Cαριtυlσ Intrσdυccισn II

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Un sentimiento tras el cristal teñido de sangre


Continuación..

Imperio Kōtoku-in, Kamakura. Tierras del linaje humano.

¡Teniente! ¡Teniente! — Gritó un soldado, quien llegaba exhausto, con su armadura y espadas en mano.

¡No perdamos más tiempo, preparen los caballos, hay que ir a las cordilleras! ¡Ya! — Gritó Wakahisa mirándolos.

No es necesario, teniente.. ¡Ya llegó! ¡El demonio está aquí!.

Gritó uno de los soldados, cuyo miedo era palpable.

Wakahisa abre sus ojos a más no poder y de inmediato sale corriendo del salón al pasillo junto con los soldados que habían llegado al lugar. Pero poco antes, se detiene y mira a Rin-suh.

Debes quedarte aquí, Rin-suh. Puede ser peligroso, mantente en el palacio, y ¡no! salgas. — Ordenó Wakahisa, y antes de que ella pudiera negarse, él se marchó. El resto de sacerdotisas que servían al palacio, se resguardaron junto con Rin-suh en el salón, como orden del teniente Wakahisa. Rin-suh comenzó a preocuparse cada vez más, pues nunca un demonio había logrado llegar hasta el imperio de Kōtoku-in.

Al saberse que las cordilleras de Kōtoku-in estaban siendo atacadas por un demonio desconocido, las personas comenzaron a correr entre sí en busca de un refugio, los niños, quienes cogidos de la mano de sus padres corrían, lloraban por miedo, mientras que las mujeres decidían refugiarse en los templos sagrados. Muchos monjes con pergaminos sagrados y sacerdotisas con arcos, flechas y otras armas salían a las calles de Kōtoku-in, para ser de ayuda y atacar a la gran bestia que los amenazaba.

Pronto Wakahisa llegaba al centro del gran imperio en donde fue visto volar por los cielos al gran demonio.

¡Escuchadme todos! — Gritó — Todo el mundo debe estar atento, pues el olor a sangre es fuerte, ese maldito demonio está aquí. — Expresó Wakahisa dándole una orden a todos a su alrededor.

¡Sí, Señor!.

Los últimos aldeanos terminaban de refugiarse, y solo quedaban los soldados, guerreros, monjes y sacerdotisas en las calles, con sus flechas apuntadas al cielo, y con sus pergaminos, armas y escudos sostenidos para cuando aparezca el gran demonio.

El olor a sangre se hizo cada vez más presente, y fue cuando se escuchó el murmullo del demonio, un grito estrepitoso y un fuerte estruendo, como si una de las torres de Kōtoku-in se derrumbara.

♪♫ Inuyasha OST 1 - An Attack ♩♬

Y poco después apareció.

Media más de 90 metros, consigo llevaba un pelaje blanco, sus ojos eran rojizos como el propio Yomi, portaba afilados dientes que sobresalían de su rostro. Era, sin duda alguna, un servidor de las tierras de Hokokuji, pues solo quienes portaban esa apariencia de bestia blanca era la raza de Sesshomaru.

Era una gran bestia. 

 

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Seѕѕнoмαrυ y el eѕpejo de Hoĸoĸυjι |セソハマルと北国寺の鏡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora