La llamada

116 15 1
                                    







La llamada 

Era sábado 15. 

Para ser más exactos, era de tarde.

Pero, antes de ir al auténtico meollo de la cuestión, quiero aclarar algo. Sé por experiencia que, si aflora más adelante, ese algo os distraerá tanto que no podéis concentraos en nada de lo que os cuente.    

Me llamo Filemón Pérez. Tomaos un momento para asimilarlo.

Veréis, cuando lo digo desde el principio, no parece tan terrible. Ahora bien, imaginaos que estoy a la mitad de la larga historia (como la que voy a contaos) y os suelto la bomba de cómo me llamo. "Por cierto, me llamo Filemón." No sabéis cómo reaccionar.

Soy consciente de que Filemón es nombre de cristiano. Seguramente pensáis que habré sentido al espíritu santo de los religiosos, pero no. Si me vierais, entenderíais enseguida de que no lo soy (o eso creo). Tengo el pelo negro y lo llevo bien recortado. La mitad del tiempo uso gafas, y la otra mitad lentillas. Tengo veintisiete años, soy policía, intento siempre ayudar a los demás. Juego basquetbol los fines de semana, para lo cual no hay que tener un cuerpo exagerado, cubierto de objetos pesados, es imprescindible para jugar futbol americano. (No tengo nada en contra del futbol americano, por si alguno está leyendo esto)

Mi problema es que Filemón, que es un libro de la biblia, no debería ser un nombre de pila, es solo un libro sin más. Nadie sabe de qué tipo. ¿Conocéis a alguien que haya celebrado una fiesta a Filemón? Y, de haber sido invitados, ¿habrías ido?  Porque yo no. Me suena a evento para el que tenga que comprar velas, colgar banderines y trazar un complejo plan para reciclar la basura generada por la fiesta.

Mi nombre tiene mucho que ver con la historia que voy a contaros y que, como ya he dicho, sucedió la tarde del sábado. Yo había tenido uno de esos días en los que sientes que la vida te quiere de verdad. El patrullaje estaba terminando y no volvería hacerlo hasta el lunes.

Estaba con mi compañero Steven y me sentía muy cómodo y a gusto. Me había vestido para ir al servicio policial: camisa gris, pantalón negro y botas altas negras, el típico uniforme.     

Estaba tomándome un eggnog latte –café con leche, cubierto por una capa de clara de huevo batida y nata montada –preparado por mí antes de salir. Tenía dos regalos listos para entregar. Todo estaba dispuesto para el gran acontecimiento: a las ocho iría a casa de Steven –Steven Price, mi compañero –para celebración anual de la familia Price de Junio.

La celebración es un momento destacado para los Price por su historia. Ese día es el aniversario de bodas de sus tatarabuelos. Gracias a esa celebración pude conocer a Eva, ella es la estrella más brillante en mi firmamento... constante, familiar, inteligente y muy lejos de mi alcance. Nos conocimos en mi primera ida a la celebración, aunque tenía la impresión de conocerla como alguien de la tele. Sabia como se llamaba y veía sus programas. Eva era alguien más próximo para mí, claro... sin embargo, en cierta forma, cuando se trataba de alguien real, cuando es alguien presente en tu vida, puede parecer incluso más lejano e inalcanzable que un famoso. La cercanía no es sinónimo de familiaridad.

Eva siempre me había gustado, pero no se me había pasado por la cabeza fijarme en ella de esa otra forma. La verdad es que jamás creí que fuera una aspiración razonable. Era un año mayor que yo, me sacaba una cabeza, tenía las espaldas anchas, los ojos claros y un pelazo muy sedoso. A Eva no le faltaba nada –sacaba buenas notas en la universidad, y era deportista y un pez gordo para los hombres-, era de esas personas que solo relaciona con parejas como modelos, agentes secretos o propietarios de laboratorios que llevan apellidos por nombre.

Por eso, cuando Steven me invito a la celebración de su familia la noche anterior de noche buena, estuve a punto de desgarrarme las corneas de tanto frotarme los ojos de emoción y confusión. Desde que recibí la invitación, me pasé tres días dando tumbos. El aturdimiento por la notica llego a tal punto que me vi obligado a practicar como comer adecuadamente antes de ir a casa de Steven.

Fragmentado en realidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora