Dos.

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El cambio en ti fue notable, al menos yo pude notarlo, pasaste de dar golpes a mis hombros  a dejar besos en mis mejillas y frente cuando llegabas a casa para pasar tus tardes conmigo. El trato que me dabas era cada vez más tierno, más suave y más amoroso, sin embargo; tú eras así, eras como un algodón de azúcar con pizca de rudeza en ciertas ocasiones.

Era tan fantástico para mí tenerte en mis brazos y sentir con mis propias manos el suave latido de tu corazón. De todas formas siempre trataba de mantener los pies sobre la tierra y no fantasear demasiado con un futuro juntos, aunque me lo ponias tan difícil, era complicado no imaginarte siendo mi novio si hasta en las calles nos confundían con una jóven pareja, recuerdo todavía la vez que aquellas dulces ancianitas se acercaron a nosotros sólo para tomar nuestras mejillas y decirnos, "que lindo es el amor, son una hermosa pareja", tu cara se puso tan roja que por un momento te imaginé con un tomate en lugar de una cabeza, la carcajada que solté sólo hizo que me ganará un golpe de tu parte, era un bonito recuerdo. Tan bonito como los días en los que te la pasabas sobre mí sólo abrazándome o aquella rutina que adquirimos, la cual se trataba de ver las estrellas juntos desde el jardín, acostados sobre una manta, tu cabeza reposando en mi pecho y yo aspirando tu hipnotizante aroma a vainilla mientras te escuchaba hablar sobre cualquier trivialidad. Todo era perfecto hasta que llegó esa noche donde el silencio abundó, cambiando el ambiente cálido por uno frío, tan frío que helaba mis pensamientos.

—¿Ocurre algo, Hyungie? —recuerdo haberte preguntado con un tono lleno de preocupación para luego notar como te removiste de tu lugar y posteriormente sentir como un vacío ocupó mi pecho cuando dejé de sentir tu cabeza sobre él, me diste una rápida mirada y luego la desviaste mirando está vez a las flores en el jardín, pero pude verlo, ojeras marcadas bajo tus ojos y aquella expresión cansada que me rompió un poco el corazón—. El silencio no es algo muy habitual en ti, Hyung. No me has dirigido la palabra desde que pisaste la entrada y me estoy preocupando. Tienes bolsas bajo los ojos que no me agrada que poseas, te hacen ver como muerto en mi vida —. Moviste la cabeza en señal de negación, tu mirada cayó y tu cuerpo se posó nuevamente a mi lado, el vacío en mi pecho volvió a llenarse, pero el silencio seguía allí y estaba matandome, hasta que escuché tu voz.

—Estoy bien, Jungkookie —susurraste, para luego comenzar a juguetear con una de mis manos, con mi otra mano me di la tarea de acariciar tu cabello con delicadeza pero todo se detuvo apenas escuché un sollozo que provenía de tu boca y algo empapando mi camisa.

—¿Taehyung, qué ocurre? Dime el porqué de tus lágrimas —interrogué serio, pero por dentro me sentí desfallecer al ver las lágrimas inundando tus ojos, apartaste tu vista de mí y la dirigiste a la nada, tomé tu barbilla e hice que me miraras, acerqué tu rostro a mí y pregunté nuevamente.

—¿Qué te está pasando, hermoso?  Regalame una sonrisa, por favor.

—Por favor, no preguntes más, dejame disfrutar de esto un poco más, mañana podrás preguntar todo lo que quieras, hoy sólo quiero estar contigo y disfrutar de este momento, puedes hacer eso por mí, Jungkookie? —dijiste con la voz quebrada, mientras más lágrimas se deslizaban por tu cara de ángel más dolor sentía yo en mi pecho.

—Te quiero mucho, nunca lo olvides, siempre  juntos —pronuncie con dificultad para luego observarte asentir, me dejé rodear por tus brazos y te consolé mientras llorabas en mi hombro, nunca había sentido tanto dolor hasta ese momento.

Con dificultad me recosté en la manta poco a poco sin romper nuestro abrazo, dejándote sobre mí mientras seguías sollozando sobre mi pecho. No sé en que momento mis mejillas se cubrieron de lágrimas, pero tú nunca lo notaste, nunca lograste saber lo mucho que sufrí aquella noche por ti.

Minutos después te lleve a la habitación después de caer en cuenta de que te dormiste sobre mi cuerpo. Te dejé con suma delicadeza en mi cama y me situe a tu lado, esa noche me repetí múltiples veces que todo estaría bien, sin embargo nunca imaginé lo que me tendría el destino preparado.

ᴘʀᴏᴍɪsᴇ - ᴋᴏᴏᴋᴛᴀᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora