Ruedo los ojos al escuchar las risitas de los niños a mi lado, en los asientos traseros del auto de papá.
Saco a mis mejores amigos, los auriculares, del bolsillo del morral. Los conecto al teléfono, me los pongo en los oídos y subo todo el volumen del audio antes de reproducir cualquier canción, en el momento en el que oigo a Elizabeth decirle algo a sus hijos.Me pregunto quién fue el de la idea de traer a esos chiquillos a pasarse un tiempo en casa.
Apostaría diez dólares a que fue Elizabeth.Ethan y Emily, los niños de doce y diez años, respectivamente, están murmurándose cosas.
Por lo general, Ethan encuentra algún motivo nuevo para fastidiar a su hermana menor y Emily, enojada, se defiende de él.Los he observado algunas veces.
Son así.El niño es un poco más alto. Su cabello es de un color caramelo con forma de hongo y sus ojos son de un color avellana. Por otro lado, Emily es una dulzura diferente a él. Su pelo es castaño, casi rubio y rizado, que le cae hasta la cintura. Y sus iris llaman la atención siendo maravillosamente verdes y siempre suele usar vestiditos rosas con zapatillas del mismo color, a juego.
Elizabeth llegó a casa dos años después de la muerte de mi madre. Y admito que no me sorprendió tanto que papá reemplazara tan rápido a mamá. Después de todo, siempre creí que nunca la quiso tanto como realmente afirmaba.
Mi relación con papá no es tan cercana como antes. Es decir, hablo con él sólo cuando necesito dinero (lo cual no ocurre casi ya que, por lo general, él me da cierta cantidad de dinero cada semana para mis gastos diarios) y cuando llego a casa y él está ahí, y sólo le digo: "Hola".
Mucho menos le dirigo la palabra a Elizabeth.
Sí, es cierto que es la nueva mujer de papá. Pero eso no quiere decir que obligatoriamente deba llevarme bien con ella.
Ni siquiera cuando es ella la que prepara la comida porque yo cocino para mí misma.En resumen, no tengo buena relación con nadie en la casa, ni en el colegio. Sólo salgo de mi habitación para ir a cocinar y buscar agua. Porque tengo un minibaño en mi recámara, televisor y, a penas termino de prepararme la comida, subo al cuarto y como allí.
Y sólo voy y vuelvo de la preparatoria o de las clases de inglés.Del resto, mi cuarto es mi lugar de ocio.
Aparto los audífonos cuando la pequeña Emily me da un par de toquecitos en el hombro para captar mi atención y luego me señala a papá, quien aparentemente estuvo hablando.
—Estoy hablando contigo, Itzel. ¿Es que no me oyes por esos malditos aparatos?
Respiro profundamente y le pongo pausa a la lista de reproducción.
Ya empezamos...
Me relamo los labios y adopto una mirada desafiante dirigida a quien sea que me mire.Elizabeth le acaricia la espalda, fingiendo querer tranquilizarlo.
—Tranquilo, cielo. Tranquilo.
Papá hace una mueca.
—¿En serio no escuchaste lo que te dije?
Niego con la cabeza, sin darle mucha importancia al tono de advertencia de su voz.
Aparto un mechón de cabello de mi cara.
Respira profundo, intentando tranquilizarse.—He dicho que tienes que ir a la escuela mañana. No puedo ir a recoger tu informe del período. Enviaré una excusa a la profesora para que sepa que puede entregártela.
Por un momento, lo veo mover el freno de mano al detenernos en un semáforo.
—¿A qué hora?—logro decir.
—Siete de la mañana. ¿No hay problema con eso, verdad?
Levanta la vista para toparse con mi mirada en el espejo retrovisor. Analizo su semblante por un momento.
No sé desde cuando empecé a tomarle fastidio.
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STALKER ©
Teen FictionTomo el teléfono con las manos temblorosas, tomo una bocanada de aire por la boca y me obligo a hablar, en un susurro: -¿Quién eres? Contengo la respiración cuando, del otro lado de la línea, oigo una respiración agitada contra el auricular y pasos...