Pensamiento antes de dormir

38 12 0
                                    


Es como si la noche me diera otra vida. Otra imagen de lo que podría llegar a ser, de lo que soy. Es otra vida en la que a veces, la verdad, soy más feliz que en la real. Aunque ya no se cual es la real. Ni cuál prefiero.

Suelo confiar mucho en mis sueños. Me han ayudado a elegir un camino cuando despierto. Mis sueños son mis corazonadas, mi instinto a seguir. Cuando despierto después de un buen sueño, mi vida cambia. Al menos ese día, es diferente de los demás. Tengo más ilusiones, más ganas de salir y emprender nuevos caminos. 

Hasta que se reinicia la noche y sueño otra cosa totalmente diferente a la anterior, y me doy cuenta que pocas veces, mis sueños tienen continuidad. 

Ahí, es cuando entiendo que los sueños son efímeros, intangibles. Que son algo a lo que no me puedo sostener, aunque lo desee con todas mis fuerzas.

He llegado a anhelar la hora de dormir, de ir a mi lugar seguro. A mi subconsciente, donde, por irónico que suene, no soy dueña de nada, no puedo controlar mis pensamientos. 

En el subconsciente, la mente toma poder sola, se basa en lo que he vivido, en mis memorias y en mis deseos, y crea una maraña de vida. 

Hila nuevas aventuras y experiencias, y a pesar de que todo es tan incierto, me gusta ser sorprendida, en mis sueños, porque en ese momento no sé que al final me voy a despertar, y entonces lo disfruto como si no hubiera un mañana. Y río y lloro. Y canto y bailo. Y amo y detesto.

Algún día, espero, por más romántico que suene, hacer mis sueños realidad, porque es ahí donde he disfrutado la vida. He experimentado al mil por ciento las sensaciones de miedo, de angustia, de impotencia, de amor, de alegría, de realización. 

Y eso, para mí, es vivir la vida.

El refugio de una mente obstinadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora