En la tormenta

De repente el frío golpeó su rostro, la nieve era suave, pero aun así se sentía como cuchillos. Varian se encuclilló y apartó la nieve de sus mejillas sin entender del todo lo que había sucedido, hasta que escuchó una voz tras de sí.
-Fuera de aquí, niño. La princesa tiene cosas más importantes por hacer que jugar contigo.

Cuando Varian giró, pudo ver la puerta del castillo cerrándose con fuerza. Se levantó rápidamente y corrió hacia esta.
-¡No! ¡No, no, no! ¡Por favor! – golpeó la puerta con su puño. -¡Por favor, Princesa!

El gélido viento le congelaba el rostro, pero no prestaba atención. Estaba demasiado concentrado en seguir gritando, golpeando la puerta ahora con ambos puños.
-¡Rapunzel, te lo suplico! ¡Mi padre necesita tu ayuda! – su desesperación era imposible de ocultar. -¡Me lo prometiste! ¡Lo prometiste! Mi padre... -su voz se quebró. – ¡Mi padre podría morir!

Sintió que sus rodillas se volvían débiles, casi no podían sostenerlo. Miraba hacia arriba, a la inmensa puerta que le impedía avanzar. Sus ojos como platos no se apartaban de la construcción.
-¡Rapunzel!- gritó de nuevo. -¡Cassie! ¡Chicos, por favor! ¡Los necesito! – su voz ya no pudo más.
No podía seguir gritando. Y no importaba. Nadie lo escuchaba. Nadie respondía a sus súplicas. No quería aceptarlo, pero con ese silencio absoluto al final lo entendió.

-Nadie...- dijo casi como susurro con una ronca voz por tanto gritar. -¿Nadie quiere ayudarme?

Sus puños dolían, había dejado de golpear, ahora solo tenía sus palmas sobre la puerta. Bajó su cabeza, sentía su aliento, lo veía. Estaba agitado, asustado. ¿Y ahora qué? Estaba solo a la mitad de la tormenta, su padre siendo atrapado por el ámbar y sus amigos dentro del castillo. Estaba temblando y no sabría decir si por el frío o por la situación. ¿Qué podía hacer él? 

Apretó sus puños adoloridos, así como sus dientes. "¿Qué podría hacer?" Era un alquimista, él encontraría la forma de detener el ámbar y sacar a su padre. Dio media vuelta y corrió, corrió tan rápido como pudo de vuelta a casa. Tenía que llegar pronto, tenía que salvar a su padre, tenía que salvarlo él solo.