*Beep, beep, beep*
- ¿Quién cojones viene del infierno para cantarme los buenos dias?
*Beep, beep, beep*
- Bien, es mi alarma, tengo que trabajar hoy. JODER, TRABAJO, MIERDA
Salí de un salto de la cama, me fui a la ducha y seguí como siempre con mi rutina de por las mañanas. Me puse una jersey blanco con una falda roja, y unos zapatos rojos. Me cepillé el pelo y me pasé la placha en un abrir y cerrar de ojos y para acabar use un pintalabios lojos para terminar de combinar. Nada sobre pasado, solo algo para hacerme sentir mas segura de mi misma.
Miré el reloj, y me sobraban 45 minutos antes de ir a trabajar por lo que llamé a Violeta, mi mejor amiga, la cual vivia a unos metros de mi casa y le dije que me recogiera.
*Ding, dong*
- Guauuu, como estas chica ~me dijo Violeta riendo~
- Calmate, ¡vamonos anda!
- Paula, si fueras asi, no iras a trabajar hoy y estariamos tiradas en ese sofa... ya me entiendes... de hecho, ¿quien es tu jefe?
- Adrian Rivas ~me reí y sonreí~
- ¿Pero que!?!!?? ¿Adrian Rivass???!?
- Si, eso he dicho, y si no nos vamos ya llegaremos tarde.Nos montamos en el coche y nos dirijimos a la ciudad. Me bombardeó todo el camino con preguntas sobre Adrian. Me dejó en la puerta y entre en la recepción. Subí en el ascensor y llegué un minuto antes. Viendo que no estaba la recepcionista me dirigí a la oficina y olvidándome de llamar abrí la puerta. Como no, me encontre con mi ardiente jefe detras de su escritorio, con las piernas cruzadas y una sonrisa.
- Buenos dias, has llegado justo a tiempo, vamos a hablar sobre el negocio ~dijo mientras me sentaba en frente~ A continuación voy a decirte las reglas para ser mi asistenta:
1. Eres mi secretaria, asi que haras lo que yo te diga.
2. Deberás ir conmigo a todas las conferencias, no importa donde ni cuando.
3. Daras la entrada siempre a mi oficina
4. Puedes traer alguna amiga durante los descansos a esta planta porque es solo nuestra y podéis tener lo que querais aqui.
5. No tolero a la gente mostrando sus intimidades aqui por lo que nada de besos con hombres ni mujeres. ¿Alguna pregunta?- Pues haber... ~dije~
- Genial ninguna pregunta ~me cortó~ por cierto ahora tengo unos asuntos que arreglar con unos clientes así que puedes traerme un cafe
- Bien ~me levanté para salir pero su voz volvió a sonar~
- ¿Me encuentras atractivo o caliente?
- ¿Perdona? ~dije confundida~
- Creo que no he tartamudeado y que me has podido entender perfectamente ~replicó~¿Enserio? Realmente era atractivo, pero era mi jefe, asi que tenía que mentir.
- No, no te encuentro ni caliente ni atractivo ~dijé fría, manteniendo la cabeza alta y mirandolo a los ojos~
Entonces me miró a los ojos, se levantó, y pude observar como se quitaba su chaqueta dejando a la vista sus musculos bajo esa camisa blanca que llevaba.
Dejó la chaqueta detrás de la silla y se aproximó a mi. Cuando estuvo lo suficientemente cerca dio un paso más hacia mi, y yo hice lo mismo pero alejandome. Continuamos el proceso hasta que mi espalda estuvo apoyada en la pared y esta me impedia seguir retrocediendo.
- ¿Estas segura de que no? ~dijo mientras yo notaba su respiración~
- Eh.. ~me travé~
- ¿Y bien? ~preguntó mientras ponia su dedo pulgar en mis labios~No podía centrarme ¿que estaba haciendo? Asi que hice lo unico que podia. Le di una patada en sus partes intimas y mientras se retorcia de dolor corri hacia la salida. Me meti en el ascensor y fue a la cafeteria al menos para poder despejarme.
Intente calmar la respiracion pero no tuve exito. Probablemente eso era lo que le habia preguntado a todas en su entrevista pero no habian tenido exito con la respuesta, sino, no estaria yo aqui.
No estoy segura de si eso era lo que debía pasar entre un jefe y una secretaria pero debia mantenerme apartada. Era malo, ya lo habia comprobado. Al menos, podría decir que trabaje para Adrian Rivas, aunque fueran solo unos minutos.
Cuando el ascensor llego a su planta, salí.- Lo siento, no te habia visto ~dijo una voz cálida disculpandose por haberse chocado conmigo~
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¿POSESIVIDAD? ¿INTENSIDAD? ¿AMOR?
RomancePensamos que somos dueños de nuestro destino y que tenemos el poder de controlarlo, pero es el él que nos controlo a nosotros. Creer tener el poder no es malo, lo malo es equivocarse cuando el poder no lo tenemos nosotros mismo, ni el destino, sino...