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Diario

Nieve Harrison sabía que sus padres lo odiaban. Sabía que lo ignoraban no sólo por la profecía como su tío Albus cree, sino también por haber nacido como un Omega.

Los Omegas mayoritariamente son mujeres, menos del 2% de todos los Omegas son hombres. Esta especie son en general mujeres puesto a que son las que poseen órganos para poder mantener un feto en su vientre. En cambio, un hombre por leyes de la naturaleza no puede hacerlo. Pero, los Omegas machos son capaces de embarazarse. Por eso, estos son considerados una "deformación" del humano o producto de un embarazo mal llevado.

Los Omegas hombres en general suelen ser squibs, puesto a que el sólo hecho de poder procrear absorbe una gran cantidad de magia, dejándolos sin ella desde que sus órganos se van formando durante el embarazo, y, al nacer, cuando son detectados como un Omega macho automáticamente lo señalan cómo un squib; una persona con el cuerpo capaz de poseer magia pero sin un núcleo mágico.

Nieve era uno de ellos; era un Omega macho. Pero había algo que se guardaba sólo para él y para su tío Dumbledore; él posee magia. Sabe que no es coincidencia que cuando se ponga muy feliz, muy triste o muy enojado las cosas se muevan solas o que comience a flotar por si solo. Sabe que eso es porque posee un núcleo mágico intacto a pesar de ser fértil y poseer un útero y órganos reproductores masculinos intactos. Cuando su mamá aún lo tenía en su vientre, su "malformación" no fue capaz de quitarle toda su magia. Eso sólo quiere decir una cosa:

Él era fuerte

Estaba todo claro para él. Cuando era un bebé su magia casi no se sentía debido a la absorción, pero a medida que crecía se enteró que no se absorbió toda su magia y, por ende, su núcleo se fue rellenando de magia nuevamente. Era un proceso muy lento para su gusto, pero de a poco sentía como su magia crecía cada vez más y más al pasar de los días.

Su tío Albus también lo sabía. Por eso siempre que lo visita lo entrena en secreto a petición de Harrison. El mayor siempre lo alaba diciendo que para tener cinco años, aprendía muy rápido y que su núcleo mágico era realmente poderoso.

Sus padres no saben nada sobre esto debido a que él jamás sale de su habitación y ellos jamás entran a visitarlo. Es como si se hubieran olvidado de que existía. Pero no le importaba en absoluto, a su parecer eso lo ayudaba a aprender sin que se enteren.

Su habitación estaba repleta de estanterías llenas de libros de magia y de juguetes que Albus le regalaba. También en su mesa de luz se encuentra un diario mágico que un día encontró tirado en la sección prohibida de Hogwarts.

Él conoce las instalaciones de esa escuela de memoria porque Dumbledore casi siempre lo llevaba de visita y le permite caminar por los lugares e incluso entrar a la sección prohibida de la biblioteca. Y una vez cuando entró a esa sección, se encontró un diario algo viejo que sobresalía de los demás libros de magia. Este diario en la contra tapa tenía un nombre escrito en letras doradas "Tom Marvolo Riddle". Tras encontrarlo, lo tomó y se lo llevó sin decirle nada a Dumbledore, algo dentro de él le decía que no le diga nada.

Pasaron varios días hasta que descubrió su función. Al parecer se puede mantener una conversación con el objeto solamente escribiendo en una de las hojas y el diario respondía. Nieve se sorprendió cuando ocurrió por primera vez pero luego se acostumbró y casi todos los días le escribía.

Tom (el nombre que el diario quiere que lo llame) siempre le ayudaba a hacer hechizos que le costaban o le daba consejos para hacer pociones o controlar su magia accidental. Él era muy agradable aunque muy formal para el gusto de Harry.

Ahora, miraba con tristeza como sus padres celebraban la caída del Señor Tenebroso y la victoria de Ren, su hermano, dejándolo a Harry olvidado como siempre.

Ellos festejaban que desde hace tres años fue la caída de Voldemort porque según ellos, Ren había logrado hacer revotar la maldición asesina para que le diera a Quien-Tú-Sabes. Pero Harry sabe que eso no es verdad. Él estuvo presente y asegura al 100% que no ocurrió eso.

