapareciera la imagen. CreÃa que la polla iba a reventarle en el pantalón.
-Creo que ya sé dónde están -dijo su novio.
Pasaron junto a una cárcel. Los tubos rojos mostraban un montón de chicos en pelotas. No pudo contar cuántos habÃa. Los cuerpos se movÃan y enredaban. Se comÃan la polla, se follaban, se besaban, se tocaban, se... Los más afortunados hacÃan varias cosas a la vez. Pablo ralentizó el paso. QuerÃa quedarse a verlos. ParecÃan pasárselo taaan bien. Pero su novio le dio otro estirón. Ese dÃa creyó que lo iba a desmembrar.
Llegaron al corredor con las habitaciones individuales.
Muchas estaban ocupadas y se oÃa a los chicos follando. Otras tenÃan la puerta abierta, pero no estaban libres. En una de esas, un hombre yacÃa sobre la cama. Esperaba a quien quisiera entrar. Les guiñó el ojo, pero pasaron de largo. Al menos fue sutil. Otro agarró a Pablo cuando pasó por su lado y quiso meterlo en su habitación. Su novio le dio un empujón y siguieron buscando. Un puñado de hombres se agolpaba frente a otro umbral. Pablo intentó ver qué pasaba... Dos jóvenes follaban con la puerta abierta.
Finalmente, consiguieron una habitación vacÃa.