En la zona Nordeste

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Llevó alrededor de tres horas corridas esperándolo, aun no da señales de que en algún momento se mostrará. Estuve toda la mañana tratando de establecer conexión con Steven pero todos mis intentos fueron sin éxito alguno. La última vez que estuve hablando con el sus últimas palabras fueron que estaba de caminó, así que creo que lo más prudente sería ir por mi cuenta, al final todo pudo ser una mala comunicación y no hay porqué estar dándole vueltas al asunto, así que decido tomar mi vehículo y salir a la carretera.
La unidad de logística son comúnmente llamados "tertulia Desciñera" eran los viejos robles del pueblo, once pilares del pueblo.
Cada uno se destaca por algo, llegan desde el cuentistas hasta al más filósofo. Son sin duda alguna buenos sujetos. Con los de la otra unidad no suele compartir, apenas y recuerdo sus rostros.
Luego de un largo viaje en carretera llegó a la estación, donde curiosamente solo está un chico de turnó al parecer.
-¿Donde está todo el mundo?-le pregunté intrigado.
-¿No lo sabes?-Dice el chico, esperando que yo mismo me de respuesta a mi pregunta, cómo si fuera el único en desconocer el suceso que mantenía a todos ocupados.
-No, no estoy al tanto de la situación-Dije, todo con en fin de obtener una respuesta.
-todos están en el Hospital psiquiátrico y aun no regresan. llevan más de dos semanas con las sirenas de los vehículos sonando de una manera estentórea, al parecer nadie los volvió a ver desde su llegada.-dijo el joven con gran pena en su mirada. Al escuchar esto lo primero que cruzo mi mente fue preguntar si estaba bien en lo que el tiempo concierne, estoy más que seguro de que se equivocó al mencionarlo.
-¿Dos semanas? Vamos hombre, yo estuve ahí cuando las unidades fueron llamadas y eso fue hace dos días apenas. Sino me quieres decir esta bien, pero no uses cuentos raros para desviar la pregunta.-respondí sarcásticamente todo para ver cómo reacciona ante dicha respuesta.
-No tengo porqué mentirle señor, espere un momento y le mostrare pruebas.-dijo, mientras se alejó del mostrador y recurrió hacia la parte trasera de la oficina. Mientras esperaba por su regreso me di el lujo de tratar percibir algo con la miraba, más sin embargo no soy capaz de hacerlo.
-¡Tengo lo que necesita!-gritó tan fuerte que un eco se adueñó del lugar.
-Eso espero-respondí, con una sonrisa en mi rostro. Aquello que el chico traía consigo no era más que un pedazo maltratado de periódico y al llegar lo tira sobre la mesa.
-¿puede ver la fecha de esta noticia?-me pregunta de manera burlona.
-si, puedo ver que dice Sábado 15, eso es lo que intentó decirte, solo han pasado dos días desde aquel día-respondí, de manera clara y precisa.
-¿Señor, está usted consciente de que hoy estamos a primero?-responde el chico de manera preocupada, ya podría estar llegando a pensar qué hay algo malo conmigo.
-¡Que cosas! No me había percatado, perdí totalmente el sentido del tiempo. Te pido disculpas.-respondo avergonzado y sin tener ni una idea concreta de que está sucediendo.
-entiendo, suele pasar mucho estos días.-response como si fuese algo rutinario.
-Me tengo que ir, tengo que reunirme con ellos y estar al tanto de la situación. Que tenga feliz resto del día-le dije y inmediatamente el joven se tomó una actitud desesperada.
-¡Señor! Por lo que más quiera, ni siquiera pase cerca a ese lugar, se lo advierto, no es seguro.-dijo de forma alta y sería, como si de el tratase salvarme la vida de un simple edificio de hierro y concreto.
-tranquiló chico soy policía, lo que esté pasando es mi deber detenerlo y saber qué pasa.-respondí rápidamente para no causarle preocupación, no quería que se sintiera culpable de pasarme algo. Salí del lugar antes de darle la oportunidad de responder, sabía que si dejaba que se expresará iba a intentar cambiar mi postura y eso era algo que no podía dejar que sucediera.
Vuelvo a mi vehículo y conduzco hacia el hospital, si ellos no estaban en la estación (como debería ser) lo mas probable es que estén en ese lugar, dando apoyó ya que algo sin presidentes pasó ahí no hace más de dos semanas al parecer.

Exequias

Al llegar al hospital logró percatarme de que la iglesia estaba llena. El recinto es grande en proporciones inimaginables, solo con mencionar que la iglesia estaba llena una vez llegando (esto claro, porqué la iglesia en sí es gigantesca). El ruido era de los vehículos estaba tan fuerte que que no podía ni pensar con claridad en aquel momento. Al notar que todos las personas estaban de negro supuse que era un funeral, el último adiós a un ser querido.
La iglesia estaba llena de gente que quería darle el último adiós presente. Una vez logre entrar pude ver frente al altar la caja de color gris, abierta, con el difunto y unas coronas de flores a su alrededor. Se escuchan quejidos y sollozos de la que creó es su esposa y algunos parientes.
-¡no tuvimos más opción, perdón amado mío! ¡Perdóname!-gritaba aquella mujer sin consuelo alguno que se pueda ofrecer. Al escuchar las palabras de aquella dama mediante su dolor pude darme cuenta de algo. Quizás esa mujer tuvo algo que ver con lo acontecido, eso es algo que no puedo tener por seguro, lo prudente sería respetar el momento.
-¡Dios antiguo y Dioses Nuevos! Aquí hay una prueba de fe; una prueba de que ambos pueden vivir en armonía, ¡no hay necesidad de castigos!-Dice el cura mientras caminaba hacia el altar. Siguió diciendo:
-la ceremonia religiosa de cuerpo presente está comenzando, resultado de que aceptamos a los nuevos Dioses ya que hemos dado a Nuestro amigo y querido Andres como sacrificio.-dijo el cura, como si de un animal se tratase la persona en aquel ataúd. Mientras el cura caminaba hacia el altar acompañado de un diácono, un ministro y un monaguillo. Los quejidos y los sollozos habían cesado. El difunto parecía para todos dormido, a pesar de que huele como si llevara una semana de muerto.
Todo el mundo presente atendía al cura. La muchedumbre de la calle se había recogido en la puerta principal. Otros, miraban por las ventanas laterales de la iglesia. Solo se escuchaba el canto del coro "Victoria tu reinarás, oh cruz tu nos salvarás". El el cura al estar dando sacrificios humanos estaba haciendo la ceremonia bajo el remordimiento cristiano, el cual se notaba a cuando el coro seguía resonando cada bloque de ladrillo de la iglesia. Mientras que el monaguillo a su lado solo piensa en el terrible calor que está haciendo y quiere irse a casa. Mientras más de fija en el ataúd más crece su sentimiento de culpabilidad, ya solo le quedará vivir con ello al pobre chico.
Todos en la iglesia lucían devastados, como si pudieran volver todo a la normalidad más no convenía hacerlo. Mientras todos no dejan de plañir, aquel chico no dejaba de mirar aquella caja gris con gran dolor en el Alma.
El monaguillo, en principio, estaba resignado, pero al ver que todos estaban cometiendo un terrible error decidió alzarse en contra de lo que estaba ocurriendo en aquella iglesia.
-¡Perdimos el caminó!- comienza a decir con mucha fuerza y deseó. Lo dijo tan fuerte y repetidamente que todos en la iglesia dejaron de gritar y pusieron atención a lo que el chico decía.
-¡Solo deberíamos adorar a un Dios y es a aquel que nos dio la vida!-dijo con mucha fuerzas en sus palabras; con una mirada firme y relajada, a lo cual siguió diciendo:
-El temor no es excusa para dejar el camino de Dios, todo lo contrario, en esos momentos de temor y resentimientos es que debemos seguir el camino que nos dejó por tranzar. -Expresó aquel joven con total seguridad en sus palabras.
Cuándo el monaguillo termina de hablar un silencio adueña del lugar, como si de un discurso se tratará. Todo el que estaba afuera de la iglesia entraron y tomaron asientos, la multitud se acoplan de manera cívica y organizada. Durante tan alboroto sale la mujer del difunto a dar su opinión:
-Solo quiero decir algo ante los aquí presentes. Mi esposó fue un hombre de bien y todos los que están aquí presente están consciente de eso, sin embargo, ¿acaso no recuerdas lo qué pasó con la policía? Todo un departamento fugado dentro de este hospital y nadie sabe cómo; nadie tiene la más mínima idea de cómo un grupo de oficiales vienen y atienden una llamada rutinaria y nunca más volver. -expresa aquella pobre mujer como si de un despojo se trataba.
Al escuchar esto inclusive el monaguillo bajó la cabeza arrepentido de lo que había dicho anteriormente. Aquellas palabras de la esposa hizo que todo el mundo se cuestionará que realmente sucede.
El ambiente se vuelve algo tenso, nadie quiere siquiera respirar fuera de proporción. Todo el que estaba presenté no sabía como consolarla.
-Aun así, no es como si Don Andres hubiese querido participar en esto. -Dijo el monaguillo, de manera suave y con la voz quebrada.
-Así es el proceso de selección, nadie sabe cuando le tocará y menos cuando serán traídos bajo efectos de una droga a morir como cerdos a los mataderos- dijo la esposa del "difunto". Inmediatamente escuché esas palabras quede totalmente impactado por lo ocurrido, era algo sin precedentes; algo simplemente extraordinario y difícil de creer. Quería saber el motivo así que decidí que no era momento de intervenir.
-Estamos teniendo un comportamiento erróneo ante la situación, no deberíamos estar haciendo este tipo de cosas.
-¿Que propones hacer? ¡¿Que diablos propones?! -responde la "esposa" con gran rabia en sus palabras.
-Propongo que si vamos a morir sea bajo el mandato divino de Dios. Tenemos que entender de una vez por todas que esto está mal, no podemos estar matándonos unos a los otros solo por miedo. -responde el monaguillo tratando de hacer entrar en razón a aquella esposa devastada.
Luego de tirar esas palabras de consolación y amor a Dios decide acercarse a la mujer y abrazarle fuertemente. Toma cada paso con cautela, no sabe cómo la triste dama pueda reaccionar ante su acercamiento. Continuó diciendo:
-¡Queridos hermanos! Hoy estamos reunidos bajo la influencia del miedo y la calamidad, no obstante, tenemos que buscar la forma de salir a flote.- al escuchar esto la pobre esposa de derrumba en llantos y pesares. No podía hacerse a la idea de que estaría matando a su esposo por nada.
Una vez el monaguillo la ve en ese estado de aflicción decidió abrazarla y ahí estuvieron más de dos minutos sin hacer ningún tipo de movimiento.
-Perdóneme padre por lo que voy hacer-dijo la esposa casi susurrándole al oído al pobre monaguillo. Inmediatamente dice esas palabras mueve rápidamente la mano derecha y decide sacar un cuchillo de sus bolso de mano y así propinar tres puñaladas en contra del pobre siervo del señor.
Al ver esto decidí que era hora de actuar como era debió. Corrí hacia el frente lo más rápido posible.
-¡policía! Que nadie se mueva.- grite mientras intentaba acercarme para darle primeros auxilios al pobre joven.
-¡sujétenlo! El ritual no debe ser interrumpido, los nuevos dioses ya dieron su veredicto y este hombre en la caja debe morir. ¡Tiren de la palanca! -al decir esto aquella mujer los hombres del lugar se me lanzaron arriba como si de un balón se trataba.
Un hombre que se encontraba en el costado derecho del altar presionó la palanca. Al hacer eso la caja de color gris es elevada por unas cadenas de metal grueso.
-¡no tienen que hacerlo! Piensen con algo más de claridad, no hay que llegar a estos extremos. -quería tratar de que entren en razón, pero parecía que era imposible de hacerlo. Todo el mundo en el templo estaba creyéndolo; temían a lo desconocido.
-¡Que arda en llamas! Que la carne quemada sea de agradó a Volka. esperamos ser perdonados señor. -Una vez comenzando el ritual sacan combustible y lo arrojan al piso, lo hacen lentamente para no quemar todo el lugar.
-¡Deténte, no lo hagas! - intentó llamar la atención para intentar sacar dicha idea de sus cabezas por un instante, pero todo fueron intentos fallidos. -Plash- recibo un golpe que me llevó al piso y pierdo el conocimiento.
Al despertar estaba en una habitación de las instalaciones, todo como si de un paciente se tratará. Todo lo acontecido me tenia sin poder explicármelo a mi mismo, desde los sucesos del sábado hasta estos recientes, yo mismo quisiera darme una explicación. Todo hasta ese momento parecía sacado de <<Un lugarcito siniestro>> donde el personaje principal esta perdido en los sucesos.
-¡Hora de tu cita Filemón! -Grita alguien desde fuera mientras le da a los barrotes de la puerta.
-¡estoy listo! Respondí
- muy bien, aléjate de la puerta por favor.
-Ya lo hice, cuando estes listo. -La verdad es que no tengo ni la mas remota idea de cómo llegue; pero el hecho de que tengo una cita se supone que debe ser una explicación razonable a esta penosa acción tomada.
Al sacar de la celda logró no tomar que todo está como si nada; los guardias vigilantes a toda situación ya muchos transeúntes por todo el lugar. Llegamos a una sala la cual contaba con una mesa, tal cual la recordaba de mis sueños.
-Puedes sentarse.
-muchas gracias, señor.
-estiré las manos abre el poste que está sobre la mesa. - al escucharlo hice lo que se me estaba solicitando, al hacerlo tomo otra esposa y me selló a la mesa.
-vendrán en un momento a conversar con usted, pero y esta vez sea un poquito consciente de la situación. -respondió mientras se alejaba de la puerta.
Llevaba alrededor de veinticuatro minutos esperando, me prestó a la especulación ya que no tenía forma alguna de saberlo, cuando de repente se abre la puerta.
-Hola, ¿como nos sentimos el día de hoy? -pregunta el señor Castro burlonamente. Era algo que no podía explicar con palabras, estaba tan sorprendiendo de verle que no sabía cómo responder a la pregunta.
-hmmm, Todo bien señor, ¿Que tal su día hasta ahora?. Señor me gustaría saber la razón por la que estoy aquí, todo lo que están haciendo está mal y deben de parar. - respondí de manera acelerada. La verdad es que no tenía ni la más remota idea de que estuvieran haciendo, solo quería irme a casa y nunca más volver atrás.
-Según tú Filemón, ¿Que estamos haciendo aquí? - al decir esas palabras suspiró profundamente y se quitó los anteojos de la cara; comenzó a frotarse los ojos como si hubiera pasado la noche en trabajando.
-Tenerme aquí en contra de mi voluntad es un delito federal, se lo advierto, pagará caro por este atropello a mis derechos más básicos. -respondí con seguridad en mis palabras, quería saber de que trataba todo este asunto
-Tienes razón, no deberías estar aquí bajo estas circunstancias, pero no dejas otra opción.- al decir eso saca su cuaderno para apuntar todo lo que voy a decir.
-Cuéntame, ¿que es lo último que recuerdas?
-Estaba en la zona Nordeste, justo en la iglesia.
-Oh, ya veo. ¿Como podrías definir lo qué pasaba?.- dijo mientras anotaba en sus apuntes.
-había una ceremonia, un ritual; creo que iban a quemar vivo a un hombre en una caja.
-oh, esto es nuevo. Espera un según, iré a buscar algo de tomar. Al decir esas palabras sale de la habitación y cierra la puerta a su salida. En ese momento mi cabeza comienza a dolerme muy fuerte, un dolor colosal se apodera de mi ser y todo se vuelve duro de seguir bajo los párpados y quedó inconsciente.
Al despertar estaba en el suelo de la iglesia, podía ver el ataúd en fuego y nadie al alrededor para intentar apagarlo.

¡Déjame mostrarte! ¡Déjame mostrarte!
Escucho la voz de una mujer a lo dejos, casi se siente como susurros a los vientos. Intenté buscarla apurado, queriendo verla y saber de quien se trataba.
-¡Por aquí Ja,Ja,Ja!- vuelvo a escuchar, esta vez  desde una puerta a lo lejos.
-¡¿Quien anda ahí?! ¡Si esto es una broma Steven ya es suficiente!
Me quedó mirando fijamente aquella puerta sin pálpito alguno, todo para poder percatarme de que es aquello que tanto intenta hacer que tome ese caminó.
Noto que algo se estaba moviendo en la pared; una sustancia negra comenzaba a actuar violentamente, como si de un criadero de abejas se trataba. Luego de moverse arduamente, comenzó a estirarse hacia delante,  mientras lo estaba haciendo tomó forma de dos manos estirándose tratando de capturar algo en concreto.
Inmediatamente veo ese extraño fenómeno siento que lo mejor seria largarme, correr hacia la salida y jamás volver; pero no, yo quería saber saber de qué trataba todo, estaba peligrosamente intrigado y no podía hacerlo. Cuando aquello deja de expandirse la pared a su alrededor comenzó a dejar su color gris alrededor de igual manera formando así la imagen de un cuerpo. Todo encajaba a una medida que podrías decir que de un dibujo se trataba, cuando de repente...
¡Zaaaz! Se despegó aquello que estaba fijo en la pared, al ver eso corrí y mi escondí detrás de los asientos de madera que disponía la iglesia. Me quedé viendo a la criatura, no tenía rostro y era completamente negra. Al salir de la pared su enfoque total de inmediato fue aquello que ardía, el ataúd con el pobre hombre. Todo está muy callado, lo único que se escuchaba eran los pasos de la entidad desconocida hacia el altar.
-¡Maldita criatura inservible!.-Lanza ese insulto el pobre monaguillo quien aún al parecer estaba con vida. Inmediatamente hacer dicha exclamación estaba firmando su muerte, y es qué aquello corrió a una velocidad increíble y agarró el cuello del pobre hombre subiéndolo.
-Tuuuuu nuuuunca.... ¡blashh!.- Apretó tan fuerte el cuello que salió sangre de todas partes y la cabeza del monaguillo salió disparada. Al ver eso decidí que era hora de correr fuera de la iglesia y así lo hice, corrí sin mirar hacia atrás hasta que pude salir.

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