Capítulo 1

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¿Será cierto que para los enamorados lo más difícil no es el primer beso, si no el último?


- ¿De donde sacaste ese colgante?

Gonzalo Balmori no podía creer lo que veían sus ojos, el colgante que llevaba la muchacha que se encontraba frente a él, era el mismo que le había regalado a Chantall hace ya más de veinte años. Estaba seguro que era el mismo, ya que lo reconocería en cualquier lugar, por que se lo mando hacer especialmente para ella y además en el estaba grabada la fecha en la cuál se conocieron.

Olimpia frunció el ceño. Ya estaba lo bastante nerviosa por conocer al padre de su novio como para que ahora éste apenas ella entrara a la sala le preguntara sobre el colgante de su madre sin siquiera saludarla o algo por el estilo.

Se llevó la mano hacia el colgante y lo apretó con fuerza.

- Era de mi madre, ella me lo regalo poco antes de morir.

- Co... ¿Como se llamaba tu madre? –preguntó Gonzalo temiendo que le digiera el nombre de Chantall, ya que eso significaría que habría muerto.

- Chantall, Chantall Luque.

Gonzalo se dejó caer en el sillón que se encontraba detrás de él. Chantall había muerto, ya no podría volverla a ver y pedirle perdón por lo que ella tuvo que sufrir en el pasado.

- ¿Papá te encuentras bien? –preguntó Gabriel acercándose a Gonzalo.

Gonzalo solamente asintió, ya que el nudo que sentía en la garganta no le dejaba hablar.

- ¿Usted conoció a mi madre? –preguntó Olimpia nerviosa al ver lo pálido que se había puesto el padre de su novio al escuchar el nombre de su madre.

Gonzalo subió la vista y la fijo en la muchacha que estaba parada en medio de la sala.

- Yo le regale a tu madre el colgante que llevas puesto.

Ahora fue el turno de Olimpia de quedar pálida.

No puede ser, ser repetía una y otra vez, tiene que ser una estúpida broma o una horrible confusión, porque él no podía ser quien le había regalado el colgante a su madre, porque ese colgante se lo había regalado su padre antes de separase a su madre.

Sus ojos comenzaron a llenárseles de lágrimas, su madre antes de morir le había dicho que el colgante era el único recuerdo del hombre que había amado toda su vida, el padre de Olimpia. Cuando ésta quiso preguntarle el nombre del hombre, su madre le dijo simplemente Gonzalo, sin ningún apellido.

Ya no pudo soportar más y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas. Todo concordaba, el colgante y el nombre del padre de Gabriel, Gonzalo, al igual que su padre.

Gabriel al ver que Olimpia comenzaba a llorar se acercó rápidamente a ella, él pensaba que se encontraba en ese estado porque se acordó de su madre y todavía no lograba superar la reciente muerte de ésta.

- Olimpia, ¿te encuentras bien? –Gabriel trató de abrazarla pero Olimpia se alejó rápidamente de él.

Gabriel frunció el ceño por el comportamiento que estaba teniendo su novia.

- ¿Qué esta pasando? –preguntó a nadie en particular.

Gonzalo se levantó del sillón y le dirigió una mirada de agradecimiento a su hijo.

- Nunca podré agradecerte esto que has hecho, hijo.

Gabriel levantó una de sus cejas, ahora si que no entendía nada de lo que estaba pasando, ni el por que su padre le daba las gracias.

Amarte es mi pecadoWhere stories live. Discover now