La primera vez que abrí mis ojos (Parte 1)

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-Empezaré por mi aventura más difícil y que más emociones causó en mi-le sigo hablando a la inanimada tierra.

-Oh, parece ser interesante-me responde una voz de repente causándome que de un respingo por el susto.

-¿Quién eres?-pregunto dudoso. Estoy en una alcantarilla; nunca se sabe con lo que te puedes encontrar.

-Nadie-y se por el tono que lo dice de alguna extraña manera sé que está sonriendo.-y a la vez todo.

-Eso no puede ser posible-respondo incrédulo mientras trató de agudizar mi vista para ver al personaje que me habla.

-Todo es posible-responde con indiferencia-yo sólo vine porque me aburría y al escucharte me pareció una buena distracción estar contigo y oír tus aventuras.

-Al menos tendré compañía y a alguien que me escuche por última vez-me digo a mi mismo-¿Tienes nombre?

-Sólo llámame Cef

-Está bien-digo extrañado...Cef, que extraño nombre-¿Qué historia quieres que te cuente?

-La que tú gustes.

-Está bien, entonces-digo y mis ojos empiezan a llenarse de lágrimas-le voy a contar el principio de todo; La primera vez que abrí mis ojos

Aunque ya los había abierto anteriormente cuando me crearon, está era la primera vez que miraba el mundo.

Me habían empaquetado junto con un borrador y un tajador que con el tiempo se volvieron en muy buenos amigos míos, el encargado de la tienda dijo que yo era el último encargo de esta marca que pedía; era demasiado caro y aunque un trazo fino y suave dejaba, no muchos me compraban.

Mi primera noche en el lugar no pasó nada; me presenté con todos y cada uno de los habitantes de la librería.

Todo era muy tranquilo hasta que llegó esa noche:

El encargado había decidido ponerme en oferta y dejarme pegado en el ventanal para que todos me observen.

Ese momento fue tan mágico; vi tantas cosas que me costó tiempo asimilar, tantos colores y tamaños; la vista era espectacular.

Niños corrían por las calles detrás de otros, muchos paseaban a sus perros; Vi a señoras y jóvenes tomando el té y pasteles. Los árboles con hojas verdes y amarillas estaban llenos al igual que de animales silvestres, cajas plateadas con ruedas recorrían las calles con fluidez dejando humo negro por detrás. En los parques estaban las madres y padres; observando como sus hijos jugaban y deseando que nunca crecieran. Sin embargo lo que más me gustó fue un sonido suave, relajado y nada forzado que venía desde un instrumento de un hombre pobre y desolado que tocaba a los pies de la librería a cambio de monedas.

Tenía la ropa remendada y su flauta estaba un poco rota, parecía ser ciego y la gente lo ignoraba al pasar, algunos le daban unos cuantos céntimos y otros simplemente miraban con despreció. Se supone que el mendigo es el ciego; pero al parecer la gente estaba más ciega aún si es que se puede.

Ahí estaba yo comentando con mi amigo borrador y tajador sobre la agradable y armoniosa música cuando de repente se escucha un grito y la caída de un cuerpo en el asfalto.

La música paró, nadie se movía, un líquido rojo se formó a los pies del ventanal donde yo estaba en oferta y se escucharon las sirenas de la policía.

-Han matado al pobre señor músico y sólo por 20 céntimos- comentaba la gente y yo veía anonadado como tal vileza había sido cometida ante mis ojos aún sin creerlo.

Pero si él no le ha hecho daño a nadie.

Un oficial uniformado entra a la librería, tira 20 céntimos a la caja y antes de salir me saca del escaparate y dice:

-Gracias por el lápiz. Si sabe algo del caso por favor llámeme- y le tiró un papelito a la pila de dinero que contaba mi vendedor.

No hubo tiempo de despedidas ni llantos nostálgicos; me alzaron y me fui. Sólo de algunos me despedí con una señal militar.

Salimos de la tienda y me saco de la caja junto con borrador y tajador para después de darnos una mirada de aprobación y guardarnos en su bolso.

Escuche como se subía a la patrulla y muchas voces le hablaban a la vez:

-Detective; ¿Que haremos con el asesino en serie?-Decían el coro de voces unidas.

-Sólo traigan a los sospechosos y yo me haré cargo-respondió a su vez haciendo callar a todos y terminar el resto del viaje en paz.

Diez minutos después llegamos, nos sacó del bolso, nos acomodó en el escritorio y esperamos impacientes por saber que pasaba.

Llegó una persona.

Era de aspecto siniestro y con una sonrisa macabra se acercó un poco al escritorio quedando cerca de la puerta vigilada por dos guardias.

Dejaba un aire de maldad. Una maldad hermosa pero terrorífica, atractiva pero errática.

De porte elegante y aire de grandeza; miraba desafiante al detective cerca de mí y una mirada de superioridad les tiraba a los guardias.

-Buenas noches-dice con una mirada desafiante y voz firme.

-Buenas noches-responde el detective detrás mío con voz fría y mirada de pocos amigos- tome asiento.

El hombre se sentó, cruzo las piernas y una sonrisa completa mostró.

El detective me tajo y me alisto para el uso.

-Por favor me dice sus datos personales-dice en voz baja pero firme.

-No entiendo para que si ustedes ya me tienen registrado como a todos los ciudadanos-dice el hombre con una mirada desafiante.

-Es parte del protocolo, limítese a responder-comenta el detective con voz cancina.

-Mi nombre es Franco Luna-dice con arrogancia

Me detengo un momento para poder toser.

-¿Y? ¿Qué paso después?- me pregunta Cef impaciente.

-Espera un momento, me duele la garganta-Respondo cortante y con la voz ronca a causa de la toz.

-Está bien-responde resignado.

-Ahora sí, continuo.-me aclaro la garganta y sigo con la historia.

El final de la historia en el siguiente cap xD

F.C.

Lápiz [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora