˚˖𓍢ִ໋🌑˚ DR. JEKYLL 𐚁๋࣭
a jekyll & hyde one shot—¡Pobre Henry! —Se lamentó Mr. Utterson al terminar de leer el testamento de su ya fallecido amigo.
Yo conocí al doctor Henry Jekyll antes de que llevara a cabo su experimento, le advertí que no jugara a ser Dios, pero me ignoró. Pasaron los días y no volví a saber nada de él hasta que los terribles crímenes que azotaban Londres fueron captados por las cámaras de seguridad que registraron el rostro del homicida.
¡Nunca olvidaré aquel rostro! Esos enormes ojos que pedían a gritos saciar un hambre voraz, esa piel tan amarillenta, el cabello despeinado y grasoso, su forma tan primitiva de caminar, y la mirada tan profunda y llena de rabia, pero tan triste que aparentaba buscar alguna solución, ayuda quizás.
En los noticieros locales pasaban el vídeo una y otra vez, Scotland Yard trató de realizar las averiguaciones pertinentes con su nueva tecnología de identificación facial y el gobierno trataba inútilmente de mantener calmados a los ciudadanos, pero todo fue en vano, al final, nunca hubo registro alguno del criminal en los archivos, era como si aquel hombre no existiera, como si fuera un producto de alguna psicosis colectiva ocasionada por el pánico.
Nadie entendía en absoluto lo que estaba ocurriendo.
Una noche tormentosa cuando la luz se fue y me quedé a solas en el departamento, un ruido captó mi atención, lo reconocí al instante, era el florero de mi abuela estrellándose en el alfombrado.
Tuve miedo, sí, había un extraño en mi casa quien sabe con qué intenciones. Tomé el teléfono y marqué al 911, estaba realizando mi denuncia cuando una mano se posó sobre mi hombro derecho y entonces grité, grité tan fuerte que desperté a la casera y quizás a media Europa.
No pude hacer nada aquella noche. Ese intruso era nada más y nada menos que Henry Jekyll, quien sostenía una pequeña linterna.
Con la tenue luz que de ella emanaba alcancé a ver un par de ojos llorosos y una frente bastante sudorosa. No quise imaginar el estado de su ropa.
—Nellie, ayúdame —Fueron sus palabras antes de caer a mis pies y soltarse a llorar.
Durante toda la noche hablamos, me comentó lo que había hecho con el experimento y lo que Edward Hyde hacía cuando tomaba posesión de su cuerpo. Me dijo incluso que trató en tres ocasiones distintas entregarse, pero la denuncia nunca prosiguió por la incredulidad del cuerpo policial.
—¿Qué puedo hacer? —pregunté.
—Nada —dijo casi en un susurro—. Ya nadie puede hacer nada.
No entendí en ese momento lo que ocurría, pedía ayuda, pero no había nada que pudiera hacer.
Dos días después, el Times anunció el suicido del famoso doctor Henry Jekyll y las tres cartas que dejó en su despacho.
Él sólo trató de sanar, de curar su trastorno de la personalidad múltiple con ayuda de una mezcla de narcóticos casera, pero el experimento fracasó, liberando un mal que no pudo controlar y que, al final mató la bondad que aún existía en él.
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Dr. Jekyll
FanfictionLa policía investigaba los terribles crímenes en Londres registrados por cámaras, capturando el rostro del asesino que nadie podía identificar. Una noche, un asustado Henry Jekyll visitó a su amiga Nellie contándole sobre su experimento fallido par...