UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

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04:10 pm – DATE PRISA.

14:13 pm – ¿DONDE ESTAS?

04:14 pm – En camino

Le hubiera gustado que alguien le explicase qué hacía allí, cómo fue que llegó a ese pasillo largo, vacío, sombrío y frío si hasta hacía un momento atrás estaba respondiendo al mensaje de su amiga mientras manejaba su auto, su hermoso Volkswagen Beetle rojo. Un color completamente diferente al que tenía el sitio donde se encontraba en ese preciso momento. De hecho, mientras su vista se acostumbraba a la luminosidad que presentaba el lugar se dio cuenta que todo el maldito sitio era blanco.

¿Era una estúpida broma o qué? Quizás tomó de más en la boda de su amiga a tal punto de no recordar nada y ahora Santana, junto con Puckerman, le estaba jugando una estúpida broma. Sí, debía ser eso. Pero... Era imposible que fuera una broma, estaba de camino a la boda y si ahora estaba en ese sitio blanco entonces significaba que no había llegado a la celebración. Tampoco recordaba a haber visto una habitación así en casa de su amiga y mucho menos en el lugar donde iban a celebrar la estúpida boda.

Creyó que caminar alrededor del lugar e investigarlo un poco le permitiría conocer algunas cosas que le dieran indicios de dónde era que estaba y cuando dio el primer paso sintió que algo iba mal.

¡No llevaba zapatos! ¿Dónde quedaron sus malditos zapatos? ¡Si le salieron carísimos! Bueno, no tanto, su mejor amiga se los compró pero aun así... ¡Eran un regalo! ¿Dónde estaban? ¿No había un buzón de quejas en ese sitio? ¿No? No había una mierda en ese maldito lugar. ¿Cómo se supone que debía investigar si no había nada que investigar más allá del estúpido pasillo más blanco que los dientes de su vecina malhumorada e histérica que vivía a dos casas de la suya. ¡Vieja amargada y frígida!

— ¿No te cansas de maldecir? —preguntó una voz detrás de ella asustándola. ¡Maldito hijo de perra!, se escapó de sus labios—. No, veo que nunca dejas de hacerlo.

—¿Quién eres?— preguntó mirando hacia todos lados pero no encontró a nadie más allá del blanco de las paredes—.¡Manifiéstate, espíritu!

—Tú y Santana deberían dejar de ver esas películas de terror donde hay juegos de la copa, tablas ouijas y todo ese tipo de cosas. —volvió a hablar esa voz llamando mucho más su atención, y sea quien sea, ésta se volvió más gruesa y familiar, como si la hubiese escuchado antes, como si fuera de alguien importante para ella—. Pensé que si hablabas con alguien conocido sería menos impactante y asustadizo pero desde que has llegado aquí no dejas de maldecir y te has concentrado tanto en eso que no te tomaste el tiempo de reconocer la voz de tu propio abuelo.

— ¿Cómo...? ¿Cómo sé que eres él? —tartamudeó muy a su pesar mientras buscaba alrededor algo con que defenderse en caso de que esa voz quisiera atacarla.

—Ven, camina conmigo. Responderé cada duda que tengas —le aseguró la voz muy cerca de donde ella estaba.

—No lo hare —se negó—. Camina tú si quieres, yo solo quiero saber qué es este maldito lugar, por qué mierda estoy aquí y cuándo me voy a ir.

—Eso depende de ti— afirmó la voz alejándose de ella—. Hmm... Escucha, hagamos una cosa. Empecemos de nuevo, ¿Te parece bien?

— ¿Empece...?

—Hola —saludó en su oído por detrás de su espalda haciendo que se diera vuelta rápidamente buscando el origen de aquella voz.

Había algo que debía admitir. No tener el control de las cosas la ponía nerviosa y la asustaba... Y en ese momento no tenía control de nada. Una estúpida voz estaba hablándole, una voz que decía ser su abuelo pero que era casi imposible, o al menos era algo que ella elegía no creer.

A second chance [Faberry One-Shot]Where stories live. Discover now