Querido Diario

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Con las yemas de sus dedos acarició la portada de aquella nueva libreta, era gruesa y bastante dura, pensaba en tenerlo consigo durante muchos años y este no tendría ni un solo rasguño.

Todas las hojas blancas, suaves y con olor a nuevo, ¿Cuántas hojas serían? ¿100? ¿180? No lo sabía, pero si sabía que le había costado bastante dinero como para tenerlo guardado sin anotar una sola palabra en ellas.

¿Por qué lo había comprado? Pensaba escribir sobre investigaciones, anotaciones, tareas, apuntes... ¿Pensamientos?.

No se la había pasado muy bien desde que el nuevo ingreso a clases se adelantaron y ahora tenía apenas menos un fin de semana para divertirse y ¡Adiós mundo feliz! Volvía a desvelarse con los proyectos y tareas, adiós a las largas lecturas de investigaciones y crímenes, adiós a la diversión y hola a lo extraño.

Dejó salir un suspiro, no, aún no sabía que escribir en aquella libreta, dejó caerse en la cama con la libreta abierta en la cara, cerró los ojos y estiró los brazos sus lados como si de Cristo Redentor se tratase.

Comenzó a pensar.

¿Sería bueno escribir sobre su vida personal?

Conocía perfectamente el peligro de hacer aquello, podía perderla y quién lo encontrara sería el lector de todos sus secretos, pensamientos y sobre todo ¡Su identidad! De tan solo pensarlo le daba pánico.

Se levantó de golpe caminando al escritorio frente a su cama, buscó por los cajones y encontró un pequeño frasco de tinta, lo sacó para luego dejarlo arriba del escritorio; a lado de su puerta había un gran armario, en los lados tenía dos cajones medianos pintadas de azul marino y uno más grande pintado de blanco debajo de estos, en el centro, en la parte de arriba con dos puertas pintadas de azúl índigo con su nombre en blanco y por último dos cajones más pintados de verde claro. Abrió uno de los cajones verdes, en este había una caja de cartón con pegatinas coloridas de letras formando su nombre, la sacó y se fue a sentar en la silla de su escritorio.

Abrió el frasco de tinta, estiró su brazo tomando la libreta dejándola en su escritorio, con un cuchillo le sacó filo a la pluma y al tenerla afilada la sumergió en la tinta.

Lo pensó un segundo.

La punta tocó la portada de la libreta y comenzó a escribir:

   Diario
Propiedad:

Y por tercera o cuarta vez (ya había perdido la cuenta) lo pensó ¿Acaso sería buena idea? ¿Y si alguien lo encuentra? Bueno, no lo iba a llevar a todos lados ¿O si? Ni había problema con dejarlo debajo de su cama o en su armario.

Volvió a sumergir la punta afilada de la pluma y escribió su nombre.

¡Al caño!













*Género Yaoi/gay (boyxboy)
*McDanno.                              

*Capítulos cortos.                 
*Sin horario de actualizaciones.
*Comedia romántica.         
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~Regalando McDanno catastrófico~
Max

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