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Intentaba cerrar sus ojos y dormirse, pero no podía. Por más que intentaba descansar, una fuerza en su cabeza se lo impedía y le obligaba a mantenerse con sus ojos abiertos y alerta.

A su lado se encontraba su hermano, Ren, que lo buscó a su habitación porque tenía miedo de dormir sólo. Sus padres no estaban y Ren se sentía libre de poder estar con su hermanito.

Harry se sentó en el borde de la cama con cuidado de no despertar a su mellizo. A pesar de que tengan dos años, Harry estaba mucho más desarrollado a nivel intelectual que Ren, mas nadie lo sabía a excepción de Albus y de su propio hermano. Por eso, el mellizo mayor siempre que estaban solos buscaba la compañía suya para poderse sentir seguro, después de todo, un cachorro siempre va en busca del familiar más fuerte y maduro para protegerse.

Cubrió con las mantas completamente el cuerpo del alfa y lanzó un pequeño hechizo para que se viera como si la cama estuviera vacía.

Era la noche de Halloween y sus padres habían salido a una reunión con la Orden del Fénix para buscar el paradero de unos mortífagos que asesinaron a algunos muggles y magos nacidos de muggles. La casa estaba sola y los elfos domésticos habían salido a cumplir unas tareas que Lily les ordenó hacer.

Se puso en guardia al sentir una magia poderosa entrar a la mansión. Jadeó desesperado sin saber que hacer, sus reservas de magia todavía era muy escasas y con el simple hechizo que lanzó a Ren ya lo había agotado. Tragó duro y tembloroso se sentó en el suelo en espera del intruso. Se tensó al sentir el hechizo impactar contra la puerta cerrada con seguro de su pequeña habitación, abriéndola al instante. Porque sí, en la habitación de Harry no había una barrera protectora que impidiera hechizos como toda la mansión, así que de seguro le resulto muy fácil al intruso entrar con sólo ese hechizo.

Se mordió la lengua ahogando un sonido de susto al ver una varita apuntar directamente a él. La persona que lo apuntaba estaba cubierta con una túnica negra que no dejaba que se viera ni siquiera su cara. Lo único que se veía de aquella figura era una huesuda mano de un tono muy pálido, casi gris.

—Tú debes ser. El elegido que está destinado a matarme— Afirmó con una voz tan fina que se comparaba al siseo de una serpiente— Un inútil Omega varón. Aunque siento magia provenir de ti, niño. No debo permitir que me elimines— Su voz sonaba tan tranquila que le causaba escalofríos al menor. Sus ojos verdes se llenaron de lágrimas y cerró sus ojos con fuerza, negándose a decir alguna palabra. Había algo que se lo impedía — ¡Avada Kedavra!— Un gran rayo verde se dirigió a su pequeño cuerpo de Omega, más concretamente a su brazo.

—¡Caelesti Presidium!— Gritó sin saber el porque.

Una gran luz envolvió toda la habitación y Nieve sintió un ardor insoportable en su brazo mientras que hacia el intruso se dirigía un rayo de luz de color dorado. Entrecerró sus ojos ante la repentina luz y luego lo único que vio en lugar de la persona era el ropaje negro que llevaba tirado en el suelo.

Miró a su lado viendo que su hermano todavía estaba dormido gracias al hechizo que, además de hacerlo invisible, también impedía que cualquier tipo de ruido entrara a través de este.

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Tras eso, cuando sus padres habían llegado, ellos pensaron que Rei fue hacia la habitación de Nieve para protegerlo de Voldemort y que cuando intentó lanzarle la maldición asesina le rebotó y terminó por matarlo. Tomaron como prueba del hecho una pequeña marca que tenía Rei en su mejilla desde que nació.

Nieve rodó sus ojos ante la estúpida teoría que hicieron sus padres y que, sin embargo, todo el mundo mágico se creyó. Volteó a ver su delgado brazo y levantó la manga de su camiseta sacando a relucir una gran marca que llegaba desde su muñeca hasta su antebrazo en forma de rayo, pero que brillaba y escocía cada vez que se acercaba al diario de Tom. Algo que no sabía porque ocurría.