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Caminó despacio a su lado, con el cielo estrellado siguiendolos y la luna resplandeciente a sus espaldas. Ninguno habló durante todo el camino, y cuando llegaron a ese sitio brillante, lleno de risas y felicidad, simplemente no sintió nada, no podía, porque su cabeza estaba en otro lugar, probablemente volando cerca de las estrellas. Hoja tras hoja caía lentamente de los árboles, con todo el paisaje pintandose de colores cálidos cuando el sol aún reinaba, y de noche, la frialdad se apoderaba junto a la muerte de la naturaleza, eso era el otoño.

Pronto se vio rodeado de risas, juegos y fuertes ruidos. Arrastró directamente al otro hacia el gusano, aún manteniéndose en silencio pero intentando surcar una sonrisa en sus labios.

—Tal vez no debí proponer venir aquí, si quieres volvemos— habló HoSeok tímidamente, notandose algo tristón. TaeHyung al instante se sintió avergonzado de su forma de actuar, pues se suponía que debía estar disfrutando junto a su amigo, no pensando en la resurrección de su molesto pasado.

—Hobi, está bien, solo espero que no te desmayes en los juegos— vaciló divertido, dejando ver su sonrisa cuadrada al cien por ciento, y el de cabellos rojos respondió con emoción, intentando ocultar vanamente su temor.

HoSeok casi muere en el gusano, incrementando sus ganas de vomitar cando Tae lo llevó al barco pirata, y luego a la montaña rusa del terror. Definitivamente se estaba arrepintiendo de haber ido al parque de diversiones cuando le tenía miedo a casi todo, pero era eso, su sufrimiento a cambio de la sonrisa y superación de TaeHyung, de hecho, se sorprendió de que haya aceptado ir en primer lugar, sabiendo que no pisaba ese parque desde que pasó el conflicto del año anterior.

—¿Te sientes bien?, ¿Aún crees aguantar la vuelta al mundo?

No, joder, le temía a las alturas.

—Si, creo que sí— contestó con la voz ahogada, pero estirando sus labios en una pequeña sonrisa, que ante los ojos de TaeHyung se vió penosa.

—Bueno, pero primero acompáñame hasta allá, quiero una manzana acaramelada.

Y de nuevo fue arrastrado hasta un puestito decorado de otoño. Desde ahí podía escuchar a una banda cantar en el escenario, por lo cual intentó distraerse mientras su amigo compraba, ignorando las terribles ganas que tenía de expulsar toda la mierda que había ingerido en la tarde, no, no iba a vomitar por nada en el mundo. Había pasado un rato cuando decidió girarse para ver a TaeHyung, porque le resultó extraño que aún no haya terminado de comprar siendo que en la fila no había casi nadie. Y lo encontró, pero no comprando, sino que con el palito de la manzana ya en mano y con la mirada fijamente pérdida en una zona en específico. Frunció el ceño siguiendo una especie de camino invisible hasta lo que tanto parecía haber llamado la atención de su compañero, cayendo en algo que terminó por sorprenderlo y aterrarlo.

—Oh mierda. . .

—¿Que hace con esa idiota?— lo escuchó musitar al pelirrojo cuando se acercó a él, tomando su brazo.

—No importa, mejor nos vamos de aquí- soltó seriamente intentando llevárselo de ahí, pero Tae se negaba a dar siquiera un paso—. TaeHyung, vámonos.

—Espera— murmuró sin prestarle verdadera atención, poniéndose de puntitas para observar bien.

Una ráfaga de viento cruzó justo en el preciso instante en el cual el castaño se había girado, conectando sus miradas en un repentino choque de electricidad que pareció recorrer el cuerpo de ambos.

¿Que desastre pretendes provocar?, Jeon JungKook.

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Sin motivos para odiarme »KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora