01

190 10 5
                                    

Era tarde, pude notarlo cuando mi vista se posó en la ventana abierta de mi oficina. ¿Cuánto había estado aquí?

Algunas horas tal vez.

Regresé a la tierra cuando escuché el toque en mi puerta, y poco después de haber permitido a Taehyung entrar, mi mente voló.

No lo escuché, pero lo observé. Lo observé mucho, cada detalle. Y tal vez presté más atención de la debida cuando lo vi mover su mano en el aire queriendo llamar mi atención. Obvio lo hice, o al menos lo aparenté. Tomó asiento frente a mí y volví a perderme en su rostro. La forma en la que movía sus labios a un compás lento tratando de informarme seguramente de lo sucedido con la empresa de al lado. Se ven tan suaves y delicados que mis ganas de acercarme se hacen cada vez más grandes y dudo poder reprimirlas. Por eso me concentré en sus ojos y en lo expresivos que eran, esos ojos avellana que lo hacían aún más hermoso, esos ojos que me hacían perder noción de todo.

Decidí que era suficiente de admirarlo cuando él me observó fijamente para darse cuenta de la intensa mirada que le estuve lanzando desde que llegó. Vale, sólo era cuestión de tiempo para que me descubra.

Oh, estoy en problemas.

Sonrió de lado y se levantó de su asiento, casi chillaba de felicidad cuando en lugar de irse como el buen trabajador que era, rodeó mi escritorio y se sentó en mis piernas convirtiéndose en el trabajador del año.

Mi brazo rodeó su pequeña cintura y acerqué mi rostro al de él con razones obvias.

Él besó mi frente y luego escapó de mí.

¿Qué carajos?

Lo vi caminar por sus cosas para luego marcharse y dejarme en un estado de trance, porque a ese niño le gustaba jugar con fuego. Primero rompe la pared entre nosotros, para construir una muralla de acero doble.

Rubí ☆kvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora