Capitulo 8- Fuego y bondad (1)

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Tal como se había planeado, las preparaciones para partir a la isla de Sur estuvieron listas al anochecer; Shio aún caminaba con una pequeña cojera, pero sus heridas habían desaparecido casi por completo y no parecía tener problemas para invocar magia, pues desde que Aira se había rehusado a alejarse de él, Shio la mantenía entretenida con siluetas de agua y hielo mientras él daba órdenes a Naga para qué preparara a los demonios a salir de la montaña en caso de ser necesario.

−No sé cuánto tiempo resista− confesó−, pero sí esta montaña comienza a desmoronarse es mejor que nadie esté aquí.

Naga asintió y sin decir más caminó sobre los tejados, acompañado por los demonios cuervo quienes golpeaban con cetros dorados las tejas. Espíritus trasparentes y que piaban saltaron erizados por las hendiduras del templo conforme el larguirucho avanzó.

−Amo, el sabio Hakim dijo que un dios puede resistir por tres amaneceres luego de separarse del fragmento− indicó Won con un paliacate en su cabeza y un plumero en la otra− ¿No es ese el tiempo exacto en el que deberíamos desalojar la isla?

−Mi poder actual puede extender el plazo− Shio levantó un pie viendo pasar a los espíritus pollitos−, sin embargo me siento mejor sabiendo que la montaña está vacía. Aunque aún debo protegerla, así que sólo dejaré a un dragón guardián en caso de intrusos.

−Pero, hay algo que no entiendo, amo −dijo Tara con una manta doblada en sus manos−, no hay un problema en realidad ¿Cierto? Sí los dioses entregan el fragmento al mismo tiempo no resultará peligroso para nadie.

El dragón le sonrió a Tara.

−No es seguro que los otros tres acepten− replicó−. Lo dije antes, nosotros como dioses no nos involucramos con humanos. Ninguno de ellos se sentirá obligado a ayudarme, así que puedo verme en el deber de tener que arrebatarles sus fragmentos uno por uno y de ser así el tiempo no favorecerá a todos, además...− rió con cierta negrura, pero que aún parecía divertirle−... no todos pueden seguirnos el paso.

−El amo también está en desventaja− flotó Wan con toallas apiladas en su cabeza−, el dios Neun le arrebató su fragmento y no podrá aguantar por mucho.

Shio empujó las toallas repentinamente de mal humor.

− ¡Ja! ¡Desventaja!... No lo digas cómo si fuera débil

Wan atrapó las toallas luego de quedar enterrado entre ellas. Aira corrió y saltó a las toallas descubriendo la cabeza del roedor blanco.

− ¡L-Lo siento mucho!

−Pero amo− lo llamó de nuevo Tara, ayudando a Wan a salir de las telas caídas. Aira giraba una toalla en el aire gritando algo acerca de volar−, aún sí hiciera eso, el riesgo es menor para los otros tres dioses ¿Estoy mal?

Shio resopló y tomó en brazos a Aira, ella le cubrió la cabeza con una toalla.

−No estás mal, pero no puedo confiar en Neun− declaró sin quitar la sonrisa −, sé que aunque llevé los tres fragmentos frente a él hay algo que me está ocultando. Es el tipo de sujetos que guarda cartas bajo la manga incluso con nosotros.

− ¿Con los dioses?

−Ninguno de los cuatro conoce todo acerca de ese mocoso− Shio frunció el entrecejo−. Pero aunque esto pueda destruir el mundo que él mismo creó, Neun va a continuar jugando con la situación hasta el final por simple diversión.

− ¡¿Por diversión?!− Tara preguntó en notas elevadas e incrédulas.

Encogiéndose de hombros, el dios dio media vuelta para bajar al campo de flores de la entrada al templo; el cielo se cubría por espíritus apurados que cargaban cajas de joyas y muebles de valor personal. Algunas madres preocupadas arrastraban a sus hijos llorosos y le gritaban a sus esposos que se apresuraran.

AiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora