En el estado de Boltchop, durante cada final de mes se realiza una subasta que tiene como finalidad el recaudar dinero para las familias pobres que decidan poner a la venta a su más preciada joya.
En este final de Septiembre no hay demasiadas ofertas que valgan la pena y los magnates del Estado han visitado frecuentemente al bar Gravy's preguntando sobre los objetos que entrarán a la subasta.
―He escuchado que la hija de la familia Malieth participará esta vez ―comentó una mujer que iba de compras al mercado de la zona.
―Pobre Ary, ella lo perdió todo el día en el que decidió embarazare nuevamente de ese bastardo, si ella se hubiera quedado sólo con la niña seguramente esto no hubiera pasado ―respondió la criada que se encontraba a su lado mientras seleccionaba unos nabos del puesto donde se encontraban.
―Ojalá que quien la compre sepa valorar el tesoro que ha puesto en venta por fin.
―Pero Ary no lo hizo, fue su propia hija la que ha decidido tomar cartas en el asunto para poder sacar adelante a su familia. No es como si ella tuviera mucha opción; Ary se encuentra enferma y sus hermanos aún no tienen edad para trabajar, yo diría que toda su esperanza se encuentra en el interior del bar ―la criada soltó un suspiro y pagó por las verduras que llevaba mientras su amiga introducía un par de zanahorias en la bolsa de su delantal sin que el mercader se percatara del robo.
Ary tosió nuevamente, era la segunda vez que se enfermaba y se sentía como una carga para su hija.
―Katherine, debes ir a trabajar hoy, yo me quedaré con tus hermanos ―aquella débil mujer hizo amago de todas sus fuerzas para ponerse de pie pero fue inútil.
―Tú quédate tranquila, le he pedido a una amiga que me cubra por hoy y mañana en la noche yo iré a sacar las cuentas para saldar el favor que le debo ―excusó y volvió a sumergir el trozo de tela en el agua fría que había sacado del pozo.
―Me siento un estorbo en la casa, ustedes podrían vivir mejor si dejaras de gastar en medicamentos, deberias dejar que muriera, sabes que lo digo en serio ―ese argumento estaba acabando con la paciencia de Kate.
―Sabes que jamás haré eso además, estoy a punto de retomar los pagos del alquiler y ponerme al corriente.
―Hermana, un hombre te habla en la puerta ―dijo su hermano mientras entraba corriendo a la recamara de su madre.
―Enseguida lo atiendo.
Era Gravy, por fin había llegado para hacerla firmar los documentos para poder entrar en la subasta.
Necesitaban el dinero y seguramente ellos estarían bien así. Gabriel podría hacerse cargo de su madre y sus hermanos mientras ella encontraba alguna forma de hacer que, quien fuera su comprador, le enviara dinero a su familia.
Katherine salió del diminuto departamento y atendió afuera al hombre ante la vista de más de tres testigos. No le importaba que hablaran a sus espaldas sobre el humillante trato que estaba haciendo, pero incluso estaba dispuesta a mendigar para poder darle de comer a su familia.
Gravy la estaba esperando, ansiaba el momento en el que su nueva adquisición aceptara el trato y se presentara al día siguiente en la subasta. Una mercancía tan valiosa como la de ella podría levantar el negocio y atraer a más clientes con carteras aún más llenas.
El señor Andrew había pedido que le mostrara a sus mujeres pero él se negó esperando a que Kate aceptara, seguramente al verla pensaría una segunda vez antes de decidir ir a buscar algo mejor a algún otro sitio.
―¿Te has decidido ya?, la subasta es mañana y necesito que firmes estos papeles para poder asignarte un número ―comentó el dueño del bar mientras le extendía los papeles.
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Subasta de mujeres
RomanceKatherine es una chica sumida en la miseria debido a que su padre murió cuando su propiedad se incendio, ahora solo cuenta con su madre quien, debido a su edad y a su enfermedad, no puede conseguir un empleo estable. Kate se ve obligada a entrara la...