¿Porqué insistimos en dañar a las personas que mas queremos? haciéndoles creer que no nos importan... solamente los lastimamos, es como jugar con fuego... todos los involucrados nos quemamos.
En la actualidad, cuatro años después...
Tiene una fotografía entre sus manos, es lo único que le queda de ella, de esa mujer que aunque han pasado los años la sigue amando. No ha logrado olvidarla y tampoco piensa hacerlo ya que tarde o temprano ella tendrá que volver a verlo y aunque este en contra de las reglas de la naturaleza, él no la va a dejar irse de nuevo de su lado.
- Olimpia –murmura acariciando con sus dedos la imagen que aparece en la fotografía.
No la ha reemplazado por ninguna otra mujer, le ha sido completamente fiel a su recuerdo, a ese amor que todavía siente en cada rincón de su cuerpo. Pero a pesar de todo él cumplió cuando ella le pidió que no la buscara, sabía que tenía que dejar que se desahogara y que regresara por su propia voluntad cuando estuviera preparada para hacerlo. Por ella él sería capaz de esperarla hasta el último día de su vida.
Pero ya no tendría que hacerlo, había llegado el día en que ella regresaba, al fin volvería a verla, y haría todo necesario para que ella comprendiera que tenían que estar juntos a pesar de todas las cosas, que con el amor que se tenían podían enfrentar cualquier dificultad, inclusive a la sangre que los unía.
- Hijo al fin llegas estaba preocupada, pensaba que no alcanzarías a llegar antes que Olimpia.
Gabriel guardo rápidamente la fotografía dentro de su chaqueta.
- No llegaría tarde por nada del mundo –conteste volteándose para ver a su madre.
- Tu padre esta realmente nervioso, a pesar de que habla por teléfono siempre que puede con ella, no la ha visto desde hace más de cuatro años.
- ¿Y tú como estas? –le preguntó a su madre.
- Bien. Tú sabes que yo a ella no la culpo de nada, cuando tu padre estuvo con la madre de Olimpia, Gonzalo y yo estábamos separados. Además tu sabes que siempre quise tener una hija y me encantaría que lográramos llevarnos bien con Olimpia –Antonia le sonrió a su hijo.
- Me alegro de que pienses a si.
- Veo que ya estamos todos, ya debe de estar por llegar Olimpia –dijo Gonzalo entrando a la sala en la que se encontraba su esposa y su hijo mayor.
- Así que al fin voy a conocer a mi hermana –dijo un joven apuesto de ojos claros.
- Si Héctor, tú y tu madre son los únicos que no la conocen –dijo Gonzalo a su hijo.
- ¿Saben lo que me dijo su hermana? –pregunto Gonzalo.
Gabriel hizo una mueca de dolor, no le gustaba que le recordaran en cada momento que Olimpia era su hermana.
Héctor frunció el ceño al percatarse de la reacción de su hermano, aunque ya no se sorprendía de las acciones de éste, ya que hacia mucho tiempo que se estaba comportando extraño y para lo único que vivía era para trabajar, ni siquiera salía a divertirse. Héctor estaba seguro que todo se debía a una mujer, muchas veces trató de hablar con su hermano del tema, pero él siempre se rehusaba.
Gonzalo al ver que ninguno de sus dos hijos le contestaba decidió seguir hablando.
- Me dijo que me tenía una sorpresa y que tenía que dármela en persona, que no podía ser por teléfono ¿Qué será? –preguntó con curiosidad.
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Amarte es mi pecado
RomanceCuando te vi por primera vez sentí que te conocía desde antes, quizás en alguna otra vida, porque estaba seguro que si en ésta te hubiera visto nunca te hubiera dejado ir de mi lado. Desde que nos conocimos en ese bar donde tú cantabas no nos pudimo